San José del Cabo, Baja California Sur. -  Con aspecto desaliñado, ropa desgarrada, cabello apelmazado y sin usar zapatos, se encoge a la orilla de un pasillo que conduce a la entrada de conocida tienda de autoservicios de la ciudad, ahí, busca que los rayos solares le proporcionen un poco de calor para mitigar un poco los efectos de la fría mañana. 

Con la mirada perdida, se hace acompañar del vaivén de vehículos y peatones que a toda hora del día registra esta zona de cabecera municipal. Aprovechando el ajetreo, extiende su mano y pide limosna a quienes caminan muy cerca del lugar donde se encuentra, aunque para él sea algo común ser casi invisible a la mirada de los demás, sin embargo, sabe que si corre con un poco de suerte en algún momento del día alguien se detendrá para regalarle una moneda, por mínima que esta sea. 

Nuestra presencia pareciera no incomodarle, sin embargo, al preguntarle por su nombre, voltea lentamente y responde que ni siquiera lo recuerda, y después se torna un tanto agresivo, hablando solo. 

“Lo conocemos como las greñas o el negro, a veces anda de buen humor y otras veces anda con su genio”, señala un trabajador de uno de los negocios aledaños, quien agrega que el estacionamiento de la tienda de autoservicio es el sitio por donde frecuentemente deambula el hombre, y suele pedir dinero a los clientes. 

Un par de minutos después, se pone de pie y con su mirada puesta en el horizonte emprende camino desapareciendo poco a poco entre el intenso tráfico, que posteriormente a  lo lejos desata el claxon de vehículos.  

Son los llamados indigentes o personas de la calle quienes también forman parte de los diferentes escenarios y paisajes de la ciudad, pero que pocos voltean a ver, aun sabiendo que se trata de una despiadada realidad que detona en un problema social que día a día se juzga. 

Por diferentes circunstancias de la vida e indiferencia de los demás, jóvenes y adultos afrontan el cielo como un techo y extrema pobreza como abrigo. A diario, sufren las inclemencias del tiempo y golpes de la vida, algunos ni siquiera recuerdan su nombre o estado natal, mucho menos quienes son sus familiares, no saben de escuela, fechas de cumpleaños u obsequios por alguna celebración, pues en la mayoría de los casos han dejado atrás todo esto por el único objetivo firme en su vida, sobrevivir. 

En el municipio de Los Cabos, es común observar a personas deambulando sin rumbo fijo por la calle, pidiendo limosnas, comida e incluso asomándose a los depósitos de basura buscando restos de alimento para poder llevar algo a su boca. Sumergidos en la miseria, al final de la jornada cualquier lugar les resulta idóneo para sentirse acompañada de las estrellas y hacer de ellas su único techo.