• Diputados -Agiotismo-Usura
Mientras las diputadas y los
diputados locales se desgarran las vestiduras y se destruyen entre sí –a veces
hasta a mordidas-- por el poder y el dinero, desgraciadamente pasan
desapercibidos hechos importantes que siguen lesionando la economía del pueblo
y cuyas lesiones, sin duda se harán más notorias en estos momentos cuando el
pueblo sufre su más cruel vulnerabilidad, y que por tanto se verá
precisado a pedir dinero prestado.
Un claro ejemplo lo es la
perniciosa práctica de la usura y el agiotaje, considerada una de las formas
más comunes de fraude, y que de manera impune construye sus nidos en Baja
California Sur y en especial en esta capital, donde despliega sus tentáculos a
diestra y siniestra contando incluso con la coparticipación de
autoridades, quienes en erróneas decisiones dan entrada a controversias y
sostienen decisiones que en la especie establecen intereses superiores a los
del mercado, lesionando con ello aún más la economía de las personas y
provocando graves lesiones al patrimonio familiar.
En efecto, la gran mayoría de
los prestamistas sin recato alguno se anuncian en cada poste, en cada barda y
en cada esquina de la ciudad. Lo que ha traído como consecuencia que la
usura y el agiotismo, llegue a constituirse un delito que de paso está
generando una gran crisis social, la que por ende tiende a incrementarse
en tiempos de Coronavirus, cuando justamente el pueblo se siente en desventaja
al debatirse entre la vida y la muerte.
La usura, que no deja de ser
parte de la economía informal del país, moviliza cuantiosos recursos y la
ejercen personas inescrupulosas que llenan sus bolsillos valiéndose de la
necesidad y la urgencia económica de miles de incautos que caen en sus redes para
salir al paso de sus penurias.
Especulación abusiva y sobre
seguro, cuyo principal objeto es obtener un lucro exagerado con las
oscilaciones de los precios del dinero, mercancías o títulos de crédito; y, en
especial, siempre que se aprovechan ciertas circunstancias para lograr
cuantiosas ganancias con perjuicio de terceros.
Sobre este particular,
habríamos de recordar que hace apenas unos años, y en base a una encuesta
realizada por Diario El Independiente, sobresalieron opiniones donde –por
ejemplo-- el matrimonio integrado por el señor Carlos Ignacio Méndez y la
señora Luz del Carmen Sánchez de Méndez dejaron en claro que el agiotismo
y la usura en Baja California Sur se han convertido en un negocio mucho más
rentable que la banca legalmente establecida: “porque quienes lo practican no
pagan impuestos ni empleados ni renta y obligan a los deudores a pagar
intereses superiores a los establecidos”.
Por su parte, --en ese mismo
reportaje-- los jóvenes universitarios Elizabeth Amarillas, Monserrath Cuevas y
Adal Campos, coincidieron en que de acuerdo a tantos anuncios que se observan
en cada esquina, en cada poste y en cada barda de la ciudad, aparte de las
tarjetas que distribuyen, tal parece que los usureros y los agiotistas actúan
con derecho a picaporte: “es decir con permiso para actuar…”, denunciaron.
Inclusive pidieron que en
materia de Delitos Contra el Patrimonio, se realicen reformas al Código Penal
del Estado para que se castigue a quienes, valiéndose de la ignorancia o las
malas condiciones de una persona, obtenga de ésta ventajas usurarias por medio
de contratos o convenios en los cuales se estipulan réditos o lucros superiores
a los usuales por las instituciones bancarias.
Al reafirmar que hasta el
momento es incalculable la cantidad de dinero que circula mediante operaciones
marginales que están causando además perjuicios al erario público, “simplemente
porque no pagan impuestos”, los entrevistados dijeron que esta práctica
se ha tornado altamente perniciosa y sus autores han actuado con extrema
alevosía al aprovecharse del dolor ajeno, “y además al provocar la ruina de sus
contrapartes impiden la generación de la riqueza”, coincidieron.
Aclararon que lo peor de todo
es que los hechos rara vez son reportados o denunciados, lo que ha dado pie a
que la usura se vuelva una práctica común “donde se advierte que se acusa a
nadie, mientras que por el contrario lamentablemente se actúa en contra de los
deudores, y por ello “en contraste, hay decenas de personas encarceladas
por no pagar los altísimos intereses que les cobran los prestamistas”.
Destacaron que en estos hechos
incluso forman parte algunas de las llamadas Casas de Empeños o de Préstamos,
pues muchas de ellas anuncian bajísimo intereses: “Cinco por ciento de interés
diarios”, lo que es una falacia, toda vez que si –por ejemplo-- usted solicita
mil pesos prestados, deberá pagar cincuenta pesos diarios. Lo que equivale a
1,500 pesos mensuales de intereses.
Para finalizar y tras explicar
que los usureros y agiotistas se dedican a prestar dinero con intereses de
hasta 20 ó 30 por ciento mensual “con lo cual están llevando a sus clientes a
la quiebra, y atentando especialmente contra las calases sociales más
desprotegidas”, externaron que: “algo se debe de hacer en lo que tiene que ver
con el Delito Contra el Patrimonio y más aun con la entrada en vigor del Nuevo
Sistema de Justicia Penal (NSJP)”.
Es por eso que a fin de
prohibir que una persona obtenga en provecho propio y de modo abusivo sobre la
propiedad de otro un interés excesivo derivado de un préstamo, piden se hagan
reformas al Código Penal para el Edo de BCS y en su caso adicionar al artículo
174 de la Ley General de Títulos y Operaciones de Crédito.
En síntesis, son momentos
altamente cruciales para la economía de un pueblo que aparte del miedo por el
encierro y el Coronavirus, lo asalta el temor y la incertidumbre sobre qué dará
de comer mañana a su familia.
Por tanto, son momentos en que
las diputadas y los diputados locales, si realmente tienen interés por defender
al pueblo como lo pregonan, hagan algo en este sentido, porque de lo contrario,
esta terrible pandemia que hoy nos acecha, provocará que el hambre del pueblo,
lo obligue a cometer hechos lamentables.
Ojalá y no sea así, porque
entonces la crisis social, será muy superior a la imaginada. Lo que por
supuesto, ni usted no yo ni nadie queremos.
Cuestión de tiempo.