• El documental de Clement Guerra que se estrenará el 1º de julio es un filme sobre los pueblos indígenas de América del Norte y del Sur en su quehacer por preservar sus comunidades
Ciudad de México
Si tomar una pluma y escribir un libro hubiera sido
más efectivo que hacer una película, eso es lo que habríamos hecho, asegura
Clement Guerra, director de El cóndor y el águila, documental sobre
cuatro mujeres líderes indígenas en una aventura transcontinental, desde los
bosques boreales canadienses hasta el corazón de la selva amazónica, que
refleja la lucha indígena para proteger la tierra y el agua.
También es un filme sobre los
pueblos indígenas de América del Norte y del Sur en su quehacer por preservar
sus comunidades.
Más que un documental, lo que
Guerra y su esposa Sophie querían hacer, asegura, era apoyar a diversas
comunidades para que pudieran alzar sus voces. Antes de viajar, la pareja ya
era consciente de cómo los países occidentales trataban al medio ambiente.
Durante varios años, Guerra
fue gerente de marketing internacional en Londres, etapa que el
propio director considera de preparación. Desde el principio supe que
tenía que aprender el lenguaje de los opresores para poder confrontarlos mejor,
explicó el ambientalista francés, quien aprendió cómo hacer un plan de
negocios, una estrategia de comunicación, todas esas mierdas que ahora son muy
útiles porque sé cómo comunicarme con los ejecutivos de las compañías.
La pareja eligió Norteamérica
porque llamó su atención lo que ocurría con los oleoductos del proyecto
Keystone XL, que van desde Alberta, Canadá, a Nebraska, Estados Unidos. Al
escuchar a los pobladores se dieron cuenta de que había una historia más grande
que contar, y no les pareció mala idea comprar una cámara de cine y hacer
una película.
Gente terrible en la derecha y
en la izquierda
Filmaron El cóndor y el
águila para “invitar a la gente a ponerse en los zapatos de aquellos que viven
el impacto de la destrucción en sus vidas, tratando de alejar la parte política
y buscando alcanzar el corazón de las personas.
Odio el discurso político y
las ideologías. Hay gente terrible en la derecha y en la izquierda. Muy a
menudo son sólo palabras vacías, así que en vez de tratar de motivar al cambio
social con más palabras o conceptos, o enfrentar unos a otros, la idea de la
película era mostrar cómo se construye un movimiento social desde abajo,
explicó el director.
A Guerra no le cuesta trabajo
admitir el pasado racista de su familia. Su madre creció en Argelia, en la
parte colonizadora, luchó por alejarse y superar la toxicidad que implica
pertenecer a una familia de putos racistas. De alguna manera, Guerra siempre ha
estado en contacto con esa forma de pensar.
El documental está narrado a
través de indígenas de diferentes partes de América. El director considera que
la visión de los pueblos originarios ha guiado al movimiento ecologista en todo
el mundo, por su sabiduría, porque brinda un complemento cultural a
construir un movimiento social. Ellos son conscientes de que debe haber también
un cambio cultural, afirma.
Aunque el cineasta considera
la ciencia importante y necesaria, también se dice cansado de
escuchar que la solución al cambio climático, a la destrucción, es más ciencia,
más tecnología. No podemos dar una solución tecnológica a un problema
tecnológico.
Guerra está convencido de que
la única manera en que se puede hacer una verdadera diferencia es a
través de la unión. Su película ya ha contribuido a enlazar a distintas
comunidades indígenas y ecologistas del norte y sur de América. Sin embargo, la
idea no es llegar a un lugar y establecer sus ideas; el ambientalista cree que
se debe dejar a las comunidades tomar sus propias decisiones.
Plataforma de comunicación
Dentro de sus planes está
construir una plataforma que sirva a las comunidades afectadas para reportar
sus problemas, por ellos y para ellos, para que a partir del
contacto, estos líderes puedan empezar a colaborar entre sí y construir
una red que será poderosa en el futuro.
Antes de terminar El
cóndor y el águila Guerra y su esposa ya habían decidido hacer lo que
estuviera en sus manos para ayudar a las causas de estas comunidades. Mientras
estaban grabando, ayudaron a recaudar fondos para que los dirigentes de las
comunidades que salen en el documental pudieran viajar y reunirse; ahora siguen
haciéndolo.
Debido a la pandemia, los
planes que tenían para este año se vieron afectados. Sin embargo, adaptarse a
los medios digitales les ha permitido tener un alcance inesperado. Hace un par
de semanas, Guerra y dirigentes indígenas presentaron el documental, lo que han
aprovechado para generar discusión y vínculos entre distintas comunidades.
Todos necesitamos redescubrir
lo que significa ser indígena y redescubrir nuestras raíces naturales, expuso
Guerra. Nunca vamos a proteger algo que no amamos. Si nos sentimos
separados de la naturaleza y no entendemos que nosotros somos la naturaleza
defendiéndose a sí misma, no hay esperanza.
El próximo 1º de julio, a las
19 horas, se transmitirá en línea El cóndor y el águila; posteriormente
habrá una conversación con las cuatro inspiradoras protagonistas del documental
y el director Clement Guerra. Para acceder a la proyección se debe hacer una
donación, que se utilizará para apoyar a los grupos en tareas por la justicia
climática y ambiental, a través de la página http://www.elproyectoesperanza.com/ y https://www.facebook.com/events/2989085197866395/