• Más de 300 textos y entrevistas muestran el carácter agudo y beligerante de la narradora que hizo de la palabra oral una forma de crítica sin concesiones
CIUDAD DE MÉXICO.
Las palabras de Elena Garro
(1916-1998) siempre fueron cuchillas afiladas que dedicaban toda suerte de
críticas a la situación política de su tiempo, a la comunidad intelectual y a
la vida social.
A menudo se mostró a favor de la reforma agraria, de la nacionalización
de la banca y de una intelectualidad que no se sometiera al poder, tal como
puede leerse en los dos volúmenes de Diálogos con Elena Garro. Entrevistas y otros
textos, compilados por la
investigadora Patricia Rosas Lopátegui, que serán presentados el sábado 29 de
febrero, a las 15:00 horas, en la 41 Feria Internacional del Libro del Palacio
de Minería (FILPM).
Un ejemplo que refleja la personalidad
punzante y crítica de Garro puede leerse en una entrevista de febrero de 1964
–10 meses antes de que Gustavo Díaz Ordaz asumiera la Presidencia de México–,
en la que asegura que “los intelectuales son escribanos de la Colonia dedicados
a escribir laudos a los hombres de poder”.
Y aseveraba que “el presidente no es más que
un empleado del pueblo; no es dios” y al ser un mero administrador, “si no
satisface las necesidades, que se vaya”.
También afirmaba que “México es un país
extraordinario con un destino brillante, frustrado por una casta colonial de
funcionarios”.
En 1962 le explicaba a Elena Poniatowska por
qué defendía al mundo indígena: “Los he defendido porque son nuestras víctimas.
El mundo entero protesta cuando linchan al negrito de Alabama, pero cuando
robamos, humillamos, escupimos, violamos y asesinamos a los indios mexicanos,
nadie protesta”.
Y en una segunda entrevista, Poniatowska
vuelve sobre el tema de los intelectuales. Garro es contundente: “¿Qué importa
si son de izquierda, si viven en las lomas, en casas parecidas a las de los
políticos que critican; si viven en San Ángel; si viven en Coyoacán y desde la
comodidad de su cuarto alfombrado mandan sus encendidas peroratas? A mí me
parece totalmente estúpido que se le dé importancia a los ‘escritos políticos’
de los intelectuales mexicanos”.
También vienen sus polémicas declaraciones
sobre el 68 y su participación como mediadora y las acusaciones contra
intelectuales y académicos universitarios.
El volumen integra más de 300 entrevistas y textos críticos de José
Emilio Pacheco, René Avilés Fabila, María Luisa La China Mendoza, Poniatowska,
Braulio Peralta y la propia Rosas Lopátegui, así como los periodistas Jesús M. Lozano,
Manuel Campos Díaz y Carlos Ravelo, entre muchos otros más.
ENOJO Y TRISTEZA
En entrevista con este diario, Rosas
Lopátegui comentó que durante los últimos años se ha dedicado a recuperar, en
un trabajo casi detectivesco, las entrevistas que Elena Garro concedió.
Sin embargo, al momento de reunir el
material, optó por incluir las entrevistas y algunas notas y textos que
complementan sus ideas.
¿Cómo definiría la voz del personaje?, se le
preguntó. “De alguna manera es el mismo tono a lo largo de todas estas
entrevistas, a pesar de que después de 1968 Garro quedó muy dolida y enojada.
“Digamos que hay momentos de enojo, tristeza,
nostalgia y desolación en sus entrevistas después del 68”.
¿Qué es lo que nunca cambió en ella? “Nunca modificó su tono crítico e
irreverente, atacando el statu quo, ya sea desde el punto de vista del gobierno o de las camarillas
intelectuales adheridas al poder... aunque después del 68, a veces parece más
sutil, cansada y agotada después de tantos años de ostracismo, hambre, miseria
y descrédito”.
“Sin embargo, hay momentos en los que ella
vuelve a la beligerancia, en los años 90, y volvemos a escuchar a lo largo de
ambos volúmenes esos altibajos que narran el periplo de una existencia en las
múltiples entrevistas.
Por obvias razones, en el primer volumen abundan los textos sobre la
obra de la autora de Los
recuerdos del porvenir; y en el segundo la mayor parte se inclinan hacia la revisión del 68.
“En el primer volumen figura su preocupación
por la reforma agraria, las injusticias sociales, el mundo intelectual; y en el
segundo aparece su participación en el movimiento de Carlos A. Madrazo, su
exilio a Nueva York, Madrid y París, y sus declaraciones para desmentir las
acusaciones de Sócrates Amado Campos Lemus”.
LA INCOMODIDAD
El volumen, que será presentado por Leticia
Romero Chumacero, Artemisa Téllez, Víctor Manuel Torres y la propia
compiladora, también recupera un texto de René Avilés, en el que cuenta su
encuentro con Garro el 9 de noviembre de 1991, en Aguascalientes, y lo describe
de la siguiente manera.
“El solo anuncio de la llegada a México
de Elena Garro produjo asombro y malestar. Los que se empeñan en evitar
la reconciliación de México con Elena comenzaron a trabajar empeñosamente.
Pequeñas intrigas y bajezas actuaron. No obstante, en artículos brillantes,
decididos escritores como Emmanuel Carballo, Olga Harmony y Jorge Carrión,
explicaron los valores de Garro”.
Un día después, el periodista Eduardo Chimely
la cuestiona sobre el 68. Ella no rehúye: “A mí me culparon porque Sócrates
dijo que yo había propuesto por aquel entonces a Carlos A. Madrazo para ser el
jefe del movimiento del 68. Era toda una mentira. Pero las cosas se pusieron de
tal color que decidí abandonar el país. Me fui porque era muy incómodo”.