Con el "Santísimo Sacramento" recorriendo todas las colonias de la Diócesis de La Paz, desde las más alejadas en Cabo San Lucas, hasta Guerrero Negro, se iniciaron los ritos -En medio de la cuarentena- de la Semana Mayor.
La Paz, Baja California Sur.- “Que viva mi Cristo que viva mi Rey, que impere doquiera triunfante su ley, ¡Viva Cristo Rey, Viva Cristo Rey…!”, se escucha desde el vehículo que acompaña a la camioneta blanca en la que el sacerdote carga y muestra al “Santísimo Sacramento” durante el recorrido, en este arranque atípico de la Semana Santa en La Paz.
El claxon avisa a los hogares que están por pasar. Algunas mujeres y niños ya esperan en el patio de sus casas, desde las rejas o desde la banqueta. Agitan con júbilo las palmas que esta vez no pudieron llevar a los templos que permanecen cerrados en todo Baja California Sur, por el avance de la pandemia del coronavirus.
Así arrancan, con sus propios recorridos, todas las parroquias y comunidades de la Diócesis de La Paz los rituales de esta Semana Mayor, donde el obispo Miguel Ángel Alba Díaz ha llamado a que se priorice “la reflexión sobre la fe y la convivencia humana”.
En distintas comunidades de esta capital y también de los cinco municipios del estado en donde los católicos acostumbran a participar de los ritos de la Semana Santa se convocó a que lo hicieran desde sus hogares, sumándose así a la Jornada Nacional de Sana Distancia y a las restricciones tajantes que se anunciaron desde los Gobiernos federal y local para evitar la propagación del virus.
Los sacerdotes de toda la Diócesis comenzaron a salir a bordo de vehículos y a recorrer colonia por colonia, en la mañana y tarde, en Cabo San Lucas y hasta Guerrero Negro.
“En mis 45 años nunca me había tocado algo así comenta Rita, en la colonia Santa María, quien salió con sus dos hijos a observar y pedir la bendición al "Santísimo Sacramento", mientras era trasladado por las colonias que integran la comunidad de San Juan Bautista.
Una escena similar la que se vivió en la comunidad de San Juan Bosco, en la Rectoría de Nuestra Señora del Auxilio o en tantas más de esta capital y el territorio sudcaliforniano, del Domingo de Ramos.
Un domingo santo por primera vez en muchos años tan distinto, con templos cerrados y sacerdotes en las calles, y con miles de feligreses que entre los llamados a la sana distancia- incluso con sus seres queridos- y con una latente crisis económica, escarban entre su angustia y la razón, un hilo de fe que les ayude a ser más llevadero el aislamiento y la incertidumbre…