• El uso discrecional y el desvío de recursos en el Seguro Popular prevaleció durante la mayor parte de los 16 años que estuvo vigente
Ciudad de México. El uso discrecional y el desvío de recursos
en el Seguro Popular prevaleció durante la mayor parte de los 16 años que
estuvo vigente. No había mecanismos de control, por lo que en estados como
Veracruz, Oaxaca, Tabasco y Chihuahua se denunciaron irregularidades que, de
acuerdo con información oficial, llevaron a la Secretaría de Salud (Ssa) a
presentar 70 denuncias ante la antigua Procuraduría General de la República
(PGR).
Al cierre de la pasada administración se
informó de más de 7 mil millones de pesos cuyo destino se desconocía. El monto
correspondía a recursos sin comprobar hasta el 15 de octubre de 2018; aunque
hace unos días, Juan Antonio Ferrer, director del Instituto de Salud para el
Bienestar (Insabi), que remplazó al Seguro Popular, sostuvo que los estados
tienen deudas que superan 54 mil millones de pesos.
Señaló que se trata de dinero que deben a
proveedores de medicamentos, prestadores de servicios diversos e impuestos,
entre otros. El funcionario no abundó, pero aclaró que corresponde a la
Secretaría de la Función Pública la investigación y determinar las acciones a
seguir. En todos los casos, puntualizó, los estados responderán por dichas
deudas.
Respecto de los 7 mil millones de pesos no
aclarados que señalaron las autoridades anteriores, destacaban los recursos sin
comprobar de Michoacán, 3 mil 474 millones 527 mil pesos; Veracruz, 2 mil 222
millones 832 mil 332; Guerrero, mil 238 millones 228 mil 266; Tabasco, 190
millones 428 mil 332; Morelos, 81 millones 94 mil 740, y Nayarit, 59 millones
995 mil pesos.
De los desvíos registrados durante la
vigencia del Seguro Popular, el efecto era evidente en la deficiente calidad de
los servicios de salud que recibían los afiliados, así como en el desabasto de
medicinas, que llegó a ser de 70 por ciento en Veracruz.
El estudio de satisfacción de usuarios del
Sistema de Protección Social en Salud de 2013 reportó estos datos, según los
cuales en Quintana Roo 48 por ciento de los usuarios había logrado surtir sus
recetas. El promedio nacional ese año fue de 64 por ciento, a pesar de que sólo
se consideraron los medicamentos incluidos en el Catálogo Universal de
Servicios de Salud (Causes), de los cuales se suponía estaba garantizado el
abasto.
No había justificación para que existieran
estos problemas, porque la ley garantizaba la entrega de recursos económicos
para la prestación de los servicios y la entrega de fármacos. Lo que no había,
hasta 2014, eran mecanismos que aseguraran el uso eficiente del dinero.
Por eso se dieron casos como el de Veracruz,
donde además del desabasto se encontraron almacenes con medicinas caducas y
adquisiciones de productos irregulares o de procedencia sospechosa.
En 2015 entró en vigor la reforma legal que
estableció mecanismos para asegurar que 30 por ciento del dinero –como ordenaba
la ley– se usara en la compra de medicinas. El dinero se depositaba en cuentas
de la Tesorería de la Federación, de donde salía para el pago a proveedores,
previa presentación de las facturas de compra.