Una organización criminal promete trabajo a mujeres, luego les quita a sus bebés y los vende con fines de esclavitud, abuso sexual y tráfico de órganos
LAGOS.
Todo comenzó de forma aparentemente inofensiva: una mujer joven entró en la joyería de Adebiyi, en Lagos, el centro económico de Nigeria, y se postuló para un puesto de aprendiz. Una semana después de ser empleada, desapareció junto con la hija de dos años de su jefa.
No tenía motivos para suponer que la mujer formaba parte de una red criminal”, recuerda Adebiyi. “Sólo después de que secuestrara a mi hija me di cuenta de que los detalles de su solicitud de trabajo eran falsos”, relata.
Un mes después, la policía encontró a su pequeña hija en el estado de Abia, a 600 kilómetros de Lagos. La niña había terminado en una de las llamadas “fábricas de bebés”.
Esta trata de personas poco usual opera con instalaciones en las que grupos criminales nigerianos venden a los menores a compradores, en su mayoría europeos.
Ya sean pequeños robados, como en el caso de la hija de Adebiyi, o bebés recién nacidos, los criminales saben que cuentan con una alta demanda. “El comercio de bebés de Nigeria florece”, advirtió hace unas semanas la organización humanitaria Aldeas Infantiles SOS y pidió que la ley sea más dura con los traficantes y los compradores.
Los traficantes entregan a los recién nacidos poco después del nacimiento a parejas sin hijos de todo el mundo”, explica Erhumwunse Eghosa, director de la filial de la organización internacional en Nigeria. La mayoría de los bebés son destinados a adopciones ilegales, aunque también se conocen casos de esclavitud infantil, abuso sexual y tráfico de órganos.
La policía de este país de África Occidental rescató en octubre pasado a 19 mujeres embarazadas y cuatro bebés de manos de estos traficantes en Lagos. La mayoría de las jóvenes mujeres había sido atraída desde el empobrecido este del país con promesas de trabajo en la gran ciudad y luego fueron secuestradas y embarazadas para vender a sus recién nacidos.
Bala Elkana, portavoz policial de Lagos, señala que un niño de corta edad cuesta unos 500 mil naira, es decir, unos mil 383 dólares. Las niñas se ofrecen por menor precio, a partir de los 300 mil naira.
Las madres suelen ser adolescentes embarazadas rechazadas por sus familias y, por ello, extremadamente vulnerables. De acuerdo con lo relatado por víctimas que lograron huir, tras parir no son liberadas, sino esclavizadas sexualmente en edificios desvencijados hasta que vuelven a quedar embarazadas.
No está claro cuántas “fábricas de bebés” de este tipo existen en el país. “Es difícil calcular el número porque actúan en las sombras”, comenta Arinze Orakwue, de la Agencia Nacional para la Prohibición del Tráfico de Personas.
De acuerdo con Aldeas Infantiles SOS, la mayoría de las fábricas de bebés detectada hasta ahora se encuentra en el sur de Nigeria, donde fueron liberadas 300 mujeres desde 2006. “Sin embargo, el comercio con bebés no se limita a Nigeria, sino que también se reportaron casos en Chad, Egipto, Etiopía, Ghana, Kenia, Liberia, Sierra Leona, Sudáfrica y Uganda”, detallan desde la institución humanitaria.
Los compradores suelen ser parejas sin hijos. Las potenciales “clientas” reciben una sustancia que hincha el abdomen y hace que la mujer parezca embarazada. La presión social para que las mujeres casadas tengan hijos alimenta el negocio de los traficantes de personas.
La idiosincrasia de nuestra sociedad fomenta la sensación de que un matrimonio no es exitoso si no tiene hijos, por eso muchos tratan de tenerlos sea como sea”, dice Betty Abah, una activista nigeriana por los derechos de los niños. Añade que, dado que las adopciones legales son burocráticas y llevan mucho tiempo, numerosas parejas echan mano de la oferta de las bandas de traficantes de personas.
Mary Ikoku participa en una campaña contra las “fábricas de bebés” en su país. Según lo que pudo establecer, no hay garantías de que todos los bebés vendidos hayan sido destinados a parejas sin hijos.
Cree que algunos de ellos terminan en manos de pedófilos o círculos relacionados con el ocultismo e incluso en el extranjero. Ese habría sido el destino de la pequeña hija de Adebiyi, que fue revendida cuatro veces en un mes. Su madre relata que ya había planes para sacarla del país.