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Hoy es domingo, 24 de noviembre de 2024

El teatro del inconsciente se despliega mediante cinco montajes en El Milagro

• Luis Alcocer Guerrero, responsable de esa iniciativa, muestra un teatro del inconsciente

El teatro del inconsciente se despliega mediante cinco montajes en El Milagro

 

Ciudad de México. El proyecto de gran guiñol, creado en 2013 para explorar las posibilidades de lo siniestro en la escena contemporánea, llega al teatro El Milagro con cinco obras, una lectura dramatizada en homenaje a Xabier Lizárraga y la presentación del libro Este lugar común.

Luis Alcocer Guerrero, responsable de esa iniciativa, estimó que con esta ‘‘residencia” creativa muestra el quehacer del grupo con el que trabaja desde hace seis años, que cultiva un teatro a partir de la estética del Théatre du Grand Guignol. Es decir, un teatro del inconsciente, un escenario onírico para el despliegue de personajes y situaciones de la literatura fantástica.

El programa comenzó con el restreno de Wilma, analogía entre una catástrofe social y otra natural, escrita e interpretada por Itzhel Razo, que el domingo concluyó temporada. Es un ‘‘biodrama” convertido en ‘‘autoficción, porque hay muchos elementos irreales en el relato aunque el punto de partida es mi historia”, explicó Razo en rueda de prensa. Wilma trata de una niña cuya abuela le prohíbe aprender maya y acercarse a esa cultura por razones clasistas y racistas. Al aproximarse el huracán Wilma, la alerta de ciclones se transmite en maya; sin embargo, la pequeña no comprende qué sucede. 

El árbol de ahora 

El árbol de ahora, montaje de Arturo Serrano, conjuga las expresiones dancística y oral; tuvo funciones el pasado fin de semana. La dramaturgia está conformada por testimonios relevantes para el bailarín, tanto personales como generales, que ‘‘permean mi realidad”, situación que plantea al colocar como eje la figura del árbol, símbolo con el que hace un paralelismo entre la existencia humana –la de Serrano– y la de un árbol.

Sigue El juego de mamá, obra escrita y dirigida por Alcocer Guerrero, que se presentará del 20 de febrero al primero de marzo, así como la reposición de La invención de la historia, de este autor, que se escenificará del 22 al 25 de febrero. El director apuntó que el arquetipo que siempre está detrás de sus obras es el de ‘‘la madre caníbal’’.

Añadió: ‘‘Todas mis historias giran en torno a la destructividad materna y cómo los hombres juegan y se aprovechan de esto”.

El juego de mamá se basa en la teatralidad del grand guignol que era ‘‘el teatro del terror de la Belle Époque en París a principios del siglo XX, a la vez que en algunos rasgos del llamado cine sicotrónico. ‘‘Todas estas películas de los años 50, 60 y 70 del siglo pasado, de terror, ciencia ficción y bajo presupuesto. Trata la devoción en México hacia las madres, nuestra relación con ellas y la violencia familiar”.

Alcocer Guerrero continuó: ‘‘Trabajo mucho con objetos. Hay escenas de danza. Todo es muy híbrido. Me interesa crear una narrativa que sitúe al espectador frente a diferentes ópticas, estilos, colores y movimientos. A veces no hay texto o éste surge a medida que se presentan escenas de movimiento con los actores, improvisaciones. Esta idea autoral es lo que nos hace afines”.

Aclaró que retoma la Belle Époque por ser un hito en Occidente, pues las personas experimentaban y se atrevían a proponer ideas muy a contrapelo de las prácticas teatrales. ‘‘Es un momento de mucha inventiva; sin embargo, no quiero hacerlo como museo sino tomar ese impulso sobre la escena”.

Rodrigo Castillo Filomarino estrenará Eco, el 29 de febrero, obra que surge de una preocupación actual: ‘‘No sabemos a veces escuchar al otro. No nos damos cuenta de que padecemos una especie de sordera social”. Es la primera vez que Castillo tendrá a su cargo la dirección, coreografía y música de una obra, aparte de ser el autor de la música de todas las piezas escénicas de la residencia.