• La pianista mexicana de 17 años alista una gira nacional, acompañada por la Siberian State Symphony Orchestra
CIUDAD DE MÉXICO.
La pianista Daniela Liebman
(Guadalajara, 2002) hará un tour por México del 15 al 31 octubre de 2020,
acompañada de la Siberian State Symphony Orchestra, bajo la dirección artística
de Vladimir Lande, que incluirá varias sedes en el país, entre las que destaca
la Sala Principal del Palacio de Bellas Artes.
En entrevista con Excélsior, la pianista de 17 años, que el próximo
año cumplirá una década de su debut, también habla de sus próximos conciertos
en Nueva York y Brasil, de su emoción por el repertorio de Chopin, Debussy y
Beethoven, y afirma que no está interesada en adquirir alguna técnica que capte
la atención del público.
“Mi meta es que me escuchen y no apantallar con
técnica, que es una meta popular de la gente muy joven, es decir, impresionar
con rapidez o fuerza; cuando salgo al escenario lo que quiero es que el público
viva una experiencia. Eso es lo que disfruto, compartir la experiencia de la
música e intentar transportar al público a otro lugar o a otro mundo”, comenta
vía telefónica desde Nueva York.
¿Cómo es ese mundo?, se le cuestiona. “Es un
espacio muy especial y difícil de explicar, porque yo ni siquiera lo entiendo.
Es como cuando a veces vas a un concierto y el músico controla tus emociones.
En un segundo estás sentado en tu propio mundo y cinco minutos después te
empiezas a sentir incómodo en tu asiento, como si quisieras salir de tu propia
piel, agitado o enamorado de la música, y eso te lleva a vivir una aventura de
emociones y de ideas. Y al terminar, sientes que experimentaste la vida de otra
persona o de otro mundo, y esa sensación te afecta durante los siguientes días
y se queda contigo”.
Y apunta: “Es algo especial para mí, porque
unos instantes en el escenario los puedes recordar toda una vida. Para mí lo
bonito de la música es cuando eso sucede, porque cuando un músico es muy bueno,
el espacio que crea no sólo es el del intérprete que toca algo en el escenario
o el del público que sólo observa. Más bien, el público es parte de la
experiencia y se convierte en una comunicación entre intérprete y persona, es
como si el intérprete pudiera comunicar emociones directamente”.
¿Alguna vez pensaste que tu carrera sacrificó
tu infancia? “En realidad no. La música me ha dado un propósito en la vida y lo
que siento al momento de estar en el escenario, creando música, es un
sentimiento tan bello y me conmueve tanto… que es difícil explicarlo. Es una
satisfacción profunda que me llena como persona.
“Para mí, un mundo sin piano sería un lugar
muy vacío o un espacio en blanco y negro. Sé que suena dramático, pero es la
verdad. La música me ha dado muchísima felicidad y me ha centrado como persona.
No importa lo que pase a mi alrededor, siempre regreso a la música y me hace
crecer. Si nunca hubiera aprendido a tocar el piano, me habría perdido de
mucho. Así que la música no me quitó nada, más bien me dio una infancia que disfruté
mucho”, abunda.
¿Siempre lo has vivido así? “En México no es
tan visto que los niños comiencen a una edad temprana y entiendo que lo ven
como un sacrificio o que alguien me forzó, pero no fue así. Diría que tuve una
educación diferente con otro tipo de cosas que sí disfruté, pero no es algo muy
anormal. He conocido mucha gente como yo, que empezó a tocar desde una edad
temprana y es muy aceptado en otras culturas… sólo es otra manera de vivir tu
vida”.
ENTREGAR
EL CORAZÓN
Para Liebman, 2019 ha sido un año de
búsqueda. “Este año me he enfocado en tratar de encontrar mi propia voz con el
piano y de ver cómo es mi personalidad y lo que puedo ofrecer en las piezas que
interpreto. He pensado mucho en esto, y al escuchar diferentes influencias de
otros músicos, intento implementarlas”, explica.
Y añade: “Mi intención al tocar es
identificarme con la música de una manera en la que espero que pueda aportar
algo distinto. Cada persona tiene una manera distinta de ver las cosas, es
decir, un sello personal. Para mí, una de las cosas importantes de la música es
que, cuando vas a un concierto y el pianista o cualquier músico tiene una
manera nueva de interpretar, me inspira mucho ver esa pieza y me apasiono por
trabajar en eso”.
¿Qué tanto ha quedado en la memoria de tu
debut?, se le pregunta. “Recuerdo la emoción de la primera vez cuando me
dijeron que iba a tocar con orquesta. Fue algo especial que mis papás y yo ni
siquiera podíamos procesar. Le teníamos tanto respeto a la idea de tocar con
orquesta y en público… pero sí recuerdo la felicidad que sentí al escuchar los
instrumentos en el escenario; fue una emoción súper intensa, inédita. Y a eso
se suma la adrenalina de la experiencia y al escuchar al público y todo ese
amor que ya sentía por la música. Siempre lo voy a recordar”.
¿Recuerdas tu debut con la Sinfónica de
Aguascalientes? “Fue súper especial la primera vez que toqué con orquesta.
También me acuerdo cuando estuve en el Teatro Degollado y, por supuesto, en el
Palacio de Bellas Artes, lugar que siempre escuché desde niña… y luego el
Carnegie Hall”.
¿Hay diferencias entre los primeros
conciertos y los de ahora? “Cada experiencia con orquesta y con recitales es
similar, pues, aunque estoy más acostumbrada al funcionamiento de las cosas,
emocionalmente es parecido. Cada que salgo al escenario siento que se me sale
el corazón y lo doy todo”.
Para concluir, habla sobre
algunas de sus presentaciones para 2020. La primera está programada para los
días 26 y 27 de marzo, en Belo Horizonte, con la Minas Gerais Philharmonic
Orchestra, en donde ejecutará el Concierto No. 22,
de Mozart; y cerrará su presentación en esta ciudad, con un recital solo en la
Sala Cecilia Meireles; luego retornará al Festival de Ravinia y hará otros
recitales en Nueva York.
Por último, sobre su gira
nacional. “La idea es que sea un tour por todo México, pero no sé exactamente
todas las sedes. Tengo entendido que será del 15 al 31 de octubre de 2020, una
fecha será en Bellas Artes y tocaré el Concierto No. 5 de Beethoven y el Concierto para piano en Sol mayor de Ravel”.