Horas antes de iniciar la "Jornada Nacional de sana distancia", parece que los paceños aún no se hacen ni a la idea, ni a los buenos hábitos, y persiste el nerviosismo entre prestadores de servicios de La Paz
La Paz, Baja California Sur.- Entran en grupos de cinco, tres o en pareja, locales o extranjeros. En algunos restaurantes las mesas ya están separadas y algunas de plano las retiraron del interior y exterior para que los comensales no estén tan juntos. Dos metros de distancia es la recomendación para evitar el contagio de coronavirus.
En La Paz, como en muchos destinos turísticos o ciudades del país que hoy tiene más de un centenar de casos confirmados de COVID19, han comenzado los cierres de bares, centros nocturnos y restricciones en restaurantes. Parece que no falta quien quiere aprovechar hasta el último minuto del plazo fijado para el arranque de la Jornada nacional de “sana distancia”.
Así llegan los comensales a los restaurantes que siguen abiertos hasta que no se instruya otra cosa. Es de mañana, temprano, los meseros y meseras uniformados se encuentran a la expectativa. En la puerta y en la caja. Es uno de los sitios más concurridos en esta capital por clientes ejecutivos, familias, empleados de la zona centro.
Los trabajadores lucen algo nerviosos. Falta en algunos el natural ánimo de una mañana de casi fin de semana cuando a diferencia de este día, el lugar está repleto de gente, más de una veintena de mesas llenas y una algarabía que por momentos no permite escuchar ni los propios pensamientos. Pero son los tiempos del coronavirus, horas después de la medida impuesta por el Ayuntamiento de La Paz con la que se pretende reducir al máximo el riesgo de contagio.
“¿Se acabó el gel?”, pregunta una mujer cuando va ingresando.
“Sí, estamos consiguiendo más”, expresa con voz nerviosa el joven mesero que le sirve el primer café de la jornada.
Y así van llegando algunas personas, con rostro sorprendido por lo vacío. A lo lejos, una mujer conversa con ademanes y estornuda hacia el frente de sus acompañantes, todas mujeres arriba de 50 años. Ni quien diga algo. Ni quien recuerde el llamado reiterado para cubrirse y hacerlo de “etiqueta”.
Un señor trae carraspera, se tapa la boca con su mano derecha mientras tose con ganas. Su acompañante lo observa con desagrado. Luego toma la taza y disfruta su café.
Un grupo de cinco personas llegan y eligen una mesa grande, están codo a codo conversando. Adiós los dos metros sugeridos por la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Y así la jornada. El joven mesero se acerca para levantar del todo el servicio cuando ya el señor con carraspera se retiró y dejó ahí las servilletas y las tazas y los cubiertos que tocó.
Quizá no se ha contagiado de coronavirus, pero nadie tiene la certeza. Lo cierto sí, es la mirada del mesero que con cautela retira todo, y que agradece a los clientes de la mesa de al lado cuando se retiran y dejan la propina.
Lo cierto es que son los días en que llegan las noticias nacionales de una muerte ya por COVID19 y aunque con cero contagios en Baja California Sur, lo que sí se registra es la incertidumbre y las disyuntivas, sobre todo para quienes dependen de su sueldo diario y de los clientes que asistan a los comercios y restaurantes.
Son las horas previas a la Jornada nacional de sana distancia, donde parece que los ciudadanos aún no se hacen a la idea, mucho menos a los buenos hábitos y a las medidas de prevención.