• El arqueólogo Margarito Molina, delegado del INAH en Quintana Roo, señaló que antes de considerar la apertura del sitio se debe pensar en su restauración y reforestación
México
El incendio forestal que
durante poco más de un mes se mantuvo activo en la zona arqueológica maya de
Ichkabal, en Quintana Roo, destruyó la decoración del principal edificio
monumental del sitio (conocido como E4), elaborada en estuco, la cual mantenía
su policromía y tenía una antigüedad de por lo menos 2 mil 400 años.
Ciudad de México. Las
lluvias, que comenzaron el 9 de mayo, ayudaron a mitigar el fuego, pero
también cayeron sobre los estucos y, desafortunadamente, se perdieron en su
totalidad, lamentó la arqueóloga Sandra Balanzario en entrevista con La
Jornada.
Además, se estima que la
afectación al patrimonio natural en la poligonal del sitio prehispánico (que se
ubica a 40 kilómetros de Bacalar), fue de entre 30 y 35 por ciento.
“El basamento de la estructura
E4 y el entorno resultaron muy afectados. El fuego atacó el conjunto principal
de Ichkabal, su área monumental conformada por seis edificios distribuidos
alrededor de una plaza de siete hectáreas. El edificio más alto es el E4, tiene
46 metros de altura, el incendio le llegó del lado oriente y afectó su
basamento y fachada oriente, se extendió a la fachada norte y continuó hacia
parte de su fachada poniente.
Las brigadas del Instituto
Nacional de Antropología e Historia (INAH), la Comisión Nacional Forestal
(Conafor), Protección Civil del estado, voluntarios, así como equipo aéreo,
pudieron contener el incendio, pero en el caso del E4 se afectaron los techos
de protección que se encontraban en las fachadas norte y sur, donde exploramos
los cuerpos superiores de la estructura y donde se encontraban los decorados
con estucos y policromía en rojo, detalló la especialista.
También resultó muy afectado
el entorno natural; por ejemplo, la aguada de los cocodrilos, continuó la
arqueóloga. Se trata de un reservorio de agua que se encuentra asociado al
área monumental y tiene una extensión de una hectárea; estaba seco, pero toda
la vegetación se quemó. En total son 4 mil 200 hectáreas afectadas,
distribuidas en una superficie de 10 mil hectáreas.
La zona arqueológica de
Ichkabal está proyectada para equipararse a Chichén Itzá. Debido a su
monumentalidad que ofrece vestigios de asentamiento del periodo preclásico,
“tiene las condiciones propicias para el estudio de la organización política,
económica y social que tuvieron los mayas en esa región, análisis relacionado
con su vecino más cercano, Dzibanché, sitio en el que la dinastía Kaanu’l se
asentó por al menos dos siglos, y cuyos orígenes creemos se encuentran en esta
zona”, considera Balanzario.
Sin embargo, antes de pensar
en la apertura del sitio al público, y luego del siniestro, tenemos varias
labores que realizar: primero la restauración, la conservación y la
reforestación, lo cual se comenzará a realizar en cuanto se cuente con los
recursos del seguro contra desastres naturales del instituto y en coordinación
con el ejido de Bacalar, dijo a La Jornada el arqueólogo Margarito
Molina, delegado del INAH en Quintana Roo.
El especialista advirtió que
si bien el tema de los incendios en la región no es nuevo, pues suceden desde
la época prehispánica. Se trata de un problema que se ha incrementado los
recientes años debido al cambio climático, factor muy preocupante para la
protección y conservación del patrimonio cultural arqueológico en Quintana Roo.
Añadió que los incendios y los
huracanes son dos elementos que de manera constante amenazan y afectan los
sitios arqueológicos del sureste de México, por ello “como institución, el INAH
debería incrementar las medidas de protección y tener estrategias más claras
para enfrentar estos problemas.
Profesionalización y
capacitación
En el INAH-Quintana Roo hay
una brigada contra incendios, pero necesitamos profesionalizarla más; es decir,
vincularnos más a la Conafor, con los bomberos, tener cursos de capacitación,
contar con equipo, porque año con año vemos que nuestras brigadas son heroicas,
pero falta más trabajo, pues esto va a seguir aumentando. En estos difíciles
tiempos de presupuesto, hay que revisar cómo tener capacitación para brigadas
en lugares como Chiapas, Campeche, Tabasco, Yucatán y Quintana Roo, donde
tenemos incendios forestales en zonas selváticas muy cercanas a sitios
arqueológicos. Es un tema que tenemos que trabajar, insistió Molina.
Balanzario describe a Ichkabal
como una zona ubicada en un macizo forestal, de difícil acceso todavía, con
majestuosas estructuras monumentales muy altas, en medio de la selva. Su época
de mayor esplendor data del año 200 aC.
“Es un sitio que nos ha dado
grandes hallazgos y nos va a seguir dando más. La fecha más remota de ocupación
que tenemos es de 400 aC, y continúa por lo menos hasta el clásico tardío. Por
varios años se ha señalado que el sitio de El Mirador podría ser el lugar del
origen de la dinastía Kaanu’l; sin embargo, los hallazgos y exploraciones en
Dzibanché e Ichkabal (que en conjunto abarcan 100 kilómetros cuadrados, aunque
los vestigios se extienden más allá) demuestran lo contrario. Es un tema en
debate, pero la mayoría de los epigrafistas coinciden con nuestra propuesta.”
Respecto de los estucos que se
perdieron, por fortuna los investigadores tenían documentados los aplanados,
y por suerte el incendio no llegó a la fachada poniente, donde se
encuentran mascarones, también de estuco, concluyó la arqueóloga encargada del
sitio.