• El estadunidense, autor de Yo robot, fue uno de los padres de la ciencia ficción y un importante visionario
CIUDAD DE MÉXICO.
Isaac Asimov (1920-1992) fue uno de los padres de la ciencia ficción y
un importante divulgador de la ciencia y la historia. Sus relatos futuristas
han seducido a generaciones de lectores y durante más de medio siglo de producción
literaria introdujo conceptos como la robótica y sus tres leyes, la aparición
del internet, el uso de teléfonos inteligentes, el apogeo de las videollamadas,
la utilidad de robots en tareas domésticas y los viajes no tripulados al
planeta Marte.
Es autor de libros
como Yo, robot (1950), que inspiró un álbum conceptual de
la banda The Alan Parsons Proyect y lo proyectó a nuevos públicos con la
película homónima que protagonizó Will Smith. También escribió el El hombre bicentenario (1976), que recrea el deseo de
un robot por ser reconocido como un hombre, llevada a la pantalla grande con
Robin Williams.
Destaca además
su Trilogía de la Fundación (1951-1953) y relatos
como Estoy en Puerto Marte sin Hilda, La máquina que ganó la guerra y Anochecer, considerado el mejor cuento de ciencia ficción
según la Science Fiction of America.
Gran parte de sus
relatos fueron recuperados por la editorial Penguin Random House, en su sello
Nova, bajo el título Cuentos completos, originalmente
compilados por el autor estadunidense de quien hoy se celebra el centenario de
su nacimiento.
En uno de esos volúmenes, el propio Asimov responde a una de las
preguntas que a menudo se hacen sus lectores: ¿De dónde salieron todas esas
historias? “La respuesta es que, al cabo de medio siglo de elaborar ideas, el
proceso se vuelve automático e incontenible”, explica.
Lo cierto es que
cualquier cosa me hace pensar en un cuento. Por ejemplo, estaba revisando las
galeradas de un libro mío cuando me llamó el director de una revista. Quería un
cuento de ciencia ficción inmediatamente.
“No puedo -le
dije-. Estoy atareado con unas galeradas… Colgué. Pero al colgar pensé qué
cómodo sería tener un robot que pudiera corregir las galeradas por mí. De
inmediato dejé de revisarlas, pues se me había ocurrido un cuento. Lo
encontrarás como Galeote”.
También recuerda
que hacia 1976 otra revista le llamó por teléfono y le pidió escribir un cuento
por encargo, el cual debía llevar el título de El hombre bicentenario.
Entonces, “reflexioné. Ningún hombre puede ser bicentenario, pues no
vivimos 200 años. Podría ser un robot, pero un robot no es un hombre. ¿Por qué
no un cuento sobre un robot que desea ser hombre? De inmediato comencé…”,
narra.
Algunos cuentos,
agrega Asimov, surgen cuando otra persona hace un comentario casual. Cuentos
como Reunámonos y Lluvia, lluvia, aléjate son
ejemplos de ello. No me siento culpable por inspirarme en frases ajenas, ya que
los demás no van a hacer nada con ellas, ¿por qué no usarlas? Pero lo cierto es
que los cuentos surgen de cualquier cosa. Sólo hay que mantener los ojos y los
oídos abiertos y la imaginación en marcha”, concluye.
LAS
REVISTAS PULP
En entrevista, el
editor David Velázquez habla sobre los dos tomos que publica el sello Nova, con
gran parte de los relatos que el autor escribió a lo largo de su vida, que se
suman a una vasta obra que se aproximó a los 500 libros, entre historia,
ciencia, misterio y ciencia ficción.
“Esta serie fue
pensada por el propio Asimov a finales de los años 80, bajo el título de Cuentos completos, pero quedó incompleta tras su muerte. El
primer tomo salió en 1990 y el segundo en 1992, con lo cual dejó trunco el
proyecto de tres o cuatro tomos; pero es una de las colecciones más completas
con los relatos de ciencia ficción de Asimov”, comenta.
Nacido en Rusia en
1920, Asimov llegó a Estados Unidos siendo muy pequeño. Él mismo ha contado que
su primer contacto con la ciencia ficción comenzó a sus nueve años, cuando su
padre adquirió un puesto de periódicos y aprovechó para leer todas las
revistas Pulp sobre el tema. Años después, en esas mismas
revistas, el joven escritor publicaría sus primeros cuentos, apunta el editor,
en esas publicaciones de encuadernación rústica y consumo popular.
En estos tomos
aparece La última pregunta, una de sus historias más celebradas que
habla sobre una súper computadora a la que se le pregunta cómo reducir la
entropía del universo, cómo revertir los efectos del tiempo y del desgaste de
la materia.
O el relato Anochecer, “que describe a un planeta con seis soles que
toda su vida ha vivido bajo el cobijo de la luz, hasta que un día se apagan y
todo queda en la oscuridad, provocando caos y el descenso a la barbarie”.
¿Es Asimov un autor vigente?, se le pregunta a Velázquez. “Desde luego.
Y diría que su éxito está fincado en su profundo conocimiento de las ciencias
naturales. Él era bioquímico, pero conocía mucho de las otras disciplinas
científicas, por lo que sabía de física, geografía, meteorología y geografía.
Todo esto, en conjunto, le dio una buena comprensión de hacia dónde estaba
dirigiéndose la ciencia y la tecnología, que es la aplicación de todos estos
conocimientos.
“Aunque la clave
central de todo esto es que él no estaba tan interesado en la tecnología como
tal, porque uno lee sus cuentos y aunque hay naves espaciales y robots, tampoco
se dedica a explicar el funcionamiento de esos objetos, sino que él más bien se
interesa en las consecuencias sociales de todos estos avances.
“Así que se dedicó
a explorar la responsabilidad ética de algunos avances y por eso insistía en
las leyes de la robótica y que en algún momento tendremos la capacidad de hacer
un robot autoconsciente, desde el cual explora la violencia y los costos
sociales de llevar una tecnología de dominación galáctica, como en la Serie de La Fundación, donde hay un imperio desarrollado
tecnológicamente casi a niveles totalitarios”, indica.
Al final del primer volumen, el autor incluyó algunas notas que recibió
de las editoriales tras rechazar sus cuentos. En una de éstas, anónimas, se
lee: “Querido Isaac. Estaba preparado (realmente entusiasmado) para tragarme lo
que usted escribiera. Pero Isaac, ¿qué tiene en la cabeza? Su estilo está
cargado de sandeces, plagado de chapuzas y ñoñeces. Le devuelvo esta bazofia
maloliente, con un vistazo ya fue suficiente”.