• Por la mente de Enrique Borja se atraviesan varios pasajes cuando platica de su amigo Aarón Padilla, fallecido el 14 de junio pasado: su amistad en el Club Universidad, su debut en Inglaterra 66, su despedida mundialista en México 70 y los difíciles momentos en los que el alzheimer hizo que el Ganso se olvidara de su amigo
CIUDAD DE MÉXICO.
Enrique Borja pidió un día de silencio, el domingo 14 de
junio, cuando se enteró que su mejor amigo falleció por complicaciones del
covid-19. Días después, se anima a recordar a aquel extremo
izquierdo que le ofreció balones dentro de la cancha y una amistad sincera
después de dejar los vestidores.
Nos entendimos desde el principio. Cuando llegué a Pumas,
Gansito ya estaba ahí. El equipo tenía poco de haber ascendido, trabajábamos
con Renato Cesarini y nos convertimos en complemento. Él era extremo izquierdo
y yo el centro delantero, por lo que había mucha interacción dentro de la
cancha. Él mandaba los pases al área y yo recibía el balón y trataba de meterlo
a la portería”.
De manera natural, entre centros y remates, Borja y Aarón
comenzaron a hacerse amigos. Eran tiempos en los que Enrique tenía 18 años y
Gansito 21.
Yo me iba en camión de CU hasta San Rafael, mientras que
Aarón pedía aventón con los más grandes para llegar a su casa por Tlalpan”.
El equipo universitario vestía camiseta con rayas
verticales y Borja era recibido por elementos como Luis Regueiro y Memo
Vázquez. Fue Gansito, extremo al que llamaban así por sus pies tan largos
(calzaba del 11) y por su manera de caminar, el que llevó al novato a comer a
casa. Una invitación que se convirtió en tradición con las esposas, los hijos y
los nietos.
Nos hicimos amigos desde el primer entrenamiento. Gansito
era un joven bromista, nos llevábamos pesado, pero demasiado abierto como para
llevarte a comer para que conocieras a sus papás”.
La afición universitaria de los años 60 se acostumbró a
ver al Gansito Padilla hacer la bicicleta por el extremo izquierdo, escapar por
la banda y mandar el esférico al área donde ya lo esperaba Borja. La mancuerna
perfecta.
Afuera de la cancha, los amigos juntaban su salario para
comprarse el mismo modelo de autos. Un par de Ford Mustang Cobra del 67, en
cómodas mensualidades.
Tantas veces hicieron la misma jugada que, cuando
debutaron en una Copa del Mundo, no podía ser de otra manera. Fue en Wembley,
ante Francia, en Inglaterra 66, cuando los amigos universitarios hicieron su
aparición mundialista.
Fue en el minuto 48 cuando Borja anotó el gol ante
Francia, en un duelo que terminó 1-1.
Aarón hace la bicicleta en tres ocasiones. Se va por la
banda, mientras yo me voy al primer poste. Gansito la centra sin mirar, aunque
sabe dónde estoy. En el primer intento la roso y en el segundo no fallo”.
Una jugada de memoria, repetida cientos de veces en los
entrenamientos en Ciudad Universitaria, incluso cuando los demás
jugadores ya se habían retirado.
Aarón y yo nos quedábamos a ensayar jugadas. Él me
conocía demasiado dentro del campo y yo a él”.
Fue el único gol de México en Inglaterra 66. Se empató
con Francia (1-1) se perdió ante los ingleses (2-0) y se empató ante Uruguay
(0-0) en la despedida de la Tota Carbajal como portero de la selección.
Para Padilla y yo fue la oportunidad de jugar al lado de
seleccionados como La Tota Carbajal, Halcón Peña, Chava Reyes, Nacho Jáuregui y
Chucho del Muro. Ganso, Fragoso y yo éramos los jóvenes del equipo y
aprovechamos los ratos libres para salir a pasear, mandar postales y conocer
territorio inglés”.
Curiosamente, Borja pensaba que aquel Mundial lo miraría
desde el banquillo.
En los partidos previos a Inglaterra 66, Aarón era
titular y yo suplente. El día del juego ante Francia, Nacho Trelles me preguntó
cómo me sentía, porque iba de titular. Lo celebré dando brincos en la cama”.
Aquellos saltitos se repetirían tras el gol de Enrique
Borja ante Francia. “¡Borja! ¡No falles, no falles! ¡Goool de México!”,
gritaría Fernando Marcos en aquella narración.
