• Carlos Mendoza cierra 2019 con buenos augurios Presidirá Conago y arranca el 2020 buen posicionado en la aceptación de la ciudadanía • Nuestros pueblos son ricos en tradiciones y leyendas. Hoy les comparto una el: Caballero elegante • Conversaciones con el diablo
La Conferencia Nacional de
Gobernadores (Conago) será presidida en 2020 por otro Mandatario panista,
Carlos Mendoza Davis, de Baja California Sur, tras el mandato del queretano
Francisco Domínguez.
Mendoza encabeza actualmente
la Comisión de Turismo de la Conago.
Fuentes de la organización de
Mandatarios afirmaron que Mendoza recibió la aprobación unánime de todos los
miembros de la Conago.
Domínguez dejará el cargo la
primera semana de febrero de 2020.
El Mandatario queretano
informó del relevo al Presidente Andrés Manuel López Obrador durante un
desayuno esta mañana en Palacio Nacional.
"Vine a avisarle que ya
mi ciclo en la Conago termina, voy a entregar en la primera semana de febrero y
a plantear la fecha en la cual él nos puede acompañar", comentó brevemente
Domínguez al salir del encuentro.
El panista se dijo satisfecho
porque, durante su gestión al frente de la Conago, se logró un cierre de filas
entre el Gobierno federal y los estados en materia de seguridad.
Domínguez dio a conocer que el
Presidente López Obrador ofreció dar una comida de honor a los 32 Gobernadores
el próximo 13 de enero.
La comida se realizará en
Palacio Nacional, después de la reunión que sostendrá la Conago con el
Secretario de Seguridad, Alfonso Durazo.
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Nuestros
pueblos son ricos en tradiciones y leyendas. Hoy les comparto una el: Caballero
elegante
La historia, esa misteriosa,
pero precisa maestra de la vida, se muestra avara, con datos precisos y
certeros, sobre el origen del caballero elegante. Pero eso no impide que se
abran las turbulentas crecidas de las aguas de la especulación y la mentira. O se
decante, cayendo en los zarzos del tiempo una que otra verdad. Yo supe del
caballero elegante y sus apariciones, desde la escuela primaria en la Plutarco
Elías Calles, cuando el profe Cuco, nos deleitaba en tercer año a todos sus
alumnos. Un día nos hablaba de la novia blanca de Ligui.
Otras del chiflidito del
arroyo del kilómetro quince, donde hoy es el Ejido Numero uno. Y cuando tenía
más paciencia nos narraba con lujo de detalle los crímenes de viejitos
cometidos en Canipá. A mí me daba miedo. Y eso me orillaba a portarme bien y
pedirle su bendición a mi padre, para poder dormir a mis anchas. Un buen tiempo
no supe nada del Caballero elegante. Hasta que en la Secundaria en un receso de
su clase, el profesor Alejandro Mota, nos confió que le había tocado verlo. Y a
no me asuste, tanto como en la niñez. Pero no deseche del todo ese tema.
Y fue hasta veinte años
después que me tocó verlo. Un veinticinco de enero Venia de Loreto por la
noche, había estado en ese puerto, ofertando los productos de una ferretería
marina, que tiene mi padre, en La Paz. Se me hizo tarde, pero no vi
inconveniente en viajar tres horas de ese lugar a La Paz. Salí a las once y
media de la noche del Restaurant el Nido, donde saboree unas almejas rellenas y
una orden de pollo, rostizado, Los que saben de comida, me darán la razón, que
ir a ese lugar y no pedir eso, es como si no fueran. Son un manjar, Mi carro un
automóvil buik café, del año, cómodo, seguro se enfilo hacia el sur. Cuando
estaba por llegar a Ligui, me acorde del profe Cuco y de la novia blanca.
