• Antonio Argüelles cuenta su aventura por los siete mares, en un libro en el que narra recorridos hasta de 42 kilómetros en océanos helados, en donde la mente debe vencer obstáculos más allá de los peligros naturales
CIUDAD DE MÉXICO.
Toño Argüelles se ve pequeñito en aquella foto de
portada, nadando en el inmenso mar y convirtiéndose en el primer mexicano en
cruzar los siete mares en 2017. También es el más veterano de un puñado de
nadadores de largo aliento, a los que ya se integraron las también mexicanas
Mariel Hawley y Nora Toledano.
Antonio ha sido servidor público, empresario, escritor y
conferencista. Aunque confiesa que prefiere presentarse como nadador de aguas
abiertas después de lograr los recorridos en el Canal de la Mancha, el Estrecho
de Gibraltar, el Estrecho de Tsugaru, el Canal de Moloka’i, el Canal de
Catalina, el Estrecho de Cook y el Canal del Norte.
Sus aventuras las cuenta en el libro Travesía
interminable, el que realizó con la colaboración del periodista estadunidense
Adam Skolnick, del New York Times, a quien le platicó sobre aquel niño
hiperactivo y con sobrepeso, quien aprendió a amar el mar de la mano de su
abuelo y que soñó en ser medallista olímpico antes de encontrar su camino como
nadador de extenuantes distancias.
SE ESCUCHA FÁCIL, PERO NADAR 42 KILÓMETROS EN MOLOKA’I
(2016) NO LO HACE CUALQUIERA.
Fue complicado. Me tarde 23 horas con 18 minutos. Hasta
ese momento era el nado más largo que había hecho en mi vida. En agosto pasado
nadé en Catalina de ida y vuelta (68 kilómetros). Cuando nadas estás a merced
de la naturaleza, lo que se muestra en la portada del libro. Tuvimos olas de
dos metros y mucho viento. ¿Tiburones?, no me los encontré. Lo que sí fue
horrible fueron las picaduras de las aguas malas.
¿QUÉ FUE LO PEOR QUE TE ENCONTRASTE EN ESTOS RECCORRIDOS?
Lo más difícil es levantarte todos los días a entrenar.
Yo tengo muchas actividades empresariales y aun así no puedo dejar de entrenar.
Ya en el mar, lo más difícil fue aclimatarme a la baja temperatura. Nadar a 14
grados en el Canal del Norte fue algo a lo que le tenía mucho miedo, Me tomó un
año ir a cada rato a la Bahía de San Francisco para aclimatarme al agua fría.
SE LLEGAN A TENER LESIONES.
En los 30 kilómetros en el nado de Japón (Tsugaru 2015)
estaba muy lastimado del brazo derecho, debido a que yo había dejado de
entrenar un buen tiempo y había perdido el estilo. Tuve que entrar a un
programa de rehabilitación.
¿LOS NADOS LOS INICIAS DE MADRUGADA?
Todo depende del clima. El viento tiene que estar a
cierto nivel, así como la marea. En Catalina tuve que esperar cerca de tres
semanas. Por ejemplo, en el Estrecho de Cook inicié con un clima tranquilo y
terminé en medio de una tormenta.
¿HAY TIEMPO PARA PENSAR?
Uno de los capítulos del libro (La mente) una parte
importante es el entrenamiento mental. Yo tengo un entrenador que se llama
Jaime Delgado, nosotros trabajamos con tres elementos: respiración,
concentración y visualización. Algo que debes evitar es tener pensamientos
negativos, porque por cualquier motivo lo más fácil es abandonar. El día del
nado es 80 por ciento mental y 20 por ciento físico. Si no tienes preparada la
mente, te vas a perder.
LUCHAR CONTRA EL PÁNICO.
Pueden pasarte muchas cosas. Tienes que prepararte. ¿Yo?,
en mi primer nado en el Canal de la Mancha fue muy difícil porque dos semanas
antes murió Fausta Marín (nadadora de aguas abiertas). Así empieza el libro,
con una remembranza de este primer nado y todo mundo me decía que para que me
iba a nadar al Canal de la Mancha cuando una mexicana se acababa de morir. En
estos 20 años de nadar, para mí lo más difícil fue al principio acostumbrarme a
la incertidumbre de cuánto tiempo me faltaba para terminar. Es difícil saberlo.
A veces hay corrientes y llegar a hacer un kilómetro en una hora.
