• Es una novela sobre los crímenes de odio y la violencia que surgió en la sociedad contra todas las formas de lo femenino o lo feminizado
CIUDAD DE MÉXICO.
En Brujas, la más reciente novela de la
escritora mexicana Brenda Lozano (Ciudad de México, 1981), se
habla sobre los feminicidios, la violencia contra todas las formas de lo
femenino y los crímenes de odio en una sociedad que ataca y vulnera todo lo
feminizado.
“Es
el panorama de un sistema patriarcal y violento con límites cada vez más
crueles, tal como vimos con el caso de Fátima, la niña de siete años que fue
violada, y entonces nos damos cuenta que ya no hay límites, porque crecen cada
vez más los niveles de crueldad y eso habla del tamaño del problema”, explica
la también autora de Cuaderno
ideal.
“Sin embargo, en la profundidad hay un montón
de prácticas que también culminan en esas violencias de género, desde chistes
machistas y el hecho de que no haya paridad de género en las instituciones,
colegios, universidades y en los espacios de trabajo; o el hecho de que se
ignore cuando habla una mujer, se nos cosifique o reduzca a objetos sexuales”,
explica la narradora que fue elegida por Conaculta, el Hay Festival y el
Consejo Británico como una de las escritoras menores de 40 años más importantes
en México.
La novela parte del feminicidio de Paloma, un
muxe que es asesinado, es decir, de un hombre feminizado. “Y me interesaba que
fuera así el caso porque lo feminizado es lo que genera la violencia de género
y los crímenes de odio. No es solamente la mujer, sino todo lo feminizado, y
por eso es que también esos hombres feminizados, integrantes de la comunidad
LGBT, son el centro de ataques”.
¿Cuál es el panorama desde la literatura? “En
la literatura, por ejemplo, desde la escritura el hecho de que ahora tenemos
otras narrativas que se han despegado de la hegemonía masculina, masculinista y
patriarcal, lo cual tiene muchas implicaciones, no sólo que en una librería
haya un montón de (títulos escritos por) hombres, sino en las implicaciones de
lo que se cuenta, cómo se cuenta y qué lugar tienen las mujeres en esas
historias”.
“Pero los tiempos están cambiando y ya hay
otras narrativas. Ya no se trata de ese punto de vista decimonónico que lo sabe
todo o de un narrador explicándolo todo, como era predominantemente en el siglo
XIX, sino que ahora también existe la literatura de la escucha, como dice
Vivian Abenshushan, es decir, tenemos formas de contar, donde se escucha y
rompe con el paradigma de lo que es escribir… porque no nos interesa otra
novela de un señor ligándose a no sé cuántas mujeres, objetivizándolas,
cosificándolas, sino que hay muchas otras historias en otras formas de
narrarlas que es algo importante”, añade.
¿Y la industria editorial? “Considero que el
cambio se está viendo y ésa es justo la potencia de la colectividad, porque
muchas de nosotras estamos en comunicación y nos apoyamos. Hablo de la
industria del libro y muchas también estamos en contra de estos abusos arraigados
en las estructuras editoriales”.
Publicada por la editorial Alfaguara, esta
novela parte de la historia de una chamana que tenía el don de la palabra y de
la sanación.
“Para
esta historia quise hacer una chamana o una curandera que fuera una rockstar, quien tuviera un poder único y que su poder
estuviera vinculado con los conocimientos de la curandería tradicional de los
pueblos de México, sobre lo cual Bernal Díaz del Castillo ya hizo en su momento
un recuento hermoso, de cómo eran y cómo esa larga tradición y ese conocimiento
lo tuviera uno de los personajes de la novela”, quien a través de ceremonias y
del acceso al lenguaje pudiera curarlo todo.
“Y ahí entra la ficción, porque el personaje
goza de una fama que llega a todas partes y por eso vienen a verla músicos,
cineastas y gente de todas partes del mundo, porque ella tiene algo especial y
me interesaba que fuera por el tema de las creencias, por las tradiciones, lo
que le da un poder muy grande, pero no desde el dinero”, explica.
El
hecho es que Brujas nos recuerda que esas mujeres
diferentes siempre son estereotipadas y sirve de telón para reflejar un punto
muerto en el reino de un estado feminicida, donde se demuestra que cada uno de
esos estereotipos siguen haciendo mucho daño a la sociedad, comenta.
Lozano también habla sobre el paro programado
para el próximo 9 de marzo. “En cuanto al 8M y 9M, yo sí creo que hay una rabia
muy grande y colectiva. Quizá todo empezó en agosto del año pasado, cuando una
chica de 17 años denunció que fue violada por cuatro policías. Ése fue el
parteaguas en la narrativa nacional en torno a este tema, con la pinta a
monumentos y la reacción de una sociedad que condenaba las pintas más que los
abusos. Ahí explotó todo.
“Digamos que es el punto de no retorno y una
bola de nieve que viene acumulándose con los feminicidios al alza desde
entonces. Yo creo que el 8M y el 9M serán días históricos. En el primero va a
retumbar la colectividad en las calles y será un poco más festivo, donde
tomaremos un espacio en el que somos históricamente vulneradas, en las calles.
“El 9 también será histórico y tendrá un
impacto grande, con implicaciones económicas, porque se hablaba de un impacto
en la economía cercano a los 37 mil millones de pesos si todas las mujeres en
el país se sumaran al paro del 9 de marzo. La idea para ese día es descansar y
frenar la máquina, dejar de dar clicks, no aparecer en redes sociales.
“Será un llamado de fuerza y de expresar ese
¡Ya basta! Pero no se trata de luchar unos contra otros, sino de restablecer el
tejido social y de que el estado esté a la altura de estos crímenes de odio, y
de que en las empresas, las oficinas, en los colegios y las calles podamos
sentirnos seguras, pero también de que haya paridad salarial y se garantice el
aborto; es una urgencia que tenemos que escuchar y establecer un diálogo hacia
la reconstrucción de una sociedad podrida y jodida”, concluye.
La novela parte de la historia de una
curandera dotada con el don de la palabra y la sanación tradicional de
los pueblos de México. Su fama traspasa las fronteras y vienen a buscarla
personalidades internacionales sin que su poder sea el del dinero.