• Desde la novela y el teatro ha sido abordado el legado del célebre militar, matemático y escritor hidalguense, quien murió fusilado hace un siglo en Chihuahua
CIUDAD DE MÉXICO.
Gran lector de Víctor Hugo y de los clásicos franceses, “un intelectual,
un hombre inteligente”, el general hidalguense Felipe Ángeles (1868-1919) creía
ante todo en la justicia social. “Era en el fondo un romántico místico. Esa
sería la definición perfecta para él, porque era socialista”, afirma el
escritor Ignacio Solares.
Siempre creyó que podía realmente
hacer el bien a la patria, a los pobres, cambiar las cosas”, comenta el primer
narrador que dedicó una novela, La noche de Ángeles (1991), a este héroe de la Revolución
Mexicana largamente olvidado que murió a los 51 años de edad un día como hoy de
hace un siglo.
Es un personaje único en la historia de
México que hay que rescatar por su concepto de la justicia y su honestidad
inquebrantable”, agrega el también dramaturgo que nació hace 74 años en
Chihuahua, entidad donde Ángeles fue fusilado por haberse sumado a las fuerzas
de Francisco Villa.
Artillero, matemático, escritor, “excelente
estratega de guerra”, Ángeles comulgó con los ideales de Francisco I. Madero,
por quien luchó en la Decena Trágica, tras el golpe de Estado de los generales
porfiristas en 1913.
Luchó, pero sin querer figurar en los
estrellatos, a pesar de que ganó varias batallas. No quería llamar la atención,
poseía una humildad fuera de serie. Necesitamos otro Felipe Ángeles por su
honestidad y valor”, añade sin dudar el académico.
Pero, antes que a Solares, este luchador
social enamoró a la escritora Elena Garro (1916-1998), quien pasó su infancia
escuchando sus hazañas de boca de dos de sus tíos maternos que lo conocieron.
La novelista, cuentista y
dramaturga lo hizo protagonista de su primera obra de teatro, Felipe Ángeles, que comenzó a escribir en 1954 y
terminó dos años después; pero ésta se publicó hasta 1967, en la revista Coatl de
Guadalajara.
“Pocos saben que ésta fue la
primera obra de teatro que Garro escribió. Se cree que fueron las farsas Un hogar sólido, Los pilares de Doña Blanca y Andarse por las ramas,
pues se llevaron a escena en 1957; y Felipe Ángeles, que
era su pieza preferida, se montó en 1978”, destaca su biógrafa Patricia Rosas
Lopátegui.
Ella regresa a México con Octavio Paz (su
esposo) en 1953, venían de Japón, donde el poeta era diplomático. Y un año
después empieza a escribirla. Se va a los archivos, entrevista a militares que
lo conocieron, hace una búsqueda exhaustiva y arma una obra histórica, pero a
la vez personal y cálida”, explica.
El Felipe Ángeles de
Garro sorprendió a los mexicanos el 13 de octubre de 1978, cuando Hugo Galarza
dirigió el estreno mundial en el Teatro de Ciudad Universitaria, anexo a la
Facultad de Arquitectura de la UNAM, detalla Rosas.
Tras escenificarse en diversos foros durante
dos años, la obra llegó a las 200 representaciones y en 1980 fue invitada a
presentarse en Barcelona y Madrid. Garro, exiliada en España, la vio montada
por primera vez el 3 de noviembre de ese año.
Imagina su sorpresa. Después me
contó que eso la sacudió, que la sacó un poco del ostracismo en que vivía.
Nunca más vio otra puesta en escena de su Felipe Ángeles”,
evoca.
A Ignacio Solares le da gusto que el actual gobierno
de México revalore a Felipe Ángeles. “Es buena señal ponerle su nombre al nuevo
aeropuerto, pues así la gente querrá saber quién fue y qué hizo. Y lo conocerán
a nivel internacional”.
Pero lo que le hace más feliz,
confiesa, es que su novela La noche de Ángeles se ha vendido mucho más ahora que
cuando salió. “En 1991, tras ganar el Premio Literario Internacional
Diana/Novedades, tuvo un tiraje de 25 mil ejemplares. Lleva varias reediciones
y ahora se hará una película, cuyos detalles se darán a conocer pronto”,
señala.
El escritor especifica que
descubrió a Ángeles mientras trabajaba en Madero, el otro, su
novela histórica sobre este político que publicó en 1989. “Me di cuenta de que
Felipe era un personaje fundamental. Está preso con Madero y se supone que lo
fusilarán con él, pero Victoriano Huerta lo perdona, porque es un militar de
alto rango y lo exilia a París”.
En Francia, el revolucionario
descubre a Víctor Hugo y hace de Los miserables su libro predilecto. “Eso dice mucho
de él, de sus ideales. Cuando regresa a México, pasa un tiempo por Nueva York.
No trae dinero y se va a vivir a los barrios, con los negritos, como él los
llama; siempre está de lado de la humildad, y de los que no tienen nada”.
Solares recrea en su novela el
regreso de Ángeles de su exilio parisino, invitado por Venustiano Carranza para
hacerlo jefe de su ejército; la forma en que su enemigo Álvaro Obregón impide
esto, su lucha al lado de Villa, su posterior abandono de las filas del líder
de la División del Norte y su aprehensión y muerte. “Lo que lee es muy
sintomático: deja en su celda Vida de Jesús (1863), de Ernest Renan”.