El corazón me empezó a temblar
y las manos se me engarrotaron. Pero no pasó nada. Buscaba en el cerro, verla
deslizándose hacia mí, vestida totalmente de blanco. Con un rostro transparente
y unos ojos rojos, destilando amargura, pero no. Eche un vistazo al asiento del
copiloto. Y no se subió. Y seguí la marcha, Saque un casete de José Feliciano y
escuche casas de cartón. Otras más. Y me sumergí en mis pensamientos. Pensé en
mis jugosas comisiones de las ventas hechas. Recordé a mi novia, a Isabel
Davis, que había conocido precisamente en Loreto y que ahora era gerente de la
Beuty Suplay.
Una tienda de muchas cosas.
Recordé una intentona de tranza de un comerciante de Loreto, que me había dado
un cheque sin firma. De todo se ocupó mi mente. Y las curvas, me empezaron
arrullar. Me entro un lapso modorro y una lengüetada de sueño, me cacheteo. Me
voy durmiendo, dije para mis adentros. Baje los vidrios de las cuatro puertas.
Pero me arrepentí casi de inmediato. Los coyotes aullaban y un viento frio, me
pegaba en el rostro. Otra vez, hacia arriba.
Ese ambiente no me gustaba.
Lanzaba la mirada hacia el cielo y en lo poco que miraba, no encontré ni a la
luna, ni a las estrellas. Era una noche, fría, misteriosa. Pero me acorde de mi
padre Juan Bernabé Mosqueda, un marinero cuajado en esas cosas. Me decía, mira
Fabián, cuando te asustes, respira hondo. Después que lo hagas, encomiéndate a
Dios, Y di, señor vas conmigo. Nada me pasara. Mi padre, fue capitán de barcos
como el Raulito, del Estrellita Marinera. El faro de luz. Y el del famoso,
Delfín de siete mares. Se las sabia de todas, Solo recordándolo se me fue el
miedo SU MAJESTAD, EL MIEDO
Y todo a la normalidad. Bueno,
eso pensé, porque al llegar al kilómetro 47 viniendo de La Paz a Loreto, lo vi.
Era un Bulto negro, con dos destellos de luz. Ubicado en unas piedras a la mano
izquierda. A lo lejos se miraba como una masa negra, Y con dos velas
encendidas. Baje la velocidad, y clave mi vista en eso, poco a poco me iba
acercando y ubicando más lo que era. A unos diez metros de distancia lo vi
completo. A la par, mi estero se apagó, Ya no más la voz de José Feliciano.
Ya no más nada, solo mi miedo.
Era un hombre vestido de un frac negro. Bigotes delgados, una capa del mismo
color, Y con la pierna cruzada, meneándola. Su mirada de color rojo. Y en una
mano, un cigarro con boquilla y con la otra me hacía, la seña del adiós. Y bajo
las piedras donde estaba sentado, tres coyotes aullando. Con eso tuve. El
pavor, movió mi pie que se clavó en el acelerador. Le di, todo. Al subir a la
recta, divise las luces muy a lo lejos de Constitución. Pero el susto me
acompaño hasta llegar a la Paz. Hay tres hipótesis que conozco sobre el
caballero elegante. Una que era ejecutivo de la empresa El Boleo. Y que se
llamaba Jean Pierre Bouquero. Otra que era uno de los dueños del Buque negro,
que llego a Loreto y una más, que era un novio que fue asesinado en La
Zarabanda una hacienda que está enclavada en la Giganta y que poca gente
conoce. Yo no sé nada, solo sé que el miedo, acecha en cada kilómetro de la
carretera Transpeninsular.
Conversaciones con el diablo
Expresó mi sincero pésame a
dos grandes familias .A la de Gaby por el sensible fallecimiento de su mami. María
Cristina Acosta Leyva Y a la familia Vargas Galván por la pérdida muy
lamentable de la señora Luz esposa de Mario Vargas Aguilar. Animo y fuerza para
la resignación...Y con esto nos despedimos. No olviden: hagan el bien. Y sean
felices.