• El jurado otorgó el galardón por 'El vendedor de silencio', novela basada en la vida del periodista de Excélsior Carlos Denegri
CIUDAD DE MÉXICO.
Pasión
y sabiduría. La unión de sentimiento y conocimiento que habita en la novela más
reciente de Enrique Serna, El vendedor de silencio (Alfaguara),
es uno de los motivos por los que el escritor mexicano obtuvo ayer el Premio Xavier Villaurrutia de
Escritores para Escritores 2019, uno de los más prestigiosos de
las letras nacionales.
Pues ya llevo 30 años de
dedicarme a la literatura. Creo que el oficio que he ido adquiriendo se muestra
en esta novela de madurez, bueno, más allá de la madurez, pues ya estoy viejo”,
comenta con Excélsior el narrador, con su característica
ironía.
Vía telefónica desde su casa de
Cuernavaca, el novelista de 61 años afirma que es “un gran honor”
ingresar a la lista de este galardón creado en 1955. “El Villaurrutia tiene una
larga tradición en la literatura mexicana, lo han ganado muchos escritores que
admiro. Estoy contento”.
El vendedor de silencio está inspirada en la vida del
periodista Carlos Denegri (1910-1970), reportero y columnista
estrella de Excélsior durante tres décadas, que le
interesó a Serna como personaje desde hace 25 años y al que define como El Rey
Midas del Cuarto Poder.
No había otro periodista más rico
y poderoso. Fue el rey de una opinión pública prostituida. Ganaba más dinero
por su silencio… Me sorprendió que hubiera existido un hombre tan soberbio, tan
arrogante y, al mismo tiempo, tan vulnerable”, dijo el autor a este diario en
entrevista publicada el 5 de septiembre del año pasado.
El jurado integrado por Marianne
Toussaint, Felipe Garrido y Vicente Quirarte reconoció mediante videoconferencia,
por unanimidad, a esta novela en la que la ficción alterna con la historia.
En este caso, el asunto histórico
corresponde a tiempos próximos al nuestro, transformados en materia literaria
gracias al brío de su discurso narrativo, la verosimilitud de personajes y
situaciones, la velocidad de su prosa y su empeño en no dejar nada al azar, en
atar todos los cabos”, apunta el acta.
Se agrega que esta obra picaresca
“es una importante aportación a la historia y la literatura contemporáneas
de México, salida de la pluma –o de la laptop– de un autor caracterizado por su
implacable ironía y su valiente voluntad estilística, virtudes que lo
convierten en uno de los narradores imprescindibles de nuestro tiempo”.
Ante esto, Serna detalla que
con El
vendedor de silencio completó una trilogía de novelas
históricas. “Creo que es un campo muy fértil, donde el desafío para un escritor
es
articular la vida pública con la privada y retratar lo mejor posible el
espíritu de una época”.
Contento, risueño, el también cuentista y
ensayista explica que fue difícil nlograr la verosimilitud
de personajes y situaciones. “Tuve que hacer una reconstrucción histórica
apegada lo más posible a la realidad. Fue un trabajo muy placentero para mí,
porque siempre he tenido nostalgia del México que no me tocó vivir, el de los
años 40 o 50, cuando había esa vida nocturna maravillosa en la Ciudad de
México; y con esta novela me pude transportar hacia el pasado y vivir un poco
como probablemente vivió aquella gente”.
El egresado de Letras Hispánicas
de la UNAM confiesa que lograr la velocidad en la prosa fue un trabajo muy
laborioso. “Cuando iba a la mitad de la novela, de repente tenía unos problemas
estructurales que me hicieron pensar que no iba a poder acabarla, que en lugar
de dar a luz a un hijo iba a abortar; luego empecé a ver la luz al final del
camino. Pero, aun así, después de terminarla estaba inseguro de su valor, y
sólo cuando empecé a tener respuesta de los críticos y los lectores me sentí
aliviado”.
El autor de las novelas El seductor de la patria y La doble vida de Jesús dice
que no dejar nada al azar implicó un trabajo de minuciosidad, de detalles.
“Creo que la dificultad mayor era reconstruir la vida íntima de Carlos Denegri
de una manera verosímil, porque en ese campo es donde hay más elementos de
ficción.
Ver cómo eso se entroncaba con la
situación del personaje, porque hay una correspondencia muy clara entre el
poder enorme que tenía como periodista y los atropellos que cometía con sus
parejas en la vida conyugal, una cosa está sumamente vinculada con la otra”,
considera.
Y en cuanto a la ironía, el autor
de Amores
de segunda mano señala que hizo “una novela sobre un periodista
que también escribía y manejaba con cierta destreza el lenguaje; entonces,
podía hacer ese tipo de juegos irónicos, entrar y salir del alma de este
personaje para a veces parodiar lo que era el estilo de sus artículos”.
Tras aclarar que no sabe cuán
innovadora sea la estructura literaria que utilizó, “porque no me interesa ser
un innovador a ultranza, yo elijo los recursos que más me convienen para el
tipo de historia que quiero contar”, Serna adelanta que desea que su próximo
libro sea una colección de seis o siete cuentos, de los cuales lleva escritos
tres.
Es un género en el que uno no se
puede apresurar, porque no se puede ordeñar a la imaginación, hay que dejar que
se presenten bien las ideas. Creo que el cuento es más exigente que la novela,
porque no puede sobrar nada; el estilo debe ser muy depurado porque hay que
crear una especie de encantamiento para que el lector no lo suelte. Es un
género que me atrae muchísimo, con él me inicié y nunca lo quiero abandonar”,
añade.
Convocado por el INBA y la
Sociedad Alfonsina Internacional, el Xavier Villaurrutia, dotado con un diploma
y 500 mil pesos, será entregado a El vendedor de silencio en octubre próximo, si la
pandemia lo permite.
En nueve meses, este libro lleva
seis reediciones; y a la fecha ha vendido 50 mil ejemplares,
concluye Enrique Serna.