El gobierno de Irán prometió vengar la muerte del general Qasem Soleimani, a manos de Estados Unidos
ESTADOS UNIDOS.
Estados Unidos desplegará hasta 3 mil 500 soldados adicionales en Medio Oriente en medio de una nueva escalada con Teherán tras la muerte este viernes de un poderoso general iraní en Bagdad, víctima de un bombardeo lanzado desde un dron estadounidense.
Irán prometió vengar al general Qasem Soleimani "en el lugar y momento apropiados", tras el audaz ataque aéreo de Estados Unidos que disparó la tensión en Medio Oriente y en el mercado petrolero, que reaccionó al alza, mientras la comunidad internacional pedía calma.
Los refuerzos estadounidenses pertenecen a un grupo de reacción rápida de la 82a división aerotransportada, que se encontraba en estado de alerta desde el ataque del martes de una turba proiraní contra la embajada de Estados Unidos en Bagdad, según el Pentágono.
La orden de matar a Soleimani partió del presidente Donald Trump después del ataque a la embajada, informó el Pentágono.
El jefe de la diplomacia norteamericana, Mike Pompeo, aseguró que Soleimani, jefe de la fuerza Al Quds, encargada de las operaciones exteriores de los Guardianes de la Revolución iraníes, preparaba una acción "inminente" que "ponía en riesgo la vida de decenas, si no centenares" de estadounidenses.
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Ese poderoso dirigente militar de 62 años debió ser asesinado "hace muchos años", insistió Trump en un tuit.
Aunque Irán no será nunca capaz de admitirlo claramente, Soleimani era a la vez detestado y temido en su país", añadió.
Soleimani era un "glorioso general" y el ataque estadounidense, en el que murieron otras ocho personas, será contestado "en el momento y lugar apropiado", replicó el Consejo Supremo de Seguridad Nacional iraní.
Irak, atrapado en el pulso despiadado entre Washington y Teherán en su territorio, expresó el temor de que se produzca una "guerra devastadora".
Soleimani murió por el disparo de un dron contra el coche en el que viajaba. En el ataque, a las afueras del aeropuerto de Bagdad, murió además Mehdi al Muhandis, número dos de las Fuerzas de Movilización Popular o Hashd al Shaabi, una coalición de paramilitares mayoritariamente proiraníes integrados en el Estado iraquí.
El líder supremo iraní, ayatolá Ali Jamenei, clamó una "severa venganza" y nombró rápidamente a un sustituto al frente de Al Quds, el brigadier general Esmail Qaani.
El precio del petróleo subió más de 3% en los mercados, y las bolsas se resintieron, antes de estabilizarse al cerrar la jornada en Europa.
El oro negro iraní está sujeto a sanciones estadounidenses, e Irak depende vitalmente de sus exportaciones de crudo.
Empleados estadounidenses en el sector petrolero iraquí abandonaron inmediatamente ese país, que desde hace meses vive desgarrado por una revuelta popular contra el Estado y la clase política, acusada de corrupción.
Se trata de "la operación de decapitación más grande jamás llevada a cabo por Estados Unidos, más que las que mataron a Abu Bakr al Bagdadi u Osama bin Laden", jefes del Estado Islámico (EI) y de Al Qaida respectivamente, según Phillip Smyth, un especialista estadounidense en grupos armados chiitas.
Las reacciones fueron en su gran mayoría de alarma. El presidente ruso, Vladimir Putin, dijo que la muerte de Soleimani, que durante años encabezó la sangrienta intervención iraní contra el yihadismo sunita en Irak y Siria, podía "agravar seriamente" la situación en la región.
China, la Unión Europea y Gran Bretaña se expresaron en parecidos términos. El presidente francés, Emmanuel Macron, pidió a Irán "abstenerse de cualquier provocación" y recordó que debe "volver rápidamente al pleno respeto de sus obligaciones nucleares".
El Hezbolá libanés, el Hamas palestino, o los hutíes yemeníes, todos ellos aliados de Teherán, pidieron venganza. El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, interrumpió su viaje a Grecia para regresar de urgencia al país.
Emiratos Árabes Unidos, aliado de Estados Unidos, calificó el ataque de "enorme escalada en una región ya inestable".
La diplomacia iraní convocó al responsable de la embajada suiza, que representa a los intereses de Estados Unidos en Teherán.
Pompeo aseguró sin embargo, mediante un tuit, que a pesar de este ataque, Estados Unidos está "comprometido con la desescalada".
El presidente iraquí Barham Saleh instó a "todo el mundo a la moderación" mientras que el influyente líder chiita iraquí Moqtada Sadr, anunció la reactivación de su milicia anti-EEUU, el Ejército de Mehdi.
El gran ayatolá Ali Sistani, figura tutelar de la política iraquí, consideró "injustificado" el ataque estadounidense.
Sin embargo, las protestas que han sacudido a Irak desde hace meses indirectamente han tenido como objetivo también a las fuerzas chiitas proiraníes.
Poco después del ataque, la cuenta Twitter de Pompeo mostró imágenes de una marcha en las calles de Bagdad con una gran bandera iraquí, portada por manifestantes que aparentemente festejaban la muerte de Soleimani.
Tras el derrocamiento del régimen de Sadam Husein en 2003, y mientras Estados Unidos apuntalaba un nuevo sistema político, Teherán y los proiraníes se infiltraban rápidamente en Irak.
Los proiraníes han acumulado un arsenal gracias a Irán, pero paradójicamente también a lo largo de años de combate junto con los estadounidenses, en particular contra el Estado Islámico.
Soleimani era considerado uno de los grandes expertos en esa lucha sin cuartel contra el yihadismo sunita.
Washington, sin embargo, había advertido repetidamente sobre los recientes y numerosos ataques contra sus intereses y fuerzas en Irak, que culminaron en el asalto contra su embajada.
Los servicios de inteligencia estadounidenses seguían a Qasem (Soleimani) desde hacía años, pero nunca apretaron el gatillo. Él lo sabía pero no midió hasta qué punto sus amenazas (...) cambiarían las cosas", explicó a la AFP Ramzy Mardini, del Institut of Peace.
Trump cambió las reglas al eliminarlo", aseveró.
Las consecuencias del asesinato de Soleimani suscitaron también preocupación en Estados Unidos, en un año electoral.
Este bombardeo amenaza con provocar "una peligrosa escalada de la violencia", advirtió la presidenta de la Cámara de Representantes, la demócrata Nancy Pelosi. Mientras figuras republicanas apoyaban la decisión de Trump.