• Ver la misma imagen en redes sociales hace que el acto fotográfico se convierta en nada, señaló en una charla virtual en la plataforma Capital Cultura
Ciudad de México. Estamos en esta época tan inmersos en
el universo fotográfico que ya nos pasa desapercibido, según la artista Beth
Zúñiga, quien la tarde de este lunes ofreció la charla virtual El juego de
la fotografía, dentro de la plataforma digital Capital cultural en nuestra
casa, de la Secretaría de Cultura de la Ciudad de México.
“Nos pasa de largo, ya no lo percibimos,
porque estamos muy acostumbrados a las fotografías que están alrededor nuestro
todo el tiempo. Son imágenes, en apariencia, que tienen los mismos perfiles,
escenarios y luces, tanto que se convierten en un hábito y éste las oculta”,
explicó.
“Dicho de otra manera, no oculta a la
fotografía, sino al acto fotográfico, lo que éste conlleva y lo que hace a las
fotos. Nos perdemos en un universo fotográfico habitual, que se convierte en
redundante. Mirar la misma imagen en redes hace que el acto fotográfico se
convierta en nada y nos perdemos justo de la emoción de la libertad y las
sensaciones que da hacer fotografía”.
Egresada de la Facultad de Arte y Diseño de
la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Beth Zuñiga refirió que está
más relacionada con los ámbitos de la pintura y el grabado y asumió a la
fotografía más como un divertimento y un elemento de la práctica diaria en los
colectivos que participa: Historias a través de tus ojos y el de arte Aquí es
México.
Acotó que la práctica artística le parece un
importante vehículo para acercarse al otro, por lo que la utiliza como
herramienta para establecer un puente de comunicación con los demás.
Para ella la fotografía es un ejercicio
lúdico y recordó que en alguna ocasión leyó cómo esa actividad puede ser
comparada con la cacería, aunque el fotógrafo no sale de caza entre pastizales
abiertos, sino entre bosques llenos de objetos culturales.
“La cacería del fotógrafo es un juego que
consiste en combinar dos categorías que son la base de la fotografía: el
espacio y el tiempo. Es en ese juego entre regiones donde lo habitual se pasa
de lado y lo redundante se vuelve extraordinario”, agregó.
“Allí es donde la cacería comienza, ese reto
que va tomar el fotógrafo jugando entre el tiempo y el espacio. Mientras caza,
se mueve en esas dos categorías y las combinaciones que surgen entre ellas son
impresionante atractivas, dando la sensación de libertad”.
Beth Zuñiga aclaró que la libertad en la
fotografía es una aspiración, debido a que el fotógrafo se ve condicionado o
restringido por las funciones de su cámara –“el juguete termina poniendo las
reglas del juego”--, así como por la elección del modelo o la presa a cazar.
“Ya estamos del lado divertido, hablamos de
buscar posibilidades, pero también aquello que no está programado dentro de la
cámara y aquí es, justamente, donde ocurre la emancipación, cuando el fotógrafo
va más allá y comienza a experimentar, cuando no se limita a lo que se puede
hacer, sino quiere descubrir qué hay del otro lado”, señaló.
“Allí aparece esa sensación de libertad,
existe esa posibilidad de encontrar imágenes improbables, informativas, la caza
de situaciones que se viven a diario. Aquella falsa libertad vuelve a surgir
entonces para tentar al fotógrafo a que la alcance y le cuente al oído que lo
importante no es lo real ni el significado, sino el significante, los
símbolos”.