• Desde el inicio de su gestión hace un año, el presidente López Obrador catalogó el sector salud como prioritario y puso en marcha el Plan Nacional de Salud
Ciudad de México. Centros de salud sin insumos necesarios para atender
enfermos, carentes de servicios básicos (agua, luz, drenaje) y desabasto de
medicamentos, así como deficiente administración de los recursos económicos,
entre otros, forman parte de los problemas encontrados por el gobierno federal
en el sector.
Desde el inicio de su gestión
hace un año, el presidente Andrés Manuel López Obrador catalogó el sector salud
como prioritario y puso en marcha el Plan Nacional de Salud sólo 15 días
después de haber asumido el cargo. Pero hasta ahora, lo más que se ha avanzado
es en el diagnóstico de los distintos asuntos que se deben solucionar.
En cambio, la aplicación de la
política de austeridad provocó una crisis en los institutos nacionales de salud
y hospitales de alta especialidad. Se cancelaron contratos de honorarios y
suplencias que eran ocupadas por personal médico y técnico. Además, se retuvo
mil 200 millones de pesos del gasto operativo de esos nosocomios. El problema
fue de tal magnitud que provocó la movilización de los directores, que en forma
conjunta acudieron a la Cámara de Diputados en busca de apoyo. La medida se
revirtió en parte, pues de acuerdo con información oficial, recuperaron el
dinero, no así la totalidad de las plazas.
Un foco de atención del Ejecutivo
fue la concentración de los contratos para adquirir medicamentos y material de
curación en unas cuantas empresas distribuidoras que se habían convertido en
monopolios. Esa denuncia dio paso a una nueva política que separó la compra de
la distribución. Fue tal la resistencia de las empresas, que provocaron las
fallas que hubo en el primer ejercicio de consolidación.
De acuerdo con Raquel Buenrostro,
oficial mayor de la Secretaría de Hacienda, el desconocimiento de los
laboratorios sobre los procesos de licitación complicó su desarrollo, mientras
las compañías con capacidad y experiencia en distribución se abstuvieron de
participar en el concurso. Empresas medianas se quedaron con los contratos,
pero por su impericia hay retrasos en las entregas de los insumos. Las
resistencias fueron internas y externas, pero ya entendieron que “no hay marcha
atrás en el cambio del modelo de negocio”, señaló la funcionaria.
La distribución de medicamentos y
material de curación se licitará aparte y ahora, en el proceso para garantizar
el abasto de 2020, habrá un contrato marco y esta vez estarán las
distribuidoras grandes.
En cuanto al nuevo modelo de
atención médica, que busca mejorar la calidad de atención para todas las
personas, en especial las que viven en zonas rurales e indígenas, no ha
avanzado por cuestiones legales.
López Obrador señaló en su
campaña electoral (y lo ratificó en las visitas que hizo a los 80 hospitales
rurales del programa IMSS-Bienestar en 19 estados de la República) la
ineficacia del Sistema de Protección Social en Salud y su brazo operativo, el
Seguro Popular.
Con el argumento de que este
esquema de financiamiento no cumplió el propósito de garantizar el derecho a la
protección de la salud de los mexicanos, se promovió una reforma a la Ley General
de Salud para desaparecer ese mecanismo y crear el Instituto de Salud para el
Bienestar (Insabi).
El
Congreso de la Unión aprobó el cambio, que entrará en vigor el 1º de enero de
2020. Además de la desaparición del Seguro Popular, la reforma faculta al
Insabi a disponer de 40 mil millones de pesos que están en el fideicomiso del
Fondo de Protección contra Gastos Catastróficos –que también desaparece– para
invertirlos a fin de subsanar las carencias en centros de salud y hospitales
generales que atienden a personas sin seguridad social.