SE NECESITA SER AMANTE DEL MAR
Yo siempre digo que me hubiera gustado ser pirata. Yo
nací en el lugar equivocado. Yo crecí nadando, mi abuelo era un pescador
empedernido y a cada rato viajamos a Acapulco. Lo que aprendí es que tienes que
ser muy respetuoso de la naturaleza.
¿QUÉ ADVERTENCIAS RECIBISTE?
La primera es que nunca debes de nadar solo. Otra es que
tienes que aprender a vomitar, porque en algún momento vas a tragar agua salada
y te vas a marear. Te va a doler la garganta y la boca de tanta agua salada.
¿HAY REGLAS DENTRO DEL MAR?
Tienes que seguir las reglas con las que nadó el capitán
Matthew Webb por primera vez el Canal de la Mancha en 1875 y solamente puedes
usar un traje de baño, tus goggles y tu gorra. No debes ponerte un traje de
neopreno y nadie te puede tocar y tú no puedes tocar la embarcación. Y, a
diferencia del capitán Webb que su alimentación fue de whisky, está prohibido
cualquier tipo de drogas. Hay lugares en donde las olas son tan altas que
tienes que ir alejado del barco, siguiéndote de cerca un kayak.
¿CÓMO SE CONFORMA TU EQUIPO?
Van mis entrenadores, un doctor y un fotógrafo.
¿FUISTE EL SÉPTIMO EN NADAR LOS SIETE MARES?
Y además la persona de mayor edad en lograrlo (57 años)
logrando por ello el récord Guinness. Actualmente, hay ocho personas más, entre
ellas dos mexicanas: Mariel Hawley y Nora Toledano. Hoy en día somos 15, de los
cuales tres somos mexicanos.
¿SE NACE PARA SER NADADOR DE AGUAS ABIERTAS?
Vas adquiriendo esos placeres. En mi caso, tiene que ver
con el que de niño tuve un amigo imaginario que era un pirata (Don Julián). Si
te metes a mi blog, en junio y agosto de 2017 hay toda una serie de notas
hablando de don Julián. Una época de niño en la que iba mucho al mar con mi
abuelo. Para mí el mar siempre ha sido muy cómodo y un lugar en el que me
divierto mucho.
¿TUVISTE SUEÑOS OLÍMPICOS?
Cuando Felipe Muñoz gana la medalla en 1968, yo me digo
que quiero ir a unos Juegos Olímpicos y también ganar una medalla. Lo busqué
por mucho tiempo, pero cuando llegué a estudiar a la Universidad de Stanford me
di cuenta que no sólo no ganaría una medalla, tampoco iría a unos Juegos
Olímpicos. Para ello tienes que estar tocado por los dioses, con una genética
especial. Mira que llegué a entrenar 20 kilómetros diarios, siete días a la
semana por temporadas muy largas. ¿Las pruebas? Mil 500 y 400 libres.
¿QUÉ ESTUDIASTE EN STANFORD?
Estudios germánicos. También estudié economía. Allá tuve
de maestro a Jaime Serra Puche.
Las ganancias de este libro van para una fundación.
Todas las regalías del libro van a la Fundación Brazada a
brazada, que busca empoderar a los niños a través de la activación acuática.
Les enseñamos a nadar y les cambiamos la vida. Hoy tenemos mil niños en Sonora
y nuestra meta para el 2025 son 10 mil niños.
En el libro Travesía inolvidable colaboró Adam Skolnick.
Es un periodista estadunidense. Cuando termino los siete
mares me entrevista para el New York Times. Yo pensaba que saldría en la
sección de bultos perdidos, pero cuando aterrizo de regreso de Inglaterra tenía
gran cantidad de mensajes de amigos diciéndome que en ese periódico me dan la
primera plana deportiva un día que Usaín Bolt pierde. La broma que digo es que
aquella mañana le gané la primera plana a Usaín Bolt. En una reunión con Ernesto
Zedillo, el presidente me dice: Oye, ¿por qué no escribes un libro? Entonces
contacté de nuevo a Adam y le pedí que fuera mi coach writer. Entonces le conté
mis aventuras y él las escribió.
¿AHÍ ESCRIBES DE AQUEL NIÑO HIPERACTIVO Y CON SOBREPESO?
De las dos cosas. Yo era un demonio, iba en el Colegio
Alemán y no podía estar quieto. Todos me molestaban por gordo, hasta que entré
a la natación y el agua cambió mi vida.