• Entre los narradores reunidos en el proyecto, se encuentran Betriz Meyer, Javier Caravantes, Juan Villoro, Alaíde Ventura e Isa González
La iniciativa Decamerón 2.0. Sherezada,
Bocaccio & Co, creada ante la cuarentena prohijada por el nuevo
coronavirus, publica cada noche, en la plataforma Spotify, un nuevo cuento
leído por sus autores.
Alojada desde el pasado 5 de
abril en el sitio https://spoti.fi/2VzGhev, la propuesta es un juego muy literario. Si
aliviana el encierro, la angustia, los miedos de alguien, ya valió la pena,
explica Juan Sebastián Gatti (Córdoba, Argentina, 1963) a La Jornada.
El escritor y pedagogo
naturalizado mexicano, uno de los creadores del podcast, menciona que la idea
era reunir una oferta lo más amplia y variada posible. Puedes encontrar
estilos literarios muy diversos. Cuentos policiacos, de fantasía, de realismo
puro y duro. La idea es que una persona puede encontrar ahí uno o dos cuentos
que le resulten satisfactorios, le hagan pasar un buen rato y sobrellevar la
situación.
La primera publicación fue la
lectura del cuento inédito Tiempo de zafra, de Beatriz Meyer. Luego se
sumaron textos de Juan Sebastián Gatti, Alejandro Badillo, María Teresa
Andruetto, Judith Castañeda, Javier Caravantes, Gabriel Wolfson, Pablo di
Marco, José Luis Zárate, Fernando Contreras, Juan Villoro, Alicia Flores, Marco
Tulio Aguilera, Alaíde Ventura, Enrique Pimentel, Isui Tovar, Isa González,
Miraceti Jiménez, Gabriel Rodríguez Liceaga e Isaac Gasca Mata.
Introspección forzosa
Gatti sostiene que si bien la
literatura le llega más bien a las personas de ánimo introvertido,
dispuestos a ensimismarse, ahora que estamos casi todos obligados a un
ensimismamiento mucho mayor, es una excelente herramienta para procesar y
manejar lo que sientes cuando estás a solas, inmóvil, cuando no tienes las
mismas posibilidades de externar esto.
El escritor refiere
que en tiempos de emergencia social cada quien trata de dar a los demás lo
que puede, de poner el hombro desde su oficio. El nuestro es contar historias.
No de esta manera, sino por escrito. Pensar en hacerlas sonoras era un juego
muy interesante.
El impulsor del proyecto,
junto con Beatriz Meyer, Alejandro Badillo y Javier Caravanes, refiere que
quienes participan son escritores profesionales que graban cuentos con sus
medios; menciona que la respuesta de todas las personas con quienes
hablamos y a las que les hicimos la invitación fue extraordinariamente
generosa.
Los participantes iniciales fueron
contactados de forma directa, pero también reciben propuestas al correo
electrónico decameron2punto0@gmail.com. “Si hay otros escritores, cuentistas, que quieran
mandarnos sus relatos, pueden hacerlo con toda tranquilidad y con todo nuestro
agradecimiento.
“Si nos tomáramos en serio lo
del Decamerón, tendríamos que llegar a las 101 historias. Nos
conformaríamos con las 40 que marca una cuarentena, pero si la iniciativa puede
seguir funcionando e ir más allá de la pandemia, sería extraordinario. Nosotros
estamos dispuestos a seguir poniendo los cuentos ahí.”
Juan Sebastián Gatti dice
que la pandemia nos cambia los ruidos habituales por otros. En vez de
escuchar automóviles, cláxones, gritos en la calle, en la ciudad de Puebla se
estaban oyendo los grillos y las ranas. Además, te hace más consciente de todos
los ruidos de los vecinos, la música que ponen los otros. Te deja frente a un
enorme panorama sonoro que suele resultar extraño.
