• En este Día del Niño en confinamiento, Juan Domingo Argüelles e Israel Barrón invitan a visitar otros mundos
CIUDAD DE MÉXICO.
El confinamiento y
el aislamiento por el COVID-19 es el tiempo perfecto para que niños y jóvenes
lean cuentos y puedan escapar de la contingencia con su imaginación. Es el
momento de que los lectores se acerquen a esos relatos fantásticos y a las
fábulas ilustradas que les permitan visitar otros mundos, para que su mente se
aleje de las malas noticias y, al mismo tiempo, cultiven su imaginación en los
relatos de Robert Louis Stevenson, Michael Ende, Rudyard Kipling, Lewis
Carroll, Anthony Brown y Francisco Hinojosa o con aquellos libros ilustrados
que pueden transportarlos a otros mundos, dice el escritor Juan Domingo
Argüelles y el ilustrador Israel Barrón, dos promotores activos del libro y la
lectura.
El primero en
hablar es Juan Domingo Argüelles, quien asegura que en este momento de
cuarentena muchos niños podrían formarse como lectores; aunque, lo más
importante sería no obligarlos a leer autores clásicos, como El Quijote o la Ilíada, ni
imponerles horas extenuantes de lecturas durante el confinamiento.
“No forcemos a los
niños a leer esos autores con los que nosotros crecimos, sino que busquemos
darles satisfactores que les hablen de un mundo al que pertenecen. Además, los
buenos libros no necesariamente tienen que ser los clásicos, sino que pueden
ser otros amenos y ligeros que pueden abrir las puertas a la imaginación”.
Argüelles asegura que los mejores ámbitos para generar el gusto por la
lectura es el hogar y también la escuela. “El primer ámbito es el familiar,
pero es cierto que en un ámbito en el que un niño ve que sus padres y hermanos
mayores leen, normalmente se acercará a los libros por gusto y, en gran medida,
por imitación. Eso está visto y científicamente probado, porque seguimos siendo
instintivos en la parte de la imitación”, agrega.
“Así que el
confinamiento es la mejor oportunidad para compartir la lectura con los hijos.
En este punto encontramos dos modalidades. En una están los niños que aún no
leen y que no saben leer y lo que se puede hacer es que los padres les lean
antes de dormir o en la mejor oportunidad, porque tampoco se trata de hacer
trabajos forzados con los niños y ponerlos a leer todo el tiempo, todo el día,
porque ellos tienen tarea de la escuela para recuperar el curso”, dice.
La otra modalidad es la de los niños y jóvenes que son lectores, añade,
y en este caso lo importante es buscar lecturas que sean justamente menos
relacionadas con esta tragedia global del COVID-19, “para que puedan disfrutar
un libro, gozarlo y escapar un poco de esta circunstancia”.
Y cierra con una reflexión sobre por qué leer: “La lectura tiene una
virtud que no tienen otros entretenimientos, gustos o aficiones: el estímulo de
la imaginación. Y, a diferencia de las películas, en el libro siempre se tiene
que imaginar pese a las descripciones del autor.
“Y aunque es
cierto que un niño prefiere un dispositivo digital, como una computadora o un
teléfono inteligente para jugar o ver videos, también es cierto que vivimos en
una época en la que existen más alternativas que hace algunos años”, dice.