• Desde muy temprano, más de un centenar de personas estaba en la estación del teleférico, que reabrió este fin de semana
Chamonix, Francia. "¡Siento escalofríos de pura
felicidad!", confía Medhi Bidault, mientras contempla el Mont Blanc, la
cima más alta de Europa. Este guía del valle de Chamonix (Alpes franceses)
aborda una de las primeras cabinas del teleférico para regresar a la montaña, y
acompañar a su primer cliente tras el confinamiento por la pandemia de
coronavirus.
A las 08H00 del sábado más de un centenar de
personas estaba en la estación del teleférico, que reabrió este fin de semana.
Llevaban mascarillas y respetaban las distancias según las marcas hechas en el
suelo, y su temperatura era controlada antes de entrar de a 30 en cada cabina, cuando
normalmente cargan hasta 68 personas.
En pocos minutos serán remontadas a 3.842
metros de altura. Aficionados y profesionales del esquí y el alpinismo no
podían ocultar su emoción. Especialmente después de haber superado un colchón
de nubes y descubrir una extensión de nieve virgen casi infinita.
Los primeros en lanzarse hacia las cumbre Léo
Slemett, campeón mundial de esquí estilo freeride, y Vivian Bruchez, guía y
esquiador en grandes pendientes, ambos originarios de Chamonix.
Pero, el resto, cada uno lo hace a su ritmo.
Giulia y Giovanna, ambas italianas, una guía
y la otra arquitecta, se expresan con una gran sonrisa: "¡Esto nos hace
bien! Escalamos por diversión".
Antoine, francés de 33 años que trabaja en
tareas de prevención en la montaña, quiere "tomar un poco de aire y
retomar contacto con la naturaleza".
Hay programas para diferentes gustos: el
descenso por la majestuosa ruta del Valle Blanco, una caminata glaciar o
coronar la cresta 'des Cosmiques'. Todo parece posible en este día hermoso.
"A la lejanía parecía algo inaccesible,
pero ahora ascendemos nuevamente", se congratula Mathieu Dechavanne, CEO
de la Compañía del Mont-Blanc, administradora del teleférico de la Aiguille
(aguja), así como del tren del Montenvers, que reanudó el servicio hacia la mer
de Glace (mar de Hielo).
Unas 300 personas ascendieron el sábado,
seguramente este domingo de buen clima han sido más, aunque sin llegar a las
entre 1.500 y 2.000 en circunstancias normales. Pero, así como los deportistas
han madrugado, también lo hicieron quienes suben solamente para disfrutar de un
panorama grandioso.
"Como en su origen"
A Jacques Ouziel no le preocupa sufrir
empujones a pesar de sus muletas, un recuerdo de una caída en la vecina
vertical de los Drus, durante el verano (boreal) pasado. "Desde abajo, no
pueden verse los Grandes Jorasses o el Dente del Gigante (Dent du Géant), ni la
parte italiana", explica este fisioterapeuta de 60 años, mientras
contempla el gran macizo.
Acodado en una barandilla, se deja invadir
por "esta sensación de inmensidad y enorme belleza".
Sin la multitud habitual, predominantemente
asiática, tomándose selfis ante el Mont Blanc, ni campamentos y cuerdas de
alpinistas por doquier y, sobre todo, casi sin huellas sobre la capa de nieve
inmaculada, esto parece un retorno al pasado. "Es un poco como en su
origen...", destaca Ouziel.
Desde las laderas resuenan crepitaciones que
parecen lejanas. "Una caída de serac (bloque de hielo)", comenta.
Éstas son las montañas míticas que los guías
del valle esperan recorrer junto a sus clientes lo más rápido posible. La
enorme reputación del macizo atrae a una multitud cosmopolita, que
probablemente brillará por su ausencia en el verano.
La sueca Ulrika Asp, guía independiente cuya
clientela es en un 90% nórdica, "aún no prevé gran cosa". Sueña con
una "invasión de franceses al valle de Chamonix, de gente que
habitualmente no viene".
"Sabemos adaptarnos a los novicios, y a
las familias. ¡Permanentemente nos adaptamos a la montaña, al clima y a los
clientes! Hay muchas posibilidades, como pequeñas escaladas, caminatas sobre
los glaciares, 'via ferrata' (paseos horizontales o verticales con equipamiento
especial), barranquismo", enumera esta 'chamoniarde' por adopción.
Tras la reanudación parcial de las
actividades de guías y acompañantes, a partir de esta semana, el presidente de
la Unión Nacional de Guías de Montaña (SNGM), Christian Jacquier, intenta ser
optimista.
Si el desconfinamiento va bien, se podrían
flexibilizar dos restricciones: el desplazamiento autorizado limitado por el
momento a un radio de 100 km alrededor de los domicilios, lo que impide llegar
a muchos clientes, y el cierre de los refugios. Reabriendo otros sectores de
ensueño en las alturas...