• El mejor tenista de todos los tiempos bailó y cosechó aplausos de los 42 mil 517 asistentes
Ciudad de México. El esperado Roger Federer brindó el prometido
espectáculo de grandeza anoche ante el alemán Alexander Zverev, a quien se
impuso 3-6, 6-4 y 6-2. Los número tres y siete del tenis mundial vistieron de
luces la Plaza México, que registró un nuevo récord mundial de asistencia para
un partido de exhibición de tenis, con más de 42 mil 517 personas que
vitorearon al jugador suizo considerado el más grande de todos los tiempos.
La lidia tenística
abrió con el triunfo de los mexicanos Santiago González y Miguel Reyes Varela,
que partieron plaza y superaron 6-3, 4-6 y 10-2 el dobles ante los gemelos
estadunidenses Bob y Mike Bryan. González respondió a la expectativa del
público que lo aprecia como el mexicano mejor clasificado mundial (49 en
dobles), así que se llevó las ovaciones de los asistentes que acompañaba sus
remates con los primeros olés de la noche
Pero
la atención estaba centrada en Federer desde que llegó en la madrugada a la
Ciudad de México.
Emoción y mariachis
Tras el partido recibió un Árbol de la
vida fabricado en plata, al igual que Zverev, y emocionado y sonriente, se
despidió entre música de mariachis con un emotivo grito: ¡Viva
México! ¡Gracias!
Por
la mañana, decenas de personas se apostaron a las puertas del hotel donde
ofreció una breve conferencia de prensa, en la que compartió que ganar es
la forma de vida que encontró para ser feliz.
El
mejor tenista de la historia, como lo indican los números y el deportivismo con
el que los incrementa cada temporada del circuito profesional, reiteró su
agradecimiento a esa distinción en el mundo entero, pues se ha esforzado para
madurar, sobre todo para superar al juvenil berrinchudo que reconoce haber
sido.
Me
da mucho gusto que me consideren así. Uno espera ganar sólo una vez, nunca
pensé llegar hasta aquí, pero ganar siempre ha sido un catalizador que me
mantiene feliz. Cuando juvenil siempre hice pataletas cuando perdía. Para ser
honesto, no ha sido tan simple como parece, dijo Federer al iniciar en México
la penúltima parada de la gira de exhibiciones por Latinoamérica que esta
semana realiza Zverev como único rival, que iniciaron el lunes en Santiago de
Chile, el miércoles en Buenos Aires y el viernes en Bogotá, aunque el toque de
queda en la ciudad colombiana obligó a la cancelación del juego, y que mañana
concluirá en Ecuador.
Acabo
de comer unos huevos rancheros, después haremos un recorrido por la ciudad, a
ver de qué tanto me acuerdo de cuando vine la primera vez, pero lo que
realmente quiero es sentir el interés de la gente. Un récord mundial de
audiencia es importante para el tenis, y me tocó hacerlo, dijo el suizo de 38
años, quien ostenta 20 títulos de Grand Slam, 28 Masters 1000, 23 ATP 500, 25 ATP 250,
entre muchos otros en más de mil 500 partidos disputados, el jugador que más
tiempo ha sido número uno del mundo, con 310 semanas, 237 consecutivas, y el de
mayor edad en febrero de este año,
Federer
habló sobre su transformación desde su etapa juvenil, cuando visitó México a
los 15 años y quedó eliminado en la primera ronda de la extinta Copa
Internacional Juvenil Casablanca y se fue enfadado. Uno va creciendo a la
marcha del público. Hay que madurar rápido y formarse el carácter, anotó el
exponente de la mayor élite global del deporte.
Federer
encara con firmeza el inevitable tema de su futuro. Esa pregunta me la
hacen cada vez más seguido, me gustaría pasar más tiempo con mis hijos, porque
sé que la niñez termina muy pronto, y siempre estoy en contacto con ellos,
aunque sea ahora mismo a distancia. Saben que todo va bien. También me
concentraré más en los negocios, en mi fundación, pero no quiero adelantarme
mucho porque sé que se acerca el retiro y no quiero pensar en eso ahora, señaló
el tenista que ha externado su deseo de ganar una tercera medalla olímpica en
Tokio 2020, después del oro en Pekín 2008, en dobles con Stan Wawrinka, y la
plata en singles de
Londres 2012.
Si
de algo estoy orgulloso, es de mi longevidad, agregó con la humildad que lo
distingue.