Y llegó la Copa del Mundo en México 70. Por alguna
extraña razón, sin el consentimiento de Enrique Borja, el delantero
universitario fue vendido por 400 mil pesos al América, en 1969, y su relación
con Gansito Padilla se quedó fuera de las canchas.
¿América vs. Pumas? ¿Borja vs. Gansito? “No tengo claro
si nos enfrentamos como rivales de esos equipos. Nunca tuvimos problemas,
aunque nos llevábamos muy fuerte. Él era muy puntilloso y demasiado bromista”.
Borja recuerda que fue por una broma de Padilla que él
pudo entablar
una relación con la cantante Sagrario Baena, con la que se
casó después del Mundial de México 70 y con la que sigue casado. Son papás de
Enrique y César.
A Sagrario la conocí en 1966 en un programa de Paco
Malgesto. Me la presentó Héctor Lechuga y yo quedé enamorado de ella desde ese
momento. Le iba a decir algo, cuando ella me dijo que era mi admiradora. Tardé
en volver a verla.
Un día, después de un entrenamiento con la selección,
Gansito me da un número telefónico y me dice que es de Fragoso, que le marque.
Del otro lado del auricular, una voz femenina contestó: casa de la familia
Baena. Nervioso, dije: Está ocupado. ¡Baboso!, soltó la voz femenina. Era
Sagrario. Volví a marcar y me adelanté con un soy Enrique Borja”.
Sagrario y Enrique prometieron casarse después de que
Borjita jugara la Copa en México 70. Cyrano, como le decía el cronista Ángel
Fernández (“A todos los que quieren y a todos los que aman el futbol, el juego
del hombre”) tenía la ilusión de brillar en el estadio Azteca, al lado de su
inseparable amigo.
En México 70 me tocó compartir habitación en el Centro de
Capacitación con Ganso Padilla y Chalo Fragoso. Esa habitación era un desastre.
Fragoso roncaba demasiado y no nos dejaba dormir”, bromea.
Para la IX Copa del Mundo la FIFA dio luz verde a los
cambios de jugadores en los partidos y Borja no disfrutó como esperaba. El
duelo inaugural ante la Unión Soviética lo miró desde la banca, jugó 45 minutos
en el triunfo ante El Salvador, volvió al banquillo ante Bélgica y en la
derrota ante Italia ingresó al 68’, en lugar de Calaca González.
Se dieron problemas extracancha de los que ahora no
quiero hablar. Ya habrá tiempo. Lo único que comento es que tú debes estar
comprometido con tu equipo, ya sea como titular o desde la banca. Lo importante
es que estuve en la selección, en mi país y pude jugar de nuevo al lado de mi
amigo Aarón. Él fue titular en los últimos tres encuentros. Ambos debutamos en
Inglaterra 66 y nos despedimos como mundialistas en México 70. Con eso me
quedo”.
Borja y Padilla tuvieron la oportunidad de
convertirse en directivos deportivos y mantener su amistad
durante muchos años.
Tuvimos el placer de viajar al Mundial de Francia 98,
rentar un departamento en París y disfrutar el campeonato al lado de nuestras
familias. Sagrario y Chela, nuestras esposas, se llevan muy bien”.
Hace unos años el Alzheimer se entrometió
en la vida de Aarón, quien comenzó a perder la memoria.
Me dolió que fuera desconociendo a los amigos. Un día ya
no supo quién era yo”.
El domingo 14 de junio, Enrique recibió una llamada
telefónica de la familia Padilla. Su amigo Aarón perdió la batalla ante el
covid-19.
Nos dolió muchísimo su partida”, responde Borja, quien se
queda con las ganas de seguir hablando del Gansito Padilla, aquel extremo
izquierdo de los Pumas que se hizo su amigo desde el primer entrenamiento.
DE SANGRE PUMA
Enrique Borja debutó con los Pumas en 1964, fue
subcampeón en la campaña 1967-68 y campeón de goleo en el torneo 1968-69.
Un año después, emigraría al Club América, sin su consentimiento. Sumó 65 goles
en cinco torneos largos con los universitarios.
Aarón Padilla estudió en la Facultad de Contaduría y
Administración de la UNAM, debutó con los Pumas en 1962 y jugó para el Atlante
y Veracruz, antes de volver a Ciudad Universitaria para retirarse en 1975. Como
presidente del club estudiantil, disfrutó el doblete en los torneos de liga en
2004, así como del triunfo ante el Real Madrid en el estadio Santiago Bernabéu.
El Gansito falleció el pasado 14 de junio, víctima del covid-19.