• La ganadora del Premio Pichincha de Poesía habla de Guayaquil, obra compuesta por 22 poemas
CIUDAD DE MÉXICO.
En Guayaquil (Provincia de Pichincha, 2019),
tercer libro de poesía de la escritora María Auxiliadora Balladares
(Ecuador, 1980), y con el cual obtuvo el Premio Pichincha de Poesía 2017,
el universo es sofocante, como la ciudad que da título al libro, la
versificación está a mitad de ser verso y prosa, con trazo íntimo, casi de
apunte de diario, donde se pergeña un territorio, la genealogía de una familia,
el roce erótico con la pareja a través de la mirada de un yo poético
conversacional, casi oral.
En
entrevista, la
también profesora-investigadora de la Universidad San Francisco de
Quito, da cuenta de su libro de poesía, así como de temas en
torno a la literatura, la obra de sus contemporáneas y del feminismo. “Lo
poético en Guayaquil encuentra
su caldo de cultivo en la materialidad del mundo y de los cuerpos. En ese
sentido, la experiencia carnal es central en el libro, como uno de los
escenarios posibles del encuentro de los cuerpos de las amantes, del amor, que
es su tema principal”.
Compuesto
de 22 poemas, este libro recupera el tono de diario, es decir, es sumamente
personal. “Creo que cada uno de mis libros de poemas responde a una necesidad
coyuntural. Guayaquil surge
en un momento de mucha vulnerabilidad. Creo que ahí trabajo un lenguaje
descarnado, con desparpajo. Quería que estos poemas mostraran todo el amor y el
dolor que provoca el rompimiento sin pretensiones de ningún tipo.
Uno de mis intereses es trabajar un tipo de
poema que restaure la posibilidad de la épica para la poesía. No la épica que
se produce como constatación o discurso paralelo a la conformación de los
Estados nación de Occidente, sino una épica que simplemente recupere para el
poema la posibilidad de narrar aquello cuya potencia exija que su medio de
expresión sea el poema”, afirma.
Guayaquil, desde el inicio es una declaración de
intenciones, es una mirada crítica y poética de esta ciudad de Ecuador. A decir
de Balladares, encontró una belleza en este orbe portuario. “Guayaquil es una
ciudad compleja, donde nací y la cual dejé a los dos años. Me parecía una
ciudad fea, con serios problemas de planificación urbana. Ya adulta, por
cuestiones laborales viví allá durante un año. Su clima excesivamente caluroso,
su cualidad de capital comercial del Ecuador, la restauración conservadora en
esta ciudad tomada por gobiernos de derecha, la convertían en un escenario poco
amable.
Al llegar e involucrarme con ciertos procesos
de resistencia realizados por grupos muy comprometidos con causas sociales y
políticas que surgen en medio de ese “desierto”, entendí que hay una belleza en
Guayaquil que había sido incapaz de percibir. Ciertas dinámicas sociales en las
que se preserva la generosidad incondicional de la gente o su tempo ralentizado
también provocaron fascinación en mí y la necesidad de escribir un libro de
poemas en donde la ciudad no fuera el simple marco de una historia de amor y
desamor, sino una presencia vigorosa, activa y agenciosa”.
Montado
en una estructura narrativa, Guayaquil es un libro que sucede entre cuerpos.
“La yo poética del libro se identifica
totalmente conmigo. Hay mucho cuerpo, sí. Sobre todo, en los poemas que se
escriben desde la ausencia del objeto del afecto. Así, la palabra poética
deviene una suerte de índice de ese cuerpo ausente.
Nombrar sus partes, regodearse en la memoria
del encuentro sexual”.
LITERATURA Y FEMINISMO
Lectora de autores como Sor Juana Inés de la
Cruz, César Dávila Andrade, David Ledesma Vázquez y Roy Sigüenza, Rosario
Castellanos y Eduardo Lizalde, así como del portugués Fernando Pessoa, en
especial de Alberto Caeiro, Balladares reconoce que es muy importante el
trabajo literario de autoras latinoamericanas contemporáneas. “Siento total
admiración por la literatura latinoamericana contemporánea escrita por mujeres.
“Los proyectos que me interesan son aquellos
que se instalan lejos del deseo imperioso por canonizarse y en la necesidad de
romper con ciertas prácticas o anhelos como el de la novela total o el de la
poesía pura. Y creo que la obra de autoras como Gabriela Ponce, Daniela Alcívar,
Mónica Ojeda, Gabriela Vargas Aguirre, Rocío Soria y Andrea Crespo Granda es
ejemplo de esto”.
Al cuestionar a la escritora sobre el
feminismo, no duda en responder que “el movimiento feminista es el que está
moviendo al mundo hoy. Nos ha hecho salir de nuestro adormecimiento para
entender la violencia machista, concluye.