“Cuando empezamos con esta
idea entre tres o cuatro cuentistas, en Puebla, partimos de que parte de la
literatura ha tratado de las epidemias y las enfermedades. El referente
inmediato era el Decamerón, de Giovanni Boccaccio, la historia de un
grupo de personas que se encierra y se cuenta relatos para sobrevivir ese
aislamiento.
Reminiscencias del siglo XIV
Decamerón reúne 100
relatos escritos por Giovanni Boccaccio entre 1351 y 1353. Se inicia con una
descripción de la peste bubónica (que golpeó a Florencia en 1348), lo que da
motivo a que 10 jóvenes –siete mujeres y tres hombres– que huyen de la plaga se
refugien en una villa en las afueras de la ciudad. Cada noche cuentan una
historia para finalizar con 10 cada uno.
“Tratan, desde su quehacer,
desde lo que saben, su profesión, de compartir un poco. Es lo que pasa en las
emergencias sociales: cada uno busca hacer lo suyo y darlo a los demás.
“Cada época responde con las
herramientas y las condiciones que la misma historia le da. Aquí, ciertamente,
quienes han participado hasta ahora en esta iniciativa, en este juego, son
todos escritores profesionales. Tratan, con los medios que tienen a su alcance,
de compartir lo que hacen con la posible audiencia, un poco como si te dieran
la posibilidad de tener a alguien ahí contándote un cuento cuando no puedes
salir o no puedes moverte.
“Cuando empezamos a jugar con
esta idea, Beatriz Meyer, Alejandro Badillo, Javier Caravanes, algunos otros y
yo, pensamos empezar las grabaciones nosotros y luego lanzar la invitación a
otros con los que pudiéramos tener contacto, cuentistas todos ellos. Fue muy
sorprendente, lo sigue siendo, la respuesta de todas las personas a las cuales
les hicimos la invitación, porque todos fueron extraordinariamente generosos en
aceptar, hacer esta prueba, dedicar su tiempo a ello, en condiciones muy
precarias; ninguno de nosotros grabó en cabinas profesionales, sino con el
teléfono, la computadora. Eso se nota de inmediato cuando escuchas los cuentos:
hay ruido de fondo, toses, tropiezos a veces en la lectura. Todas estas cosas
que para alguien acostumbrado a escribir y corregir, a hacer las cosas con
mucha pulcritud, son siempre alarmantes y, sin embargo, todos fueron muy
generosos no sólo en aceptar –hasta ahora nadie nos ha dicho que no–, sino
también en hacerlo en las condiciones que cada quien tenía a la mano.
Experiencia orgánica
“No hay ninguna intención de
tribu, ninguna censura o selección en términos editoriales. Invitamos a
personas con obra publicada y que, en consecuencia, ya se han enfrentado a los
procesos editoriales y saben lo que hacen. Eso, para nosotros, es más que
suficiente.
“La idea es que en este
podcast (que mantiene al día el monero Luis Ricardo) haya una oferta lo más
amplia y variada posible. Puedes encontrar estilos literarios muy diversos,
tipos de literatura muy distintos. La premisa es que mientras más variedad haya
podamos llegar a más audiencia. Si alguien puede encontrar uno o dos cuentos en
este conjunto que le resulten satisfactorios, que le hagan pasar un buen rato,
que le permita sobrellevar la situación de aislamiento en la que estamos
viviendo, esa es justamente la idea.
Mi experiencia personal debe
ser compartida por muchos de los que han participado. Primero tienes la duda,
la inquietud de si esto funciona de manera oral. Después tienes todos los
nerviosismos que una experiencia así te puede provocar: se va a entender mi
lectura, qué pasa con la dicción, los ruidos de fondo. Y, por supuesto, lo que
piensa cada escritor: qué pasa cuando llegue al lector. Es un juego muy literario.
Cualquiera que se dedique a la literatura se enfrenta a estas cosas y, si le
aliviana el encierro, la angustia, los miedos a alguna persona, ya valió la
pena.