• El historiador Felipe Ávila recupera la figura del constructor del Estado mexicano, en el marco de su centenario luctuoso
CIUDAD DE MÉXICO.
Venustiano Carranza (1859-1920) es uno de los personajes más importantes
de la historia de México. Fue el líder triunfante de la Revolución Mexicana y
el dirigente que logró crear un ejército que extendió por todo el territorio
nacional.
Fue ese líder que coordinó la lucha de los distintos cuerpos del
ejército en los que organizó a su movimiento, con el cual derrotó al gobierno
dictatorial de Victoriano Huerta y a los caudillos populares de las corrientes
revolucionarias de 1914 y 1915, como Villa y Zapata.
También fue el convocante del Congreso Constituyente de 1916 y 1917, que
sentó las bases del desarrollo de México en el siglo XX. Así lo dice a
Excélsior el historiador Felipe Ávila Espinosa, en el marco del centenario
luctuoso del líder que fue asesinado el 21 de mayo en Tlaxcalantongo, Puebla.
Venustiano
Carranza puede catalogarse como el constructor del Estado mexicano moderno, el
arquitecto de la estructura institucional y jurídica que México mantiene hasta
hoy”, afirma el historiador.
“Hay que reconocer
que él fue quien convocó al Congreso Constituyente, que aceptó esa
Constitución, la proclamó, le dio vigencia y trató de aplicarla durante su
gobierno”, destaca el también director del Instituto Nacional de Estudios
Históricos de las Revoluciones de México (INEHRM).
“La Constitución
fue aprobada el 31 de enero de 1917 y fue promulgada cinco días más tarde, el 5
de febrero de ese año e inmediatamente convocó a elecciones para presidente de
la República, ya que no había un presidente constitucional.
Además, abunda, “enfrentó fuertes presiones, por ejemplo, la inestabilidad
política de los líderes militares en las distintas regiones, así como dos
invasiones armadas desde Estados Unidos, en 1916; y logró mantener la
neutralidad de México durante la Primera Guerra Mundial a pesar de las fuertes
presiones de Estados Unidos y Alemania”.
Sin olvidar el famoso telegrama Zimmermann, “que fue un caso de
espionaje donde Alemania le propuso a Carranza que declarara la guerra a
Estados Unidos y a cambio apoyaría a recuperar los territorios que se perdieron
en el siglo XIX”, apunta.
Para el historiador, debe destacarse que, en medio de aquel panorama
interno y externo muy complejo, “Carranza hizo un gran papel, ya que inició la
reconstrucción del Estado mexicano, de las instituciones, la reestructuración
económica y el restablecimiento de los distintos niveles de gobierno, mientras
intentaba llevar a la práctica la nueva Constitución”.
Considero que
Carranza dio un ejemplo de lo que es tener una actitud nacionalista, digna y
firme ante las presiones extranjeras en condiciones extremadamente difíciles,
incluso soportando invasiones armadas y boicots comerciales y económicos, y eso
no lo hizo doblegarse”.
La historia de Carranza dentro de la
Revolución Mexicana es especial, porque tras la Decena Trágica, que derroca y
asesina al presidente Francisco I. Madero, fue el único gobernador que se negó
a reconocer al gobierno surgido del cuartelazo.
En esa primera etapa, explica el historiador,
Carranza se propone restablecer la Constitución y por eso su movimiento se
llama Constitucionalista, porque él considera que con el golpe militar y el
derrocamiento y asesinato de Madero, la Constitucionalidad se había roto.
Aquella primera etapa del Constitucionalismo
está bien definida por el Plan de Guadalupe, que promueve el desconocimiento de
Victoriano Huerta y el llamado a derrocarlo para restablecer el orden
constitucional.
Entonces él tiene la capacidad de mantener a
los distintos contingentes que se han ido sumando al Plan de Guadalupe y así
derrotar militar y políticamente a Huerta.
Sin embargo, durante esos 15 meses que lucha
contra Huerta se desarrolla una revolución social en paralelo al movimiento
político de las distintas corrientes revolucionarias.
“Carranza se da cuenta de eso y cuando sucede
la Convención de Aguascalientes, que es este intento de unificación
revolucionaria entre villismo, zapatismo y constitucionalismo, desemboca en un
intento fallido que desemboca en la ruptura de la convención y el
enfrentamiento de dos bandos diferenciados: la alianza de Villa y Zapata y el
Constitucionalismo, encabezado por Carranza, donde Álvaro Obregón es su
principal jefe militar”, abunda.
Cuando él se da cuenta que el Plan de
Guadalupe no es suficiente para las nuevas necesidades que surgen con la
ruptura de Villa y Zapata, proclama las adiciones a dicho plan el 12 de
diciembre de 1914, incorporando reformas sociales, como la agraria, la laboral
y leyes educativas que pudieran satisfacer las necesidades de distintos
sectores, pues era la única manera de ganar legitimidad y poder.
En esta segunda etapa también tuvo éxito y,
para 1915 terminó prácticamente con la División del Norte, que era el ejército
más poderoso de ese momento. Una vez derrotado Villa también se escribió el
destino de Zapata.
SISTEMA INEFICAZ
Cuando Carranza sintió que tenía el
poder, inició la reconstrucción del Estado desde sus elementos básicos.
Por ejemplo, convocó a elecciones
municipales, ya que no había autoridades electas; y al Congreso Constituyente,
pues observa que la Constitución del 1857 ya no se amolda al nuevo país que
está surgiendo a partir de la Revolución, dice.
“Entonces había un predominio del poder
legislativo sobre el ejecutivo, lo que causaba muchos problemas políticos en el
país, y entonces propuso un sistema presidencialista.
También propuso reformar el sistema de
justicia, que definió como inapropiado, burocrático y tardado, poco eficaz.
Los últimos días de Carranza no fueron los
más afortunados. ¿Su error?
“Creer que el militarismo era nefasto para
México y hacer todo lo posible para que Álvaro Obregón no llegara a la
presidencia. Pero en las condiciones del México de 1920 eso fue un suicidio
político, porque los militares eran los que tenían el poder, los que
controlaban las regiones y tenían mando de tropa y miles de soldados”.