• La mula que no patea, muerde
Así, tal como si fuera una
parvada de aves de mal agüero, la perversidad, la apatía y la indolencia,
volvieron a posarse allá, en la parte más alta de la cúpula del Congreso
del Estado, para después dejar caer sus huevos en los ociosos nidos construidos
en las curules de las y los diputados. Y ya finalmente esos mismos huevos, de
nuevo empollaron arrogancia, presunción, soberbia e importamadrismo. Es
decir como antaño.
Y no es para menos, cuando las
y los legisladores –salvo raras excepciones-- argumentando la vieja
sentencia de que “aquí no pasa nada”, siguen condenando al pueblo a la
desconfianza, a la inseguridad, a la desgracia. Y una vez arrepentidos de sus
pecados, aun cubiertos por la coraza del fuero, se confiesan ante Satanás en
su intento de no pagar --frente a Dios-- sus penitencias.
En efecto, incrustados siempre
en vanas discusiones, ellas y ellos han matado el tiempo elaborando Exhortos e
Invitaciones. Preparando Decretos sin sentido, e Inconsistentes Puntos de
Acuerdo, lo mismo que Iniciativas triviales. Y han seguido allí, volando por
los cielos sudcalifornianos emulando al gavilán, derramando sus cacas,
que “ni huelen ni hieden”.
Y a como se observa,
seguramente serán otros tres años de mediocridad. Como los anteriores. Donde
habrá carencia de análisis y de juicio. Donde faltará el debate de las ideas,
de los acuerdos. Donde estará ausente el argumento.
Seguirán allí donde martes con
jueves, y jueves con martes, con su largo índice en alto,
profanarán la honorabilidad de un recinto erigido en aras de la libertad,
de la soberanía, de la pluralidad, de la democracia; y con sus uñas
seguirán rasgando la cúpula parlamentaria de la libre expresión de las ideas.
Así lo cree el pueblo que confió en ellas y ellos.
Es lamentable decirlo pero,
sin principios ideológicos, e insertos en intereses obscuros, las y los
diputados seguirán cayendo en la inercia y en la holganza. Y con esas poses de
diva que acostumbran, seguirán convirtiendo esa máxima tribuna en la pasarela
de los reflectores, del culto a la personalidad, de los elogios mutuos.
Y al fin, proclives al
protagonismo y al aplauso, seguirán desdeñando los más nobles sentimientos del
pueblo Y ya sentados en la curul del ocio y la dieta, tanto aquellas como
aquellos, han de seguir cubriéndose con la armadura de la arrogancia, de la
presunción y la soberbia. Y así seguirán, acorazados por la apatía y cubiertos
por la Indolencia haciendo de la Tribuna el reducto del discurso veleidoso y el
confín de la oratoria ficticia.
Y allí seguirán limándose las
uñas y pegados a los mitotes de su celular. Soslayando los asuntos torales del
pueblo que tienen que ver con la delincuencia, el hambre, la pobreza y el
Corona Virus; y para no contagiarse, se han de lavar las manos con el llanto y
la sangre de los inocentes, convirtiéndose en cómplices del desaseo y
protectores de la corrupción.
Un despreciable desaseo y una
rechazable corrupción que ellas y ellos han practicado y siguen practicando
desde el interior del recinto parlamentario para después hacer lo que hacen los
pillos: repartirse el botín.
Tolerantes al fin, seguirán
perdonado el despilfarro, el abuso, el cinismo, y la perversidad de
aquellos que han saqueado las arcas de todas las administraciones municipales,
y que de paso, se mofan de ellos y ellas, al igual que de nosotros, el
pueblo.
Porque es desde el propio
Congreso del Estado donde se formulan acuerdos y contubernios para evitar que
los transgresores den una explicación de las desviaciones de los recursos y
cumplan con la Ley. De lo contrario hay contubernio.
He dicho y hoy lo reitero, que
los distractores –en ocasiones crueles-- como los que están aconteciendo en
estos momentos, donde el contexto social mundial, al igual que el
sudcaliforniano se está convulsionando terriblemente, sirven a los políticos
para meter la cabeza, y evitar que ruede.
Luego entonces son ellos, los
políticos, desde las altas esferas del poder quienes hacen de la Ley su
modus vivendi al conducirla por senderos equivocados. Y llevarla por esos
laberintos de complicidades y perversidades.
Y una gran responsabilidad la
tienen los legisladores, quienes al igual que el avestruz optan por esconder la
cabeza incrustarse en esa turbia mezcla de intereses, convirtiéndose en
protectores de la impunidad para finalmente desde sus intocables y bien
pagados aposentos dar de comer al pueblo atole con el dedo.
Y justamente allí, --al
interior de ese sagrado recinto--, una vez más las y los diputados esta vez
ofrecieron su show.
Un show donde, como las
hienas, --a mordidas-- un par de legisladoras se disputaron el control de las
finanzas del pueblo.
Pero no lo hicieron
preocupadas por el pueblo. Ni lo hicieron porque deseaban que la gante humilde
dispusiera de comida en su alacena. Ni tampoco lo hicieron porque les duele el
dolor de los sudcalifornianos que pudieran contagiarse por Corona Virus.
Se mordieron porque se
olvidaron de todo, menos de hacer política. Se mordieron hasta sangrar porque
como siempre, no tuvieron argumentos para debatir.
En efecto, las diputadas
locales Lorenia Lineth Montaño Ruiz, del Partido Encuentro Social (PES) y
Rosalba Rodríguez López, de Morena, terminaron mordiéndose la una a la otra, en
lo que fue calificada como una riña callejera.
“La legisladora del PES mostró
a los medios de comunicación una mordida en el antebrazo derecho, mientras que
la diputada de Morena presentó una lesión en la oreja, misma que sangró, y otra
en el antebrazo izquierdo”, según se supo.
Todo esto, mientras el
pueblo, ha de seguir caminando no solamente a su más cruel estado
de indefensión. Sino a lo que se ve a la vuelta de la esquina: su ya infalible
inanición… Cuestión de tiempo