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Hoy es lunes, 25 de noviembre de 2024

Lo derecho es lo decente

Lo derecho es lo decente


 

Muy buenos días estimable lector gracias, muchas gracias, por continuar prefiriendo este su periódico El Independiente.

 

Inicio esta columna comentando a Usted; después de veinticinco años de esfuerzos por corregir nuestros problemas estructurales y reorientar nuestras economías hacia la modernización, la apertura y el mercado, América Latina no logra superar sus rezagos endémicos. Aunque muchas de las reformas económicas emprendidas permitieron resolver algunos de los problemas más graves, los resultados, en termino de crecimiento, reducción de la pobreza o distribución del ingreso, han sido ciertamente desalentadores o, al menos no los esperados, eso plantea nuevos desafíos acerca de lo que deben hacer los presentes legisladores para promover una nueva generación de reformas que, sin deshacer lo andado, concilien democracia, desarrollo y equidad.

 

Los gobiernos deben diseñar una nueva generación de reformas sociales y económicas en donde el objetivo central sea aumentar las capacidades básicas de los individuos, dotar a las sociedades de herramientas productivas y educativas que les permita: a) superar sus insuficiencias actuales, b) elevar sus ingresos, c) mejorar la calidad de vida, y d) aumentar sus habilidades y destrezas para poder incorporarse al mundo laboral. Ahora bien, los progresos en las reformas estructurales que México necesita para fortalecer su economía, mejorar su competitividad y afianzar su democracia, son escasos y lentos aun.

 

Bajo este contexto los actuales legisladores deben usar toda la imaginación y creatividad para diseñar un genuino desarrollo democrático, equitativo y sostenible, para que el País mejore su competitividad y los gobiernos amplíen la inversión social en educación, salud, infraestructura y seguridad, es urgente contar con mayores recursos y profundizar no solo en los retos derivados de las reformas estructurales pendientes, sino en las nuevas que, en el corto o mediano plazo, serán indispensables.

 

México y su sociedad necesitan un nuevo enfoque acerca de las posibilidades que ofrecen las reformas políticas y económicas para consolidar su tránsito hacia la normalidad democrática; para sembrar en la ciudadanía un interés y entusiasmo realista para los asuntos públicos, y para asegurar que en pleno Siglo XXI esa democracia y esa sociedad sean a base de un nuevo desarrollo más próspero, compartido y equitativo.

 

Si México quiere retomar el crecimiento económico, distribuir mejor la riqueza, mejorar los salarios y elevar la competitividad, tiene que implementar una serie de reformas estructurales en el terreno fiscal, eléctrico, energético, educativo y laboral. Es cierto que algunas de estas reformas o quizá todas, tienen costos políticos de corto plazo para los partidos, para los legisladores e incluso para la propia sociedad; pero sus ventajas son enormes, mucho mayores para el País y, en última instancia para los propios actores políticos y para la ciudadanía.

 

Concluyo, por ejemplo todos sabemos que a México le hace falta un mayor financiamiento para obras, para seguridad, para escuelas, para hospitales. Para eso hace falta que los ingresos fiscales de los gobiernos federales, estatales y municipales aumenten, y eso solo es posible con una buena reforma fiscal que sea sólida, convincente, y que se le explique a la gente en que se va invertir ese dinero. Termino esta columna diciéndole; los problemas de México son internos tienen que ver mas con la ausencia de reformas que con la competencia del exterior.