• El escritor mexicano sostuvo un encuentro digital para hablar de su novela Salvar el fuego, ganadora del Premio Alfaguara 2020
CIUDAD DE MÉXICO.
“Que la gente se ría, que me miente la madre,
que se le agite el corazón, que huela, que escuche. Que entre a mundos
desconocidos y descubra algo suyo que creía perdido o que ni siquiera sabía que
tenía”. Ésta es la experiencia “estética y física” que Guillermo Arriaga desea
para los lectores de su novela Salvar
el fuego, ganadora del Premio Alfaguara
2020.
“Quiero que, al caerse, el libro salpique
vida, sangre, semen, sudor. Que mis palabras hagan algo a la mano que lo
sostiene; que la corten, la trituren, la rompan, y luego la curen, la alivien”,
comentó el escritor y cineasta mexicano en videoconferencia.
“Que suceda esto con mi novela, y más en
estos momentos de encierro, porque en cada una de sus 659 páginas puse todo lo
que tengo: sangre, entrañas, riñones, hígado, corazón, cerebro. No hay otra
forma de escribir”, explicó.
“Guardado” ya en su casa, para ponerle sana
distancia a la pandemia del coronavirus, el narrador sostuvo ayer un encuentro
digital con sus lectores –que fueron diez mil, detalló al final– desde su cuenta
de Twitter.
“Vivimos tiempos oscuros. Hay un proverbio
chino que dice ‘No maldigas la oscuridad, mejor enciende una vela’. Espero que,
en esta cuarentena, los libros se conviertan en una vela, en algo que ilumine
lo que están haciendo”, afirmó.
El
autor de los guiones de películas como Amores perros, 21 gramos y Babel cree que lo mejor que le puede suceder
a un escritor es ser leído. “Me honraría mucho si alguien me lee en las
circunstancias en que estamos ahora, de corazón me sentiría muy honrado”.
Sonriente,
de camiseta negra y chamarra de cuero café, Arriaga confesó que estaba
emocionado porque parte del premio Alfaguara consistía en promover Salvar el fuego en todos los países hispanohablantes,
gira que se canceló para evitar los riesgos de contagio.
“Ojalá que esta pandemia nos haga reflexionar
un poco sobre las desigualdades. Para unos es muy fácil pedir entrar en
cuarentena, pero para quienes viven al día es muy pesado. Debemos crear un
sistema más justo, más igualitario”, dijo.
En su primera presentación virtual –“me
encantó la experiencia, aunque es raro estar hablando como periquito a un
iPad”–, el comunicólogo y maestro en Historia por la Universidad Iberoamericana
narró que su novela está nutrida por dos sentimientos complejos: la rabia y el
miedo.
“Se desarrolla en México, un país donde
cohabitan la violencia y el amor, la
desigualdad y el arte, los intelectuales y los homicidas, cuyos habitantes
necesitan dialogar para redefinirlo”, destacó.
Aunque
aclaró que, sobre todo, Salvar
el fuego es una historia de amor.
“Éste es uno de los sentimientos más potentes, más subversivos. Tanto que ha
habido batallas épicas en su nombre, renuncias al trono de reyes, pleitos
mayúsculos, construcciones de fortalezas. Es lo único que permite la cohesión
de una sociedad”.
Señaló que narra el encuentro entre una
bailarina y un homicida. “Marina es una coreógrafa de 38 años, casada, con tres
hijos, adinerada. Se pregunta a menudo si lo que hace es interesante o es
mediocre y está obsesionada con eso. Presenta una coreografía que es un
desastre y piensa en retirarse. En un momento dado, la invitan a dar una
función en la cárcel y ahí conoce a José Cuauhtémoc.
“José, aunque culto y erudito, es un homicida
condenado a 50 años de prisión. Es hijo de un activista indígena que ha educado
a sus tres hijos fuertes y cultos, para que no los vuelvan a insultar por ser
descendientes de indios. Es una historia de celos, de racismo, de crimen”,
indicó.
Y
aseguró que le ha interesado hablar de amores extremos desde su novela El búfalo de la noche (1999), “en la que una mujer está
enamorada de un esquizofrénico, que entra y sale de hospitales siquiátricos;
luego, en 21 gramos, un preso que escribía cartas y poemas se
enamora”.
Arriaga
detalló que Salvar
el fuego, cuya confección le llevó cuatro años y medio, está
contada en primera, segunda y tercera personas. “La primera voz es la de
Marina, quien, con un lenguaje coloquial y educado, narra su propia historia;
la segunda es de Francisco Cuitláhuac, hermano de José, que, con un lenguaje
pomposo y elegante, habla en el cementerio con su padre, Ceferino, y la tercera
es una narración del pasado inmediato de José. Las tres historias van cambiando
los ángulos y, al final, se anudan”.
El
autor de las novelas Escuadrón Guillotina (1991), Un dulce olor a muerte (1994)
y El
salvaje (2016), con la que en su momento compitió por el
Premio Alfaguara pero no ganó, compartió su proceso creativo y aclaró que, para
él, escribir no sólo es teclear, sino también pensar.
“Yo me arranco a hacer una novela con una
escasa noción de qué tratará. Me siento a escribirla sin conocer el final ni a
los personajes ni lo que sucederá en el camino. Sé que muchos de mis colegas
son más estructurados.
“Yo comienzo a escribir en el orden que me
vienen las ideas. Voy descubriendo la estructura y el lenguaje de cada voz
conforme avanzo. Una vez que tengo el conjunto, la reescribo, transcribo
palabra por palabra, y voy corrigiendo y quitando, quito mucho. La trascribo completa
hasta seis veces. Así trabajo tanto mis novelas como en el cine”, apuntó.
El
también autor del guion de Los tres entierros de Melquiades Estrada, que recibió
el premio al Mejor Guion en el Festival de Cannes en 2005, se dijo feliz de
haberle dado vida a Marina. “Las mujeres son más profundas. Espero haber creado
un personaje femenino creíble. Ya me dirán”.
Contó que se rió mucho escribiéndola. “Me
divierto siempre. Quisiera quitarme algunos clichés que me parecen espantosos.
Yo no sufro escribiendo; eso de los escritores que exorcizan sus demonios me
parece un lugar común. Yo no tengo ningún demonio que exorcizar, soy bastante
optimista”.
Finalmente, antes de cortar la comunicación,
Arriaga agregó que la novela, que desde ayer está en las librerías de España,
tardará unos tres o cuatro días en llegar a México y a América Latina, y pidió
a sus interlocutores, “tengan paciencia”.
Y adelantó que los actores Jorge Jiménez, Noé
Hernández y Adriana Paz ya están grabando la lectura del audiolibro.