El estereotipo de la madre dedicada exclusivamente al cuidado del hogar ya es insostenible en México
La Paz, Baja California Sur.- La mayoría de las mujeres que son madres en Baja California Sur (BCS) no están casadas, la mayoría también trabaja para poder sacar adelante a su familia. Entrevistamos a una investigadora especializada en género sobre la forma en que ser madre en el 2020 es una condición radicalmente diferente, que requiere una urgente reflexión.
La doctora Arely Madai Martínez Valencia es politóloga y doctora en ciencias sociales con orientación en Desarrollo Sustentable, se ha dedicado a investigar la realidad de las mujeres en el país, sus más recientes trabajos están enfocados a revelar la relación de las mujeres y el cuidado del agua en zonas de alta marginada.
Además, Arely, es madre, por lo que tuvo que hacer un espacio entre sus labores como madre, investigadora y, ahora, educadora, para ser entrevistada por Diario El Independiente.
Areli dijo que es importante hablar sobre una redistribución de los cuidados, de las tareas que han sido históricamente depositadas a las mujeres, como la maternidad.
“Se ha naturalizado la idea de servilismo incondicional a la institución familiar y ha producido sobrecargas de trabajo que equivalen hasta 4 jornadas dependiendo del contexto en el que estén”, expresó.
En el contexto de un 10 de mayo histórico en México, atravesado por la cuarentena en un contexto de transformación, la investigadora dijo que la estadística más reciente muestra que menos de la mitad (42 de cada 100 mujeres con al menos un hijo vivió, de acuerdo al INEGI) de las madres de Baja California Sur está casada.
“El tipo de mamá que es pilar de una familia, al cuidado de pequeños, adolescentes, adultos mayores y el mismo marido en algunos casos cada vez es menos común, muchas mujeres que son madres también trabajan y deben redistribuir la responsabilidad que tradicionalmente habían sido asignadas a la maternidad con el resto de la familia”.
Notó que el 75% de la población sudcaliforniana ocupada femenina en el estado tiene por lo menos un hijo vivo.
“Pero estas mujeres que están solas, divorciadas, separadas, viudas ¿cuentan o no con redes familiares de apoyo?”, cuestionó.
La investigadora apunto a qué muchas veces esas redes de apoyo son establecidas entre otras mujeres, hijas, abuelas, tías, etc. Ante una realidad que convierte a la maternidad en una “jornada”.
“De cajón, son 3 jornadas para las madres trabajadoras, (cuidado del hogar, cuidados familiares, y la jornada laboral) pero, si viven en condiciones de pobreza y falta de acceso al agua se puede sumar una cuarta jornada, que es precisamente el abastecimiento de agua en los hogares”.
Martínez Valencia dijo que “la maternidad deja de convertirse en un fin o una aspiración más alta lo cual, no significa que la maternidad deje de tener un valor emocional, al contrario”.
Ser madre trabajadora hoy en día nos invita a repensar sobre los valores culturales del sacrificio, la abnegación y el coraje para salir adelante solas o acompañadas por sus parejas. Es tan grande la carga cultural que abraza a una madre que la realidad es que se trata de ser el mejor tipo de mamá que se pueda ser, con sus limitaciones y sus alcances, apoyando al desarrollo profesional y la redistribución de los cuidados se disminuyen las cargas que pesan sobre ellas y se incrementan los grados de igualdad para el disfrute de la maternidad”.
La investigadora dejó un momento la entrevista porque su bebé estaba llorando.
La entrevista se reanudó, cuando el contexto del distanciamiento social impuesto por la pandemia de COVID-19 puede nos invitarnos reflexionar, a veces lejos de la persona que nos dio la vida, el papel que tiene que tener la maternidad en nuestro tiempo.