• Para Andrés Sierra, editor de Océano México, “uno de los mejores compañeros para los chicos, durante el confinamiento serán los libros que los motiven a preguntar qué está bien, qué está mal”
Ciudad de México. El bien y el mal en la literatura infantil,
las consecuencias que conllevan lo que en apariencia es una acción “buena” o
“mala”; así como el que una situación, no porque sea “legal”, es siempre buena,
fueron tema de la videocharla que ofreció Andrés Sierra, editor del sello
Océano México, a través de la plataforma de Instragam de esa editorial.
Sierra comentó, entre otras cuestiones, sobre
la importancia de reflexionar, antes de emitir un juicio tajante, sobre lo que
creemos está bien o está mal; “pues siempre existen matices que tienen que ser
considerados”, explicó.
“Cuando se trata del bien y el mal, estamos
acostumbrados a resolver siempre las mismas situaciones. Generalmente en la
literatura para niños, se les presenta personajes arquetípicamente muy buenos o
muy malos. La idea del bueno y malo, es un planteamiento superfácil y
maniqueísta; para no reflexionar y deslindarse de tomar una decisión”.
El editor, durante su charla, se refirió a la
cuestión de que toda acción, buena o mala, tiene una consecuencia; sin embargo,
destacó, que no todas las acciones que se podrían considerar como “buenas”,
tienen resultados positivos; y en el caso de algunas acciones que consideramos
“malas”, necesariamente tienen como resultado algo negativo. “La vida está
llena de matices”.
“Siempre hay que tomar muchas cosas en
cuenta. Hay que preguntarnos sobre las motivaciones de quien hace una acción
que consideramos buena o mala.
“Evidentemente no es fácil hacer una análisis
en el momento mismo cuando ocurre una determinada situación, ya que muchas
veces solemos actuar impulsivamente, a partir de lo que nos han dicho está bien
o está mal; pero sí se puede ejercitar la reflexión”.
Para eso sirve la literatura. Sin que alguien
tenga que vivir en la vida real una determinado conflicto o dilema, una
historia literaria puede ayudar a que el lector reflexione, ejemplificó el
editor.
Muchos de los cuentos clásicos para niños que
se conocen, sirven como una especie de advertencia frente a una determinada
situación; sin embargo hay otras historias que permiten cuestionar el asunto
del bien y el mal, como es el caso de los cuentos ¡Es mi sopa!, de Asunción
Lissón y Una caperucita roja, de Marjolaine Leray.
Historia, ésta última, que trata sobre una
caperucita que va caminando por el bosque y se encuentra con el lobo, quien la
amenaza con que se la va a comer.
Ella, muy tranquila le dice que no lo va
hacer. El lobo, desconcertado, le pregunta por qué. Caperucita le responde que
porque le huele la boca; momento entonces en el que le ofrece un dulce. El lobo
se lo come y se muere, pues el dulce estaba envenenado.
En en esa historia, comentó el editor,
primero no hay que comerse lo que te ofrece una persona desconocida. Además,
¿quién es el malo, aquí? Creíamos que el lobo iba a ser el malo, pero quién
termino siendo la villana, es caperucita; pero también se puede cuestionar, el
que caperucita sólo se estaba defendiendo. Si no se defiende, el lobo la
devora. Caperucita, ¿está siendo una persona mala o se está protegiendo a sí
misma?
“No se trata de endiosar o sentir lastima por
el bueno o por el villano, sino entender qué motivos pueden llevar a alguien a
tomar una serie de decisiones que podrían dañar a otra persona”, consideró
Sierra.
Está también, por ejemplo, el chico que le
comparte la tarea resuelta a su amigo de clase. Y lo hace una y otra vez. Esa
es una acción que en apariencia es “buena”, pero que a la larga hace daño a su
amigo y compañero. “Hacer el bien, no sólo es tener buenas intenciones”;
también al pasarle la tarea, todas las semanas, es algo que está mal.
Ahora, un bien para ambos, es hacer que uno
al otro le enseñe hacer la tarea, y de esa manera continuar siendo amigos.
Cada época, continuó, requiere de sus propias
herramientas de análisis, sobre lo que está bien y lo que está mal. Por ejemplo
la cuestión de la esclavitud.
En el pasado la esclavitud fue permitida por
muchos años. Y no porque fuera “legal”, esa situación estaba bien. “Por eso ese
tipo de reglas hay que cuestionarlas y analizarlas, ¿a quién benefician? Hay
cosas malas, que le convienen a sólo un grupo de personas, como el caso de la
esclavitud”.
Algo que se debe impulsar desde niños, a
través de la literatura y la filosofía, concluyó el editor, “es que existen
ciertas contradicciones cuando se reflexiona sobre lo que está bien y lo que
está mal; por lo que uno de los mejores compañeros para los chicos, durante el
confinamiento serán los libros que los motiven a preguntar qué está bien, qué
está mal”.