• Previo al primero de sus tres recitales, el afamado director venezolano habló ayer de la conexión que genera la música
CIUDAD DE MÉXICO.
La cultura para los pobres no
puede ser una pobre cultura”, afirmó ayer el director de orquesta Gustavo
Dudamel (Venezuela, 1981) durante su encuentro con los medios de comunicación,
poco antes de realizar el primero de tres conciertos en su regreso a México, y
de evocar algunas ideas que aprendió de José Antonio Abreu, su maestro y el fundador
del sistema de orquestas juveniles en Venezuela.
Así que los espacios de concierto mejor
acondicionados tienen que ser para los más necesitados y, a partir de ahí,
construir una identidad, pues lo peor de ser pobre es ser nadie, no de una
necesidad material, sino espiritual. Y en esto, creo, el arte juega un papel
fundamental”, añadió el artista venezolano que hoy realizará su segundo
concierto en el palacio de mármol.
El músico nacido en Barquisimeto, el 26 de
enero de 1981, también habló sobre lo que ve en los niños y por qué a menudo se
suma a iniciativas que los involucra. “A través de los niños yo me siento
reflejado… aunque también cuando vemos un niño o a un joven mexicano, junto a
otro de Los Ángeles, ellos envían un mensaje al mundo de que el arte es un
derecho esencial y un elemento de unión e identidad”.
E invitó a que tanto intérpretes como
escuchas abandonen la visión eurocentrista de la música clásica.
Tenemos que romper el eurocentrismo, (porque)
cuando se toca a Beethoven en Barquisimeto (Venezuela), ese Beethoven suena a
barquisimetano, y entonces Beethoven ya es un compositor venezolano”.
Lo mismo sucede, apuntó, cuando se toca a
Stravinsky en México “y cuando se toca a Gabriela Ortiz en Japón; bueno, ella
se convierte en japonesa completamente y ése es el verdadero mensaje y el
efecto del arte. Tenemos que ver el arte como esos puntos de unión”.
Además, aseguró que cuando
interpreta La noche de los mayas de Silvestre Revueltas con la Orquesta
Filarmónica de Los Ángeles (LA Phil), el público la ama y se conecta, “porque
aprecia y se siente identificada con nuestra cultura, a pesar de que no sea su
cultura… pero sí lo es. Eso es lo que representa la cultura en nuestro tiempo y
no podemos seguir viviendo en una división entre el arte popular y el resto”.
Dudamel también habló sobre la identidad y
afirmó que de muchas formas él se siente parte de este país.
Yo me siento mexicano. Y esa conexión va
desde el génesis del Sistema de Orquestas Juveniles e Infantiles de Venezuela,
aunque al final la sangre que corre por nuestras venas nos hace ciudadanos de
un muy rico y hermoso continente”, enfatizó el director de orquesta.
Asimismo recordó que dos de los primeros
grandes artistas del mundo que creyeron en la música como una herramienta de
acción social fueron los músicos mexicano Carlos Chávez y Eduardo Mata, durante
los años 70 y 80, quienes fueron a Venezuela al igual que Arturo Márquez.
Así que ese concepto del arte como un
elemento esencial en el crecimiento y la educación de los niños, viene abrazado
siempre por México”, subrayó.
Lamentó que la tradición nos haya impuesto
demasiadas fronteras y hay propiciado que la música clásica sea una especie de
cajita que a los jóvenes identifican con olor a naftalina. “La ven como música
de los abuelos y no tiene nada que ver”.
Y se autodefinió como un hijo del sueño de
José Antonio Abreu. “Soy un hijo más de ese sueño, lo tengo presente y lo llevo
en mí todos los días de mi vida. Y ese sueño del maestro ya se expandió en todo
el mundo y apenas vemos muestras de ese sueño universal”.