• La escritora mexicana presentó en la FIL Guadalajara El amante polaco, su novela más reciente y “más personal”
GUADALAJARA.- La escritora Elena Poniatowska afirmó ayer que su primer hijo,
Emmanuel Mane Haro Poniatowski, nacido en 1955,
cambió su actitud ante la vida y la motivó, como madre soltera, a hacer a un
lado sus prejuicios de clase. “Fue una de las primeras batallas que di. Yo no
sería quien soy si no fuera por la presencia de este niño”.
La autora mexicana de origen francés comentó:
“En un convento de monjas en Italia tuve un hijo del que estoy orgullosa. Es
científico, físico, trabaja en la UAM Iztapalapa. Tuve que luchar por él,
porque me lo quisieron quitar.
Esta batalla me acercó a muchas mujeres que
estaban en la misma situación. Creo que él es lo mejor que me ha sucedido en la
vida. Fue muy difícil, pero aquí me tienen viva y coleando”.
La conclusión a la que llega la
narradora a sus 88 años cobra relevancia a partir de su reciente revelación,
por primera vez, de las circunstancias que estuvieron detrás del nacimiento de Mane, en su novela más reciente, El amante polaco (Seix
Barral), a la que definió como “la más personal”.
En una historia paralela a la de
su ancestro Stanislao Poniatowski, el último rey de Polonia, la novelista narra
flashes de su vida, entre los que destaca su convivencia con el escritor
jalisciense Juan José Arreola, quien un día la atacó sexualmente y se convirtió
en el padre biológico de Mane. La cronista
no menciona este nombre en su libro, pero lo ratificó después en una
entrevista.
Ayer, en la tierra natal de
Arreola y justo en el aniversario luctuoso número 18 del autor de Confabulario, Poniatowska compartió esta reflexión
sobre su hijo y cómo éste la inspiró para forjar una obra que en 2013 fue
galardonada con el Premio Cervantes, considerado el Nobel de las letras en
español.
“Me da gusto estar aquí con ustedes. Toda la
vida he estado abajo, donde ustedes están. Así que se me hace rarísimo estar
aquí contestando preguntas, porque la vida está llena de preguntas y quizá
todavía estoy esperando una respuesta”, explicó en rueda de prensa en el marco
de la 33 FIL de Guadalajara.
“Me inicié en el periodismo y con
una novelita que se llamó Lilus Kikus en 1953. Pero esta nueva obra es más
personal que las otras. La escribo, como decimos, al cuarto para las 12. Antes
de morir quise saber qué era ese apellido Poniatowski, por qué hay ese título
de princesa y otro de Marqués de Monterrotondo, que viene de Italia y forma
parte de la familia de los Poniatowski. Quise saber qué clase de cucarachas
eran, quiénes eran, qué habían hecho”, indicó risueña.
Detalló que para confeccionar El amante polaco se
puso a leer muchos libros en inglés y francés, porque en español no hay
absolutamente nada. Y, tras pronunciar las únicas cinco palabras que sabe en
polaco, confesó que de joven nunca quiso aprender este idioma y dejó a Polonia
en paz.
“Pero poco a poco mi interés creció. Me
preguntaba cómo era ese rey que nació en 1732, justo dos siglos antes que yo, y
cómo llegó al poder. Hablaba siete idiomas, tenía una cultura especial y
bailaba tan bien que enamoró a Catalina la Grande, emperatriz de todas las
Rusias. Es una historia apasionada de amor”, agregó.
Adelanta que la segunda parte de la novela
termina con la muerte del rey. “Es una muerte triste, pues debe ir a
Rusia, a San Petersburgo, el país que junto con Prusia y Austria se repartió a
Polonia. Es la derrota de un rey bien intencionado, inteligente, sensible,
democrático y que sentía mucha simpatía por los jóvenes y las mujeres”.
Dijo también que planea escribir sobre José
Poniatowski, un descendiente del rey, quien fue mariscal de Francia y luchó al
lado de Napoleón Bonaparte.
La autora de La noche de Tlatelolco ratificó que, además de escritora, en
el alma se siente una periodista. “México es uno de los países más terribles y
peligrosos para ejercer el periodismo. Se debería dar más protección a los
periodistas.
Lamentablemente, también es muy
fácil faltarles al respeto. Un funcionario que se quita de encima a los
periodistas como si fueran moscas no piensa que el comunicador está cumpliendo
una función. A lo mejor él ni siquiera quiere estar aquí y lo está haciendo a
costa de su tiempo y de su vida. Yo hablo como periodista, porque amo mi
profesión”, concluye.
Finalmente, expresó su solidaridad con las
mujeres que se manifiestan en las calles en contra de la violencia. “Lo único
que rechazo es el vandalismo. Así como no creo en la autodestrucción personal, pase
lo que te pase, tampoco en la destrucción de un objeto. ¿A quién le sirve la
destrucción? Destruir por rabia no sólo lastima el físico, sino que es un
coraje que te hace luego darle una cachetada a un niño”.