• En 1690, tuvo un percance con la iglesia después de escribir su famosa 'Carta Atenagórica (la crisis de un sermón)', un escrito que criticó fuertemente el sermón de un padre portugués
CIUDAD DE MÉXICO.
La vida de una de las mujeres más
brillantes de nuestro país transcurrió entre libros y conocimiento, en medio de
una época donde las mujeres tenían nulas posibilidades de trascender en
cualquier ámbito de la vida cotidiana.
Juana Inés de Asbaje y Ramírez de Santillana,
conocida como Sor Juana Inés de la Cruz, hija de padres españoles, nació el 12
de noviembre de 1651 en Nepantla, Estado de México. Creció en la hacienda de
Panoayan, propiedad de su abuelo.
La entonces niña dotada de un notable talento
se dedicó a la lectura la mayor parte de su vida. A los tres años de edad ya
sabía leer y escribir, mientras que, a los seis años, realizó uno de sus
primeros escritos llamado “Loa al Santísimo Sacramento”. Asimismo, muy pronto
aprendió latín y su conocimiento la hacían sobresalir entre las mujeres de la
época.
Tras su paso por el Convento de San José de
las Carmelitas Descalzas, donde su estancia no pasó de los tres meses; ingresó
al convento de San Jerónimo, desempeñándose como administradora, contadora,
archivista y poetista. Fue allí donde su fama de buena escritora la llevó
a desarrollar una de sus obras más importantes: “Neptuno Alegórico”, dedicada
al Virrey Tomás de la Cerda, conde de Paredes y marqués de la Laguna.
En 1690, tuvo un percance con la iglesia
después de escribir su famosa “Carta Atenagórica (la crisis de un sermón)”, un
escrito que criticó fuertemente el sermón de un padre portugués. Esto le
ocasionó severos problemas con las autoridades eclesiásticas. Un par de años
después, abandonó su labor como escritora y se sumergió, sin retorno, en un
profundo silencio.
Posteriormente, en 1695, murió víctima de
tifus, cuando se encargaba de cuidar personas que padecían ese mal. Sus restos
fueron hallados en noviembre de 1978 durante los trabajos de remodelación del
exconvento de San Jerónimo, lugar donde reposan actualmente.
El 6 de noviembre de 1979, se publicó en el
diario Oficial de la Federación, el decreto presidencial por el cual se
establece el 12 de noviembre de cada año como Día Nacional del Libro, en
conmemoración del natalicio de la literata mexicana. En ese sentido, se busca
la promoción del libro y con ello, la divulgación de la lectura, así como la
celebración de actividades culturales que fomenten la educación.
El libro es considerado el principal
instrumento transmisor de cultura y conocimiento. Es un bastión que fomenta el
raciocinio. Por esa razón, todos los años, en el marco de la celebración del
Día Nacional del Libro, la Feria Internacional del Libro Infantil y Juvenil
(FILIJ), integra en su programa distintos tipos de actividades artísticas,
literarias y culturales enfocadas principalmente a jóvenes interesados en esos
temas y, sobre todo, en la lectura. De ese modo, se honra el legado de una
mujer entregada a los libros y la lectura, apasionada por la escritura, cuya
labor sigue siendo símbolo de muchas mujeres en la actualidad. La obra de Sor
Juana forma parte de la riqueza cultural de México.