Miles de mujeres marcharon por el malecón de La Paz, con cantos, consignas y tambores en contra de la violencia y por la reivindicación de sus derechos
La Paz, Baja California Sur.- Eran pasada las cuatro de la tarde y ya decenas de mujeres estaban concentradas en el parque Cuauhtémoc de La Paz, ataviadas con camisetas moradas, pañuelos verdes, con cartulinas de colores, cruces rosas y la garganta lista para las consignas que una a una resonarán durante toda la avenida costera.
Daba igual. Eran una sola marea morada, feministas de antaño visiblemente emocionadas marchando con las jóvenes y adolescentes que les toca ya vivir la llamada “Cuarta ola feminista”, apoderándose de las calles, los espacios y reclamando lo que es de ellas y que desde niñas les han negado: sus derechos, su seguridad, la igualdad.
Algunas más discretas, con una gorra de marca y zapatos de diseñador, observaban y no participaban de los ensayos de los coros donde reclamaban a todos, desde el presidente Andrés Manuel López Obrador, hasta el gobernador, Carlos Mendoza Davis, al rector, al marido, al ex, al obispo o al policía…
Allá desde la banqueta o en la ciclovía algunos hombres, cruzados de brazos, atentos, platicaban entre sí.
Carriolas, bicicletas, mantas, un olor a incienso dominaba el cruce de Álvaro Obregón y Nicolás Bravo. Eran las mujeres quienes con una ceremonia prehispánica arrancaron la marcha histórica en Baja California Sur, la más concurrida, donde miles de mujeres se unieron especialmente en un solo reclamo: alto a todo tipo de violencia. Ni una menos.
Eran las cinco y ya muchas estaban impacientes. Así, comenzaron a avanzar los diversos contingentes. Al frente de la marcha, nueve mujeres sostenían la lona “8M La Paz. Paro Internacional de Mujeres. Eran jóvenes, mayores, alguna con discapacidad. Ellas representaban a todas. Lanzaban los primeros gritos por todas.
Un segundo contingente avanza tras una gran lona en donde reclaman a los gobiernos locales: “No más simulación e impunidad en el Estado feminicida. ¡Nos están matando! No más silencio en BCS!”.
Y allá van, las feministas que cada año convocaban y hoy arropan a miles que se sumaron.
“¡Aleeeeeertaaaaa!”, gritaba Alma Margarita Oceguera, reconocida activista feminista de muchos años, con sus bufandas moradas y su pandero negro. Junto a ella rostros de mujeres muy jóvenes, muchas niñas, algunas con el rostro cubierto; otras más portando con orgullo cartulinas donde denunciaban ser víctimas de acoso.
Más atrás Marina Garmendia, Concepción Sánchez, y varias más integrantes de la Red de Mujeres por la Igualdad Sustantiva, muchas que han denunciado violencia política recurrente.
Orgullosas también las representantes de comunidades indígenas y afromexicanas con sus letreros sumándose a las exigencias de igualdad de derechos.
“¡Aleeeerta, aleeeerta, aleeeerta, alerta, alerta, alerta que camina, mujeres feministas por América Latina!”, retumbaba en el malecón a la vista de decenas de curiosos que grababan con sus teléfonos celulares.
Estudiantes, amas de casa, profesionistas, integrantes varias de ellas de colectivos feministas y asociaciones civiles avanzaban y coreaban convencidas de que solo unidas el sistema patriarcal podrá caer.
Así llegaron frente al kiosko del malecón, donde desde la mañana el Gobierno del estado instaló su Feria de Servicios para las Mujeres, que apenas publicitó un par de días antes de la marcha, lo que fue visto como una provocación.
Allí se escuchó fuerte: “¡Carlos Mendoza, no seas indiferente. Se mata a las mujeres en la cara de la gente!”, ante la mirada seria de varios funcionarios de primer nivel y sus asistentes que incluso graban a las mujeres.
Ya en el monumento a la Paloma de la paz, comenzaron las danzas y siguieron los coros: “¡El Estado opresor es un macho violador!”, gritaban fuerte, mientras un grupo de jovencitas cubría el monumento con una manta verde, y después se leerían fuertes reclamos con tinta roja y azul en él: “¡Ni una menos! ¡Esto es por ti, hermana! ¡Cecyt encubre violadores!”
Al micrófono, las oradoras condenaron la violencia machista y exigieron a los tres niveles de Gobierno que establezcan protocolos efectivos para prevenir, atender y erradicar todo tipo de violencia contra las mujeres.
Con bailes, coros, silbidos, y tambores las mujeres demandaron alto al acoso, a las agresiones y a la violencia feminicida.
Las oradoras enlistaron las cifras de desigualdad en el ámbito laboral, las percepciones menores que los hombres, y subrayaron también la violencia creciente en estos ambientes, pero también cuestionaron firmemente la falta de actuación para evitar y castigar el acoso en las universidades, preparatorias, en todos los espacios escolares.
Reclamaron al Gobierno federal, estatal, municipal, al Poder Judicial y al Congreso del estado acciones efectivas para revertir las desigualdades y la violencia.
Enfatizaron en la violencia familiar creciente en BCS, donde se registran siete casos al mes. También recordaron que la entidad tiene la tasa más alta del país en violaciones sexuales, registrando 28 violaciones por cada 100 mil habitantes en 2019.
Eran ya pasadas las seis de la tarde. Habían rodeado a la Paloma y tomado el alto de Álvaro Obregón y 5 de mayo. Algunos hombres no atendieron el llamado de observar de lejos.
Un reclamo se escuchó fuerte también: demandaron al Congreso del estado la despenalización del aborto. Exigieron al Estado de BCS que les permita a las mujeres decidir sobre sus cuerpos, que las respete.
Con el puño levantado, juntas se unieron al llamado y aplaudieron: “¡Aborto legal y seguro!”, gritaron.
Otros colectivos de mujeres organizaron una especie de tendedero para visibilizar los abusos y acciones violentas. Decenas de mujeres se acercaron a escribir y colgar sus casos: mujeres violadas, acosadas, agredidas en los hogares, en los trabajos, víctimas todas.
Así fue la jornada que quedará grabada en la memoria de miles de mujeres que abrazaron sus propias causas, en los ojos de decenas de feministas que vieron y sintieron un soplo fuerte de esperanza ante el coraje y la rabia que se hizo visible como nunca; en la de muchas más mujeres, quienes por primera vez salieron a marchar y se dijeron hartas de la violencia machista y feminicida que domina a México y a Baja California Sur.