• Las tapaderas
Le asiste la razón al
prestigiado abogado Arturo Rubio Ruiz, cuando al referirse a los exalcaldes y
exalcaldesas de Baja California Sur, afirma que nunca se ha castigado a nadie
por peculado.
Lo anterior, muy a pesar de
que en boca de todos los pueblos han estado siempre las expresiones del abuso,
el dispendio, el derroche, durante el tiempo que estos políticos y políticas
han estado al frente de las administraciones. Incluso en la mayoría de las
veces, las expresiones han subido de tono al dejar el cargo.
Sin embargo, --ya después de
que abandonan el cargo-- por encima de todo y lamentablemente ha
persistido el compadrazgo, el amiguismo, el encubrimiento. Tal vez para
evitar que todos sean castigados; ya que, se afirma que todos y todas, de
alguna o de otra manera han desviado recursos públicos.
Por tanto, todos y todas
quienes han estado al frente de las administraciones municipales, se han
convertido en simples “tapaderas”.
Y es que, siendo honestos,
solamente en una ocasión se hizo justicia al respecto. Y esa vez, como era de
esperarse, el hilo se rompió por la parte más delgada. Luego entonces, el chivo
expiatorio fue el empresario Francisco Monroy al ser encarcelado por el
presunto delito de peculado y desvío de recursos públicos.
Lo curioso fue que para todo
el pueblo de La paz, Francisco Monroy era considerado el más inocente. Pero
tuvo los arrestos suficientes para soportar y guardar, --hasta la fecha--, un
absoluto silencio. Es decir, un absoluto silencio político.
En esa ocasión a Francisco
Monroy le toco la mala suerte de haber sido elegido como Suplente. Y a Esthela
Ponce Beltrán, la buena suerte de haber sido Propietaria.
Sin embargo, para todos los
pueblos. Y hago referencia al pueblo de Mulegé, de Loreto, de Comondú, de Los
Cabos y La Paz, para todos, es un hecho de que sus exalcaldes y exalcaldesas,
no han sido unos hermanitos o hermanitas de la caridad.
Con decirles, que desde hace
ya algunos años de hablaba de más de 224 mil millones de pesos desviados entre
todos y todas quienes habían administrado los ayuntamientos de Baja California
Sur, lo que nos deja en claro que –al igual que la Pandemia—, la cifra a ha
aumentado considerablemente.
De hecho, es un secreto a
voces que por la participación de prestanombres y por presuntos malos manejos
de los recursos públicos han sido señalados muchos exalcaldes y exalcaldesas de
los cuatro puntos cardinales de Baja California Sur.
Por ejemplo, de Mulegé se
habló en su momento de José Manuel Murillo Peralta y de Guillermo Santillán; de
Loreto se habló de Juan Yee Cunningham; de Comondú se habló de Joel Villegas
Ibarra; en Los Cabos se habló de René Núñez, Mirna Xibillé de la Puente, de
Arturo de la Rosa, y de José Antonio Agundez.
En La Paz se habló de Esthela
Ponce Beltrán, de Armando Martínez Vega, de Rosa Delia Cota, con posibilidades
de ser denunciados penalmente por irregularidades encontradas en sus
administraciones relacionadas al dinero público.
Lo peor de todo lo anterior,
es que muchos de ellos y ellas ya sueñan con la gubernatura del estado, desde
donde, --por supuesto--, y como siempre sucede, tendrá que venir un “borrón y
cuenta nueva”.
Sin embargo, lo único positivo
es que muy a pesar de todo lo que se diga hasta el momento el futuro de los
exalcaldes y exalcaldesas parece incierto en los senderos de la política.
E incluso habría que afirmar que si realmente los “santurrones” de la Cuatro
Te, así lo desean, sin lugar a dudas que muchos de los exalcaldes y
exalcaldesas podrían enfrentar serios problemas para demostrar que no
existieron irregularidades durante sus respectivas gestiones.
Sin embargo, de que ha habido
irregularidades y de que han existido violaciones a la ley, eso está muy claro,
a menos de que aquellas y aquellas que manejaron los recursos demuestren lo
contrario a través de las instancias legales.
Lo malo es que tanto los
expresidentes como las expresidentas municipales jamás han tomado en cuenta lo
más importante: que el dinero público municipal es dinero sagrado, porque es
del pueblo.
También es algo que jamás han
tomado en cuenta todos quienes han fungido como diputados y diputadas.
¿Por qué?
Porque es a ellas y a ellos, y
justamente desde el Congreso del Estado a quienes les ha correspondido
demostrar los abusos y malos manejos de las administraciones Municipales.
Pero no lo han hecho.
Y no lo han hecho porque les
importa poco el pueblo. No lo han hecho porque el importamadrismo ha anidado
siempre bajo la gran cúpula donde las diputadas y los diputados ocultan su
dieta y practican el ocio.
No lo han hecho porque de
frente a las irregularidades cometidas por exalcaldes y exalcaldesas han
preferido también actuar como “tapaderas”.
En fin, ya es hora de que
todas y todos esos representantes populares de una vez por todas vuelvan su
vista hacia abajo y observen a un pueblo agonizante. A un pueblo agonizante
ya no tanto por el Coronavirus, pero si por la falta de respuesta de sus
autoridades, por la falta de trabajo, y por el hambre.
Basta pues de tanto disimulo y
falsedad, y ahora sí entreguen al pueblo lo que realmente merece: justicia.
Luego entonces, ya basta de tanto encubrimiento y tanta tapadera.
Cuestión de tiempo