• Will Fowler aborda el periodo de 1857 a 1861, una de las épocas menos estudiadas en el seno de la historia oficial en México, preludio de la Intervención Francesa
CIUDAD DE MÉXICO.
La Guerra de los Tres Años fue
uno de los momentos más cruentos del siglo XIX de la historia de México y, al
mismo tiempo, uno de los periodos más olvidados en el seno de una historia
oficial que sirvió de preludio a la epopeya de la Intervención Francesa, bajo
una narrativa que ha apostado por diferenciar entre personajes buenos y malos.
Así
lo comenta el historiador británico Will Fowler, quien es profesor investigador
en la Universidad de St. Andrews en el Reino Unido y uno de los estudiosos que
más ha explorado los tramos menos tratados de la historia de México, como
sucede ahora con La Guerra de Tres Años, el volumen que indaga el
periodo que va de 1857 a 1861, donde aborda desde el Plan de Tacubaya de 1857,
hasta la promulgación de la Constitución; los planes de Ayotla y Navidad de
diciembre de 1858, el polémico tratado McLane-Ocampo, del 14 de diciembre de
1859 y el germen del estado laico.
De
acuerdo con Pablo Mijangos González, profesor investigador de la División de Historia del
Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE), “este
libro está destinado a convertirse en una referencia obligada sobre la Guerra
de Reforma, apoyándose en una investigación exhaustiva y una revisión cuidadosa
de la historiografía reciente sin caer en maniqueísmos”.
En
entrevista, Will Fowler comenta que era necesario escribir un nuevo libro sobre
este periodo, ya que en más de medio siglo no se había explorado ni se había
escrito algo al respecto, a diferencia de otros periodos, como la Revolución
Mexicana y la Independencia.
“Es difícil entender este olvido al tratarse
de la peor guerra intestina que sufrió México entre la consumación de la
Independencia, en 1821, y el inicio de la Revolución Mexicana en 1910… Me
parece que es un tanto sorprendente el hecho de que una guerra de una
importancia tan tremenda como ésta, en la que murieron tantos mexicanos, haya
sido relegada y que no se hayan escrito tantos libros sobre este momento,
cuando en la práctica se le compara con la Guerra Civil de Estados Unidos
(entre 1861 y 1865), sobre los que se han escrito más de 50 mil libros”, apunta
Fowler.
Este olvido, añade Fowler —quien antes ha
desmitificado la figura de Antonio López de Santa Anna— se podría deber a la
importancia que posteriormente tuvo la Intervención Francesa, un momento de la
historia al que se le ha dado prioridad y, quizá, por eso se ha venido olvidado
lo que vino antes… aunque también es cierto que podría deberse a la manera como
fue abordada por los historiadores de aquel momento.
Es posible que este olvido también se deba a
que es más llevadero para la historia oficial mexicana, “leer sobre el 5 de
Mayo, con esos mexicanos patriotas que luchaban contra los franceses, en un
contexto histórico en el que la mitad del país favoreció a uno u otro bando”.
O quizá porque dentro de la narrativa de la
historia oficial, que tiende a resaltar la importancia de Benito Juárez, la
Guerra de Tres años nos recuerda la firma del tratado de McLane-Ocampo, el cual
no precisamente nos muestra a un Benito Juárez como una figura pulcra y pura y
patriótica, añade.
Fowler recuerda el contexto de aquel momento:
“Por un lado, estaban los conservadores al establecer su gobierno en la Ciudad
de México y, por el otro, el gabinete constitucionalista de Benito Juárez,
refugiado en el puerto de Veracruz durante tres largos e increíblemente
violentos años… hasta llegar al 17 de diciembre de 1857, fecha en que da inicio
dicho momento histórico”.
¿Qué momentos resumen esta guerra de tres
años?, se le pregunta a Fowler. “Suceden los planes de Ayo-
tla y Navidad, de diciembre de 1858, las ejecuciones de Tacubaya del 11 de
abril de 1859, el polémico tratado McLane-Ocampo, el Tratado Mon-Almonte, de
septiembre de 1859, las Leyes de Reforma y el consecuente cambio entre el
Estado y la Iglesia”.
¿Podría retratar ese momento histórico?
“Pensemos que no se trataba de un mundo de dos polos. Ni el de ahora ni el de
entonces. Así que, dentro de cada tendencia política o movimiento había
facciones y diferentes opiniones, unas más radicales que otras, como ahora
mismo, con opiniones muy fuertes”.
El escenario, por un lado, mostraba a los
moderados, quienes tenían miedo de que cambios acelerados pudieran provocar la
pérdida de todo e impulsar una contrarrevolución conservadora y los liberales
que también se dividían en otras fracciones… así que todo sucedió en un marco
de disputas personales que enfrentaron a unos y otros, advierte.
Por tanto, la lucha de ese momento no sucedió
explícitamente entre liberales y conservadores, dado que existían distintos
matices y cambios y el momento iba más allá del blanco y negro. “El contexto es
complejo, ya que en ese momento había agravios de distintas comunidades que
aprovecharon el contexto de la guerra para matarse unos a otros y resolver sus
propios problemas a nivel regional en estados como Nuevo León, Coahuila y
Yucatán.
“En este último, por ejemplo, había otra
guerra de castas que sucedía simultáneamente. Esto significa que no todos
luchaban por la misma guerra. O como sucedió en San Luis Potosí o Zacatecas que
continuamente cambiaban su experiencia de la guerra”, añade.
¿Cuál es el mayor problema en este momento
para estudiar ese periodo histórico? “Considero que el problema de tener una
historia oficial, como en México, que empieza a finales del siglo XIX tras la
Intervención Francesa, es una historia que busca resaltar unos valores y héroes
mexicanos, en una narrativa de buenos y malos que después se perpetúa con
nuevos héroes de la Revolución Mexicana y se añaden a esos héroes liberales.
Ése es el problema de tener una visión bipolar del pasado mexicano”, concluye.