• Con una computadora o celular, actores y productores ofrecen obras por pago
CIUDAD DE MÉXICO.
Luego del cierre de teatros por la contingencia sanitaria ante la
pandemia del covid-19, un nuevo diálogo surgió entre los hacedores de artes
escénicas y su público: crear, actuar y contar historias breves a través de
plataformas virtuales como Zoom o YouTube Live.
Los dramaturgos, directores y actores de teatro descubrieron un nuevo
lenguaje. Los hogares de los actores se convirtieron en su escenario; su
clóset, en el vestuario de sus personajes; las luces de su casa, en su
iluminación; y su computadora o teléfono e internet, en el telón a abrir ante
los espectadores. Cada quien trabaja desde su casa y dispone de sus recursos
para cumplir con las necesidades y encuadre de su narrativa, convirtiéndose
también en sus propios técnicos.
Los creativos vieron en este nuevo formato la oportunidad de
reinventarse y se adaptaron a la sana distancia para contar historias, en su
mayoría inéditas, en tiempo real para el público. Primero, lo hicieron de
manera gratuita y después fue una posibilidad para monetizar su trabajo, tanto
para sí como, en ocasiones, en apoyo a quienes forman parte de sus compañías y
equipos técnicos, quienes tienen su labor en pausa por la cuarentena.
La nomenclatura de
este lenguaje no ha sido convenida por el gremio. La actriz y productora Luly
Garza lo bautizó como ficstream y detalló
sus bases como un acto de ficción que no es teatro ni cine ni televisión, pero
que tiene un texto, un evento dramático con estética de selfie, uno o más intérpretes y una transmisión en vivo,
principalmente, desde un celular.
Otros creativos lo denominan teatro online y prefieren una cámara fija
para hacerlo, sobre todo de una computadora con conexión a internet, y unos más
prefieren no llamarle teatro al tratarse de comunicación virtual, sin la
experiencia vital y física de estar en un recinto con el público en el mismo
espacio.
Sin embargo, en lo que todos coinciden es en que la actoralidad, la
dramaturgia y una ventana de entretenimiento y reflexión son elementos
primordiales para atraer a los espectadores a este formato en desarrollo y
hacerlos partícipes del proceso de lo que podría ser una industria en
nacimiento o simplemente una expresión artística de la cuarentena.
Como sucede en el teatro, existen los imprevistos. Algún teléfono suena,
el internet corre el riesgo de fallar, algún espectador se conecta tarde con su
micrófono y video encendidos y distrae la atención de la función. Por ello, los
ensayos, cada quien desde casa, se realizan también por Zoom.
Generalmente, el acceso es con video y audio apagados, en “una sala de
espera”, tiempo en el que la gente se conecta, ve una imagen —que puede ser el
encuadre de la obra o algún fondo de pantalla—, hasta que se dan las tres
llamadas como ocurre en el teatro y comienza la función.
Zoom tiene la configuración predeterminada de poner a cuadro a quien
habla. En caso de que haya más de un actor, los realizadores del teatro online
recomendarán al público ajustar su pantalla a modo galería o mosaico, que la
divide entre las personas que tienen encendido su video. Eso quiere decir, en
este caso, que sólo se verán los actores, pues la audiencia mantiene apagado su
audio y video en la función.
Para los actores, apagar y encender el video y el audio significa salir
de escena como lo harían en un escenario físico.
En el caso de YouTube Live, lo que se ve en la pantalla es definido por
la producción.
Al final de la representación, los micrófonos y cámaras del público
pueden habilitarse para aplaudir, comentar y verse entre sí, aunque el chat es
otra manera para emitir comentarios.
El costo del boleto es por conexión, es decir, podría haber toda una
familia detrás viendo la historia.
La compañía Las Reinas Chulas es pionera de este formato en México,
monetizando su trabajo, primero con cursos online y después con ficciones de
cabaret, escritas y actuadas por ellas, que han llamado CabareZoom. Los
recursos obtenidos sostienen a El Teatro Bar El Vicio y los 25 trabajadores
base que están en pausa por la cuarentena.
“Ha sido una buena
experiencia de todos lados sorprendente. Nos pasó lo que siempre: la
circunstancia nos orilló y nos pone en un lugar en el que jamás hubiéramos
pensado; no nos dio tiempo de dudar”, señaló la actriz, directora y escritora
Ana Francis Mor, de Las Reinas Chulas.
Actualmente, la
compañía, también integrada por Marisol Gasé, Nora Huerta y Cecilia Sotres,
hace un show distinto cada quincena, gracias a la respuesta del público, con
entre 70 y 200 conexiones por show, que además pueden ser de México o de
cualquier parte del mundo. El de hoy, a las 21:00 horas, es Homilía para la nueva normalidad, con el personaje de Santa
Rita, recreado por Ana Francis Mor.
“La gente la pasa
bien. Pedimos el apoyo a Espacios Escénicos de la Secretaría de Cultura, nos lo
dieron y ahora vamos a hacer La casa de papel de baño,
a partir del 13 de junio. Siempre hemos hecho cabaret, en radio, en tele, en
cómic, en lo que se pueda, porque la herramienta es el cabaret. Lo hacemos con
nuestras compus, micros y teléfonos; con este apoyo pudimos comprar
lucecitas y micrófonos; empezaremos a probar. Lo que sí hicimos antes de cerrar
El Vicio fue traernos personajes a casa.
“En los shows, por
medio del chat, se da el primer contacto e improvisamos por ahí.
Luego la gente abre su cámara, su micro y nos dejan entrar un pedacito a sus
casas. Es emocionante porque la banda se prepara su cena, su botana, su bebida
y eso es muy bonito”, señaló la actriz.