• Estrenaron en varias plataformas en línea el álbum 'Inédito e inconcluso', que incluye dos obras halladas en una investigación tenaz: 'A José Ingenieros' y una nueva versión de 'Simple'
Ciudad de México
Sónico, con base en Bruselas, es un grupo liderado
por el contrabajista argentino Ariel Erbstein, quien no sólo interpreta la obra
del tanguero vanguardista Eduardo Rovira, también rescata sus partituras
olvidadas y una grabación inédita de mediados de los años 50.
Eduardo Rovira fue un
bandoneonista, compositor y arreglista nacido en Lanús, provincia de Buenos
Aires, actor fundamen-tal del cambio del tango tradicional al tango moderno que
se produjo a partir de 1955.
Con un camino opuesto en su
popularidad a la de Astor Piazzolla, las diferencias entre una composición de
Rovira y un tango tradicional son amplias. Por un lado tienen una variedad
rítmica y tímbrica de composiciones que se alejaron bastante del formato canción.
Piazzolla, desde hace décadas considerado el músico argentino más notable, se
enfrentó en ocasiones a un público sin interés en sus experimentos.
La biografía musical de
Rovira, quien terminó su carrera al frente de una orquesta policial, tiene
todos los tintes de la negación del público conservador y poco del
reconocimiento internacional.
Creatividad inobjetable
En su disco más
conocido, Sónico, Rovira explora el uso de pedales en el bandoneón, y
no sólo eso, las influencias por fuera del tango y una cadencia urbana que
permite imaginar el avance de cualquier urbe latinoamericana a mediados del
siglo pasado, que lo convierten en un objeto sonoro de creatividad inobjetable.
En tanto, el grupo Sónico,
cuyos integrantes se localizan en Bruselas, reclutados por el contrabajista
Ariel Erbstein, lanzó un nuevo álbum, Inédito e inconcluso, que se
puede escuchar en Spotify y otras plataformas digitales.
El disco no sólo rescata la
obra de Rovira, sino que agrega dos composiciones: A José
Ingenieros, grabada por primera vez con base en las partituras que
encontra-ron en una búsqueda tenaz, y parte de una serie de composiciones de
Rovira dedicada a escrito-res argentinos, en este caso al filósofo positivista
autor de El hombre mediocre, y la otra es una versión inédita
de Simple, compuesta por Osvaldo Manzi, quien también fue pianista de
Piazzolla, la cual plantea un misterio propio de su género: fue hallada en una
grabación de cinta abierta en la casa de uno de los productores de Rovira. Se
sabe que éste es quien toca el bandoneón, pero no quiénes lo acompañan en el
contrabajo y piano.
La historia reduce las
posibilidades a dos: que los músicos hayan sido integrantes del Octeto de la
Plata, grupo de ruptura que se terminaría integrando a la banda de Rovira, o
que sean el mismo Osvaldo Manzi y el notable contrabajista Enrique Kicho Díaz,
también parte del grupo de Astor y la orquesta de Aníbal Troilo.
Óscar López Ruiz, guitarrista
de Piazolla, aportó su opinión desde Buenos Aires: No parece Manzi, por su
forma de tocar, su estilo: Manzi era un fenómeno, pero su forma es un tanto más
rústica que la del pianista en la grabación: no me parece Manzi, lo cual no
quiere decir que no sea.
Premisa: el tango debe ser
escuchado
Desde Bélgica, los integrantes
de Sónico responden preguntas sobre el grupo que rinde homenaje e investiga a
uno de los fundadores del tango moderno.
Afirma el contrabajista Ariel
Erbstein: “La música de Rovira parte de la premisa de que el tango debe ser
escuchado; esa ruptura con el baile le permite experimentar hasta el extremo
polirrítmico de Stra-vinsky y crear tangos dodecafónicos basados en Schönberg.
Rompe con la formación de la orquesta típica, una transición similar a la que
sucedió entre las big bands del jazz y los grupos de be-bop”.
El guitarrista del grupo
Sónico, Camilo Córdoba, aporta precisiones sobre la ruptura que supuso la obra
de Rovira: “La controversia del tango desde los años 50 tiene que ver con qué
música se ajusta al canon tanguero y cuál no. Las vanguardias siempre generarán
rechazo los sectores conservadores.
En realidad, siempre
existieron los vanguardistas; Alfredo Gobbi, Osvaldo Pugliese, De Caro y Julio
de Caro fueron vanguardia, cada uno en su época. Lo cierto es que la ruptura de
los años 50 fue bien pronunciada.
Para Córdoba, interpretar una
obra de Rovira que existía sólo en partituras supuso mucho más que
leerlas: Tuvimos que meternos realmente en el imaginario de Rovira y
tratar de adivinar cómo hubiese querido que sonara ese tema.
Al final, Erbstein relata como
fue el hallazgo de la misteriosa versión de Rovira de la obra de
Manzi: “Simple es una obra que a pesar de su formato en trío tiene
una potencia descomunal. Los solos impresionistas del piano y los flirteos
atonales del bandoneón son totalmente revolucionarios para la escena musical
porteña de finales de los años 50. Más allá de quiénes sean los intérpretes,
todo en mi investigación apunta a que esta versión es el único registro de
Rovira para la formación del trío que armó con Díaz y Manzi”.