• Autores como Manuel Esperón, Joan Sebastian, José Alfredo Jiménez y Agustín Lara escribieron letras que el público se apropió para regodearse en las penas de amor
CIUDAD DE MÉXICO.
Los autores de canciones se
nutren de vivencias –propias y ajenas– para crear, y las composiciones de
dolor, ruptura y traición son las más solicitadas. Algunas, muy conocidas,
tienen historias interesantes. Tal es el caso de No volveré, de Manuel Esperón (1911-2011),
Paloma Negra, de Tomás Méndez (1926-1995) o Eso y más, de Joan Sebastian
(1951-2015).
Gustavo Alvite, especialista en cultura
urbana popular, cuenta que después de una pelea entre Manuel Esperón y Beatriz,
su esposa, “ella tomó todas las partituras, letras y documentos que encontró en
el despacho del compositor, las puso en la alberca de la casa, que estaba
vacía, las roció con gasolina y les prendió fuego”.
A raíz de ese hecho la pareja se separó
definitivamente y surgió esta canción, que en uno de sus versos dice: “En el
tren de la ausencia me voy/ mi boleto no tiene regreso”.
Otro caso es el de la canción Eso y más, que
le escribió Joan Sebastian a Salma Hayek, después de que él le declarara su
amor y ella gentilmente lo rechazara.
“A Joan Sebastian le llamaba mucho la
atención Salma y habían coincidido en varias ocasiones en Los Ángeles. Él sabía
que a ella le gustaban los caballos y le mandó uno de regalo. Cuando ella llamó
para agradecerle le preguntó qué debía hacer para acercarse al caballo, para
aprender a montar y para confiar en el animal. Joan Sebastian le dijo: ‘con
mucha, mucha, mucha paciencia. Tienes que ir muy despacito, no hay que apurar
los tiempos’. Posteriormente él le comentó a Salma sus intenciones de tener una
relación con ella y Salma le contestó: ‘¿Te acuerdas lo que me dijiste sobre
los caballos? Pues igual conmigo. Vas a necesitar mucha, mucha, mucha
paciencia, tienes que ir muy despacito, no hay que apurar los tiempos’. A raíz
de eso, Joan Sebastian regresó a México y en el avión compuso Eso y más, que
está en el álbum Más allá del sol, que es un disco de banda”, recordó.
Alvite Martínez, quien es locutor de radio
desde hace despecho hecho canción Autores como Manuel Esperón, Joan Sebastian,
José Alfredo Jiménez y Agustín Lara escribieron letras que el público se
apropió para regodearse en las penas de amor 50 años, habla de estas anécdotas
porque en su trayectoria al frente de un micrófono ha tenido la oportunidad de
charlar con muchos autores, compositores e intérpretes de diferentes épocas,
entrevistarlos y conocer los detalles alrededor de sus carreras artísticas y
sus historias.
Un dato que pocas personas saben es que Tomás
Méndez, el autor de Paloma Negra, era gay y, como en esa época se acostumbraba
ocultar la homosexualidad, Méndez se casó con una señora española que se
llamaba Concepción. “Un día la mujer salió de la casa, olvidó algo y regresó.
La sorpresa fue que encontró a su marido dándole un trato muy especial al
jardinero. A raíz de este descubrimiento, la señora se dio a la bebida. Por eso
Paloma negra dice: Ya agarraste por tu cuenta las parrandas”.
Al escuchar la letra de la canción, podría
pensarse que la escribió un hombre despechado, aunque la realidad fue otra. La
mujer ahogó su dolor en alcohol.
Hay otros dos versos en la misma canción de
Tomás Méndez que con esta anécdota podrían tener otra lectura: Ya no juegues
con mi honra, parrandera, y también: Quiero ser libre/ vivir mi vida con quien
yo quiera.
POR
ENCARGO
Otro caso de canciones de dolor son las que
se hacen por encargo. “Jorge Negrete era pareja de Gloria Marín, la relación se
dio después de que trabajaron juntos en una película. Un día Jorge Negrete la
descubrió con el actor Abel Salazar. Negrete era un hombre bilioso, tenía muy
mal carácter. Murió de cirrosis, pero no bebía. En su furia por el engaño de
Gloria Marín le pidió al compositor Jesús Monge que escribiera una canción de
desprecio para la actriz y él compuso Sólo Dios, que dice en una de sus estrofas:
A Dios le dije muchas veces ya mis quejas/ lo que me duelen tus infamias y mi
amor/ viví el milagro, ya tu amor reír me deja/ si tengo fuerza, pa’ olvidarte,
sólo Dios”, comenta el especialista en cultura urbana popular.
En la Época de Oro del Cine Mexicano fue
habitual que al existir un argumento cinematográfico se pidieran las canciones
que acompañarían a la película.
Tal fue el caso de las canciones Aventurera,
Te vendes, Perdida o Pecadora, todas de Agustín Lara, o Amor de la calle, de
Orlando Brito, que en sus versos dice: Y si el corazón llora/¡le pido que se
calle!/ que amores como el tuyo/ se encuentran en la calle.
SIN
HISTORIA CONOCIDA
Y hay canciones que no tienen historia atrás,
pero las letras son devastadoras.
Alvite Martínez señala peculiaridades. “Hay
unas canciones muy directas y otras que son muy sutiles. Por ejemplo Ódiame, de
Rafael Otero, es la súplica de un hombre para que la mujer que ama no lo
ignore: Ódiame por piedad yo te lo pido/ ódiame sin medida ni clemencia/ odio
quiero más que indiferencia/ porque el rencor hiere menos que el olvido, o de
José Alfredo Jiménez, una canción durísima intitulada Cuando el destino que
dice: Qué bonita es la venganza/ cuando Dios nos la concede/ yo sabía que en la
revancha/ te tenía que hacer perder/ ahí te dejo mi desprecio/ yo que tanto te
adoraba/ pa’ que veas cual es el precio/ de las leyes del querer.
"El trabajo de los compositores no se
reconoce como debería, pero todos podemos agradecerles las canciones que nos
han acompañado en momentos de dolor”, finaliza.