• Definida como una novela enigmática del autor mexicano, Cumpleaños está a medio camino entre lo fantástico y lo absurdo
CIUDAD DE MÉXICO.
Un verso del poema El balcón, de
Octavio Paz, es la llave de apertura al universo narrativo de Cumpleaños (Joaquín
Mortiz, 1969), novela de Carlos Fuentes (1928-2012) que este mes cumple 50 años
de su aparición.
Anamari Gomís, Armando González
Torres y Juan José Reyes hablan sobre Cumpleaños, novela hermanada con Aura, sobre todo en la temática fantástica y hermética
y donde la simbología da las pistas para entender a la triada de personajes,
integrada por un niño, un viejo y una mujer, quienes habitan la extraña casa y
el fragmentado tiempo que la componen.
Al cuestionar al ensayista y
poeta Armando González Torres sobre dónde ubicar Cumpleaños dentro
del universo narrativo de Carlos Fuentes, el autor reconoce que en la línea de
lo fantástico. “Cumpleaños,
esta obra enigmática, a mitad entre la literatura fantástica y la literatura
del absurdo, me remite a esta dialéctica entre el gran aliento y la miniatura y
el ánimo de incidir en las sicologías, de crear personajes más que arquetipos.
Ésta es una de las obras más abstractas y herméticas de Carlos Fuentes”,
reconoce González Torres.
A decir del crítico literario
Juan José Reyes, ésta es una obra conceptual y cerrada. “Cumpleaños me lleva a pensar en Aura, obra donde todo sucede, también, en una casa
llena de claves de misterio, en una atmósfera densa, hermética y contada de un
modo absolutamente dialéctico. En Cumpleaños lo que hace Fuentes es poner un flujo
narrativo y decirnos ‘este flujo existe, pero que el tiempo es uno solo y está
quieto’, donde hay aquella alternancia entre el pasado mítico de los antiguos
pobladores de la tierra y la modernidad; es como si el tiempo no trascurriera a
la vez que es evidente que sí lo hace”, afirma Reyes.
Por su parte, la académica y ensayista
Anamari Gomís asegura que la capacidad experimentadora de Carlos Fuentes en la
narrativa es lo que lo llevó a escribir obras tan difíciles como ésta.
“Muchas de sus novelas eran un
gran experimento con el tiempo, con el espacio, justamente eso es Cumpleaños: el lugar donde ocurre todo, es una suerte
de ángel exterminador, pero que al mismo tiempo puede ser el mundo, un cuarto,
una casa desvencijada, pueden ser muchas cosas, además está la trinidad que
forman el viejo, el niño y la mujer, es un gran experimento, ésa es la
maravilla con Fuentes”, reconoce la escritora.
Publicada en 1969, un año posterior al
movimiento estudiantil, Cumpleaños no ha corrido la suerte que otras
obras de Fuentes, como La región más transparente, La muerte de Artemio Cruz, Aura o Terra Nostra.
Fue olvidada, incluso por el mismo autor,
donde los tiempos narrativos parecen enlazarse y los personajes mutan y
representan un misterio dentro de su obra.
Fuentes es conceptual, un
arquitecto de sus propias obras. Cumpleaños es una obra con muchas claves,
personajes difusos y, a la vez, muy concretos, donde el tiempo es el personaje,
y yo agregaría que también el espacio; una novela cuya atmósfera está
influencia por Henry James, detalla Reyes.
Es indudable la destreza
escritural de Fuentes, aunque la verdad sea dicha, Cumpleaños es
una novela que yo encontraría menor dentro de su vasta producción, pero que
adquiere un sentido importante, y por eso está bien atenderla ahora que cumple
50 años, dentro del conjunto total de las letras mexicanas, y desde luego,
dentro de su propia obra”, apunta.
Escritores como Carlos Fuentes,
que son tan diversos, que tienen tantas voces, al final ellos mismos eligen su
propio canon. Tengo la impresión que para el propio Fuentes era una de sus
obras menos festejadas, un tanto soslayada, debido a que se da en esa época de
exploración del gran escritor, donde está indagando y poniendo a prueba los
distintos registros literarios, probablemente ese mismo registro intimista que
tienen obras como Las buenas conciencias.
Cumpleaños a lo mejor no satisfacía al escritor que ya
se sabía con un lugar en la posteridad y quería pulir su figura. Yo creo que
esta novela es un muy afortunado desliz dentro de la principal corriente de la
obra de Carlos Fuentes, esta corriente que es mucho más cercana al experimento
lingüístico y al fresco social al mismo tiempo”, afirma González Torres.
Una de las mejores cualidades de Carlos
Fuentes era su capacidad y habilidad lectora.
Ensayista muy sesudo e
inteligente, Fuentes encontraba en otras obras el vaso comunicante para
dialogar de manera intertextual con las suyas. Acaso sea la acertada elección
de un epígrafe el inicio de obra monumental, como ocurre con La región más transparente, cuyo diálogo es con
Alfonso Reyes.
En el caso de Cumpleaños, el poeta Octavio Paz es su interlocutor a
partir de un verso del poema El balcón, donde se
lee: “Hambre de encarnación padece el tiempo”, el gran aforismo de esta novela.
Qué maravilla poder encarnar en el tiempo. Es
un camino frente a la física, al tiempo y frente al espacio y el universo, por
eso este lugar es como el universo, y estos tres personajes encerrados
conforman todo, esa trinidad, son amantes, hijos, padres, todo es muy
complicado.
Carlos fue a veces tan experimental, lo que
me parece maravilloso, que parecía no concretarse, pero cuando se relee a
Fuentes, es sorprendente porque en su prosa se nota cómo procuró a toda la
literatura contemporánea, como uno de los grandes”, afirma Gomís.
Tiene mucho que ver con la atmósfera y la
trama del libro (porque) también se refiere a un momento idílico de ocurrencia
entre dos renovadores de la literatura hispanoamericana y ese epígrafe da
cuenta de la extraordinaria empatía que existió entre Paz y Fuentes”, subraya
González Torres.
Podría decirse en esa línea que de ese verso
de Paz partiría la propia idea de la novela, es decir, el verso de Paz resume
bien lo que después despliega Fuentes”, concluye Reyes.