• Monterrey se puso bajo reflectores en el Mundial de Clubes con una actuación sublime, acarició la gloria
Monterrey se puso bajo reflectores en el Mundial de Clubes con una
actuación sublime, acarició la gloria, y aunque terminó en el sitio previsto
–tercero–, no queda nada qué reprochar, pues irrumpió con fuerza y personalidad
en la única ventana internacional que le queda al futbol mexicano, por ahora
marginado indefinidamente de la Copa Libertadores y de la Copa América.
Los fracasos hieren el orgullo, pero renuevan el hambre y
dejan máximas enseñanzas. En su primer ciclo al frente de los Rayados, Antonio
Mohamed no pudo entregar un título y el público, que contemplaba a Tigres
engolosinado con sus trofeos, desató reproches hacia el Turco,
quien optó por un receso: un pasaje breve y gris en el Celta de Vigo, y aunque
sacrificó su sueldo, luego de 13 partidos y sólo tres triunfos, fue cesado.
En octubre Mohamed inició su segunda etapa al frente del
Monterrey, que había echado a Diego Alonso. Sus palabras sonaron a lugar común:
anunció que llegaba con un mejor plan que la vez anterior. Así parece. El
equipo inició una carrera ascendente y a contrarreloj le alcanzó para entrar a
la liguilla raspando panza, como octavo lugar. Pero la motivación para
sobresalir en el Mundialito qatarí resultó impresionante.
Recurrió a todo su arsenal foráneo ante el laureado
Liverpool. Era lo justo para equilibrar, pero el pie mexicano –Carlos
Rodríguez, César Cachorro Montes, Jesús Gallardo, Miguel Layún,
Rodolfo Pizarro y el portero Luis Cárdenas– tuvo un desempeño que rayó en la
perfección. Nadie desmereció. Rodríguez, de 22 años, parecía un todo terreno.
De inmediato fue blindado, por si las moscas.
A Mohamed le urge brindarle un título de Liga Mx al
Monterrey, es una deuda pendiente desde que el equipo estrenó el majestuoso
Gigante de Acero, en agosto de 2015. En Doha convenció a propios y extraños de
que tiene un equipazo al que restan dos batallas para redondear su gran regreso
al timón regio. El jueves, en plena cruda navideña, se disputará la final de
ida ante el complicado América de Miguel Piojo Herrera.
El estadio de Rayados ya organizó la fiesta, pero será en
el estadio Azteca donde el Turco espera alzar el cetro, ahora como
visitante. Y después de que la reventa acaparó el boletaje para la final de
vuelta, la fanaticada de las Águilas tendrá este lunes una oportunidad de
observar a sus ídolos de forma gratuita.
Raúl Jiménez es el jugador mexicano que mejor resplandece
en el extranjero. Todo un ídolo para la afición del Wolverhampton inglés que
hace caer en lamentos al Atlético de Madrid, club que importó a la joya
mexicana a tierra europeas, pero careció de paciencia y sabiduría para pulirla,
y hoy contempla con dolor el bien perdido… Igualito que Cruz Azul, cuando lo
dejó ir siendo un niño talentoso que terminó en las filas del América.
El ascenso de Jiménez (28 años) ha sido consistente y a
paso firme. Los Colchoneros lo compraron por 10.5 millones de euros, Benfica
pagó por él 22 millones y el Wolver 42. Se revalúa periódicamente al ciento por
ciento y para el seleccionador Gerardo Martino es su mejor activo, tras recibir
la negativa de Carlos Vela y luego de las indisciplinas de Javier Chicharito Hernández.
El Lobo mexicano ya fue nominado el mejor jugador de la
Liga Premier, honor que no es poca cosa, puesto que brilla entre los más
talentosos del mundo. El Wolver, ubicado en el sexto lugar en gran medida con
goles decisivos de Jiménez, lo reconoció hace unos días con una selección de
sus mejores goles y lo tiene en un pedestal.
Chivas sigue armándose a paso firme, organizando sus
finanzas y rogando para que Angélica Fuentes no mueva con brusquedad los hilos
de la sucesión testamentaria en favor de sus hijas. Aunque el equipo está casi
armado, una de las mejores noticias en Cruz Azul es la llegada de Jaime
Ordiales, quien hizo un buen trabajo con Gallos Blancos; ojalá que el jaloneo
en la cúpula cementera le conceda algún margen de maniobra.