La pandemia ha matado a unos 1.000 neoyorquinos, mientras el presidente Donald Trump advirtió desde Washington
ESTADOS UNIDOS.
Hospitales de campaña en Central Park o en el estadio que acoge el US Open ilustran la metamorfosis surrealista de Nueva York, cuando la cifra de muertos por el coronavirus en Estados Unidos superó el martes la informada por China y otros países más afectados.
La pandemia ha matado a unos 1.000 neoyorquinos, mientras el presidente Donald Trump advirtió desde Washington a sus compatriotas que debían prepararse para "dos semanas muy, muy dolorosas".
Media docena de carpas, equipadas con 68 camas y 10 respiradores, fueron montadas en el icónico parque de Manhattan. Se espera que acojan a pacientes de covid-19 desde este martes.
Ves películas como 'Contagio' y crees que están tan lejos de la verdad, que eso nunca sucederá. Así que verlo suceder es muy surreal", dijo a la AFP Joanne Dunbar, de 57 años, mientras camina por el parque.
Los casos declarados de coronavirus en Estados Unidos alcanzaron los 188.172 el martes, según un conteo de la Universidad John Hopkins, con más de 3.873 muertes.
La cifra supera el número de muertos por coronavirus reportado por China.
La mayoría de los casos y de las muertes se concentran en Nueva York, que se convirtió rápidamente, con más de 75.000 casos en total, en el epicentro del brote en Estados Unidos luego de que el estado anunciara su primer caso el 1 de marzo.
El alcalde de la ciudad de Nueva York, Bill de Blasio, dijo el martes que la urbe estaba "triplicando" su capacidad hospitalaria para prepararse para el pico de la pandemia, esperado dentro de siete a 21 días.
"Requeriremos un nivel de capacidad hospitalaria que nunca hemos visto", dijo al canal televisivo NBC.
La emergencia se está extendiendo cada día en la mayor economía del mundo.
El capitán del portaviones de propulsión nuclear Theodore Roosevelt, uno de los activos más temibles del arsenal estadounidense, abogó por una evacuación a gran escala, diciendo que el virus se estaba propagando sin control a través de su tripulación, que se halla actualmente en el territorio estadounidense de Guam, en el Pacífico.
"No estamos en guerra. Los marineros no necesitan morir", escribió el capitán Brett Crozier a sus superiores, informaron medios estadounidenses.
El secretario de Defensa, Mark Esper, restó importancia al drama y dijo que nadie en el buque estaba "gravemente enfermo".
Pero en Nueva York, los funcionarios ya están en modo de gestión de crisis, mientras se apresuran a lidiar con la afluencia de enfermos cuando los hospitales ya están abrumados y los suministros médicos agotados.
El centro de convenciones Jacob Javits, en el barrio Hudson Yards de Manhattan, fue transformado en ocho días por el cuerpo de ingenieros del ejército para acoger casi 3.000 pacientes.
Aceptará a enfermos que no tengan COVID-19 para aliviar la carga de los hospitales que se centran en combatir el virus.
A unas cuadras de allí, en el Muelle 90, ancló el lunes el imponente buque hospital Comfort, con mil camas, 12 quirófanos y un personal médico de más de mil personas, también para acoger a pacientes que no tengan el virus.
Otros sitios de la ciudad fueron elegidos como instalaciones médicas temporarias, entre ellos el Centro Nacional de Tenis Billie Jean King en el parque Flushing Meadows, en Queens, donde se celebra cada verano boreal el torneo de tenis US Open. Acogerá a 350 pacientes.
"La gente en Nueva York está en una situación muy difícil", dijo a CNN Anthony Fauci, el principal experto en enfermedades infecciosas en el equipo del presidente Donald Trump.
"Esperamos, y creo (...) que podríamos empezar a ver un cambio, pero no lo hemos visto aún", añadió.
El gobernador del estado de Nueva York, Andrew Cuomo, cuyo hermano menor, el periodista de CNN Chris Cuomo, anunció que tenía coronavirus el martes, advirtió a los residentes de Nueva York que la batalla para derrotar la covid-19 será larga.
Tim Mosher, jefe de enfermeros en el hospital de campaña de la organización evangélica Samaritan's Purse en Central Park, dijo que las 70 personas que integran el equipo médico, la mayoría voluntarios, se quedarán allí cuanto tiempo sea necesario.
Mosher, de 58 años, está habituado a trabajar en zonas de desastre: víctimas de ébola en Liberia y de cólera en Haití. Considera "triste" que ahora sea en Nueva York.
"Pero queremos que haya esperanza, enviar una señal a la ciudad de que nos importa y estamos aquí", dijo a la AFP.
Las calles de Nueva York, normalmente bulliciosas, están semivacías. La enorme mayoría de comercios están cerrados, mucha gente camina con máscaras y guantes -algunos hasta con capas de lluvia transparentes o máscaras de buceo- y el personal de limpieza de los edificios tiene más trabajo que nunca.
En el supermercado D'Agostino en el East Village, el gerente Larry Grossman instaló grandes escudos transparentes para proteger a los cajeros de los clientes que puedan estar enfermos, y colocó cintas para recordar a las personas que deben guardar distancia.
"Igual tenemos mucho personal enfermo, y muchos otros se niegan a trabajar" por miedo a un contagio, dijo a la AFP.
El Dow Jones sufrió su mayor caída trimestral desde 1987, -23%, mientras el expresidente Barack Obama reprendió a quienes "negaron alertas" sobre una pandemia, un golpe velado contra su sucesor Donald Trump.