• El escritor regio detalla el proceso creativo de esta novela, a la que considera su obra más entrañable
CIUDAD DE MÉXICO.
Adecir del propio
David Toscana (Monterrey, 1961), la novela Duelo por Miguel Pruneda (Alfaguara)
es su obra más entrañable, hasta ahora, del universo literario que ha escrito.
Editada por primera vez en 2002, 18 años después de su primera publicación
aún no ha envejecido debido a que trata temas universales, como la muerte y el
amor, vistos a través de la ironía de un hombre que, de manera inesperada,
siente fascinación por su propio deceso tras haber visitado un panteón en
Monterrey.
En entrevista, el
escritor ganador del Premio Xavier Villaurrutia 2017 da cuenta de esta novela;
así como del proceso creativo, la conexión intertextual que hay con la obra del
escritor uruguayo Juan Carlos Onetti y el descontento que sintió por la
promoción que se hizo de Duelo por Miguel Pruneda.
“Mi novela más
entrañable es Duelo por Miguel Pruneda; y no por
poner un ojo crítico de lector, sino porque considero que es mi autobiografía
emocional, entonces me siento cercano a esta obra. Aunque la biografía de
Miguel no es mi biografía, su forma de ver el mundo se parece mucho a la mía y
en ese sentido yo le daba ese carácter de biografía emocional.
Duelo por Miguel
Pruneda tiene mucho que ver con mi
infancia, con lo que yo pensaba sobre la muerte. Yo viví y jugué cerca del
cementerio donde el protagonista comienza a sentir atracción por la muerte;
aunque, finalmente, no hay un paralelo entre su biografía y la mía, pero sí hay
una cercanía entre su forma de pensar y la mía”, asegura el autor.
Obsesionado por su propio fallecimiento, Miguel Pruneda cruza un umbral
entre su propia vida y su muerte. “Hay una relación muy directa que establece
Pruneda con la muerte; y lo hace, precisamente, porque se comienza a cuestionar
el rumbo y el sentido de su propia vida después de 30 años de estar trabajando
en el mismo empleo.
“Cuando deciden
hacerle un homenaje por su trayectoria, entonces él se cuestiona el porqué de
ese homenaje, si ha desperdiciado su vida de esa manera tan miserable.
“El día que
Pruneda entra al cementerio, entonces es cuando inicia esta relación que tiene
con la muerte; y es una relación afectiva, incluso, pero no es esta muerte como
cesación de la vida, aunque tampoco es la muerte como se entiende en las
fiestas del 2 de noviembre. Es, más bien, una muerte más filosófica, una muerte
que te plantea el qué y el porqué de la vida”, explica.
VIRUS ONETTIANO
Quien ha leído la
obra de David Toscana sabe que es lector de Juan Carlos Onetti. Al inquirir al
autor mexicano sobre la relación entre Miguel Pruneda y Larsen, protagonista
de El astillero, novela del autor uruguayo, Toscana afirma que
siempre hay un trazo onettiano.
“Yo soy un lector
enamorado de Onetti y, aunque me parece una osadía comparar a Pruneda con
Larsen, definitivamente sí hay un virus onettiano que me pega por todos lados,
porque Onetti tiene estos personajes que de algún modo no tienen escapatoria,
de alguna manera la vida los atrapó en algún lugar, en alguna situación, y se
ven incapacitados para salir de esa realidad.
“Por eso, mi
personaje piensa mucho en Montevideo; y no porque él piense en Onetti, sino que
lo pienso yo, pero Montevideo se convierte en esta posibilidad de escapar y
que, sin embargo, es tan lejana que no pasa de ser un sueño, una quimera”,
reconoce el también cuentista.
LA PRIMERA PREGUNTA
Un narrador omnisciente es quien guía al lector por esta obra, donde
Miguel Pruneda debe confrontar ese desaguisado por recibir un homenaje, en
donde se topó con el cadáver de un vecino, la traición de su mujer y la
atracción que siente por otra, en esa contante confrontación entre el Eros vs.
Tanatos.
“Decidir quién
cuenta es la primera gran pregunta que se formula un escritor. La forma en cómo
la respondas va a determinar todo en la novela. Entonces, nunca estamos seguros
de haber tomado la decisión correcta, ya que las posibilidades son tantas que
lo único que puedes es conformarte con una. Sin embargo, siempre queda la duda
de si la novela puede ser mejor, si pudo ser perfecta de otra forma. Es tan
importante lo que se dice como lo que no se dice”, añade.
En cuanto a los personajes que acompañan a Miguel (Estela, Hugo,
Faustino, Mónica), su presencia es una cuestión meramente narrativa debido a
que es la manera como Miguel contagia de sus fantasías a los que están a su
alrededor, asegura.
“Siempre me llamó
la atención, por ejemplo, al ser un lector de Cervantes, cómo el Quijote va
seduciendo de su locura no sólo a Sancho, sino a mucha otra gente. Para que
Miguel pudiera cantar su cancón necesitaba más voces”, indica.