• La renuncia anunciada
Fue en 2016 cuando Bolivia se
empezó a sacudir en medio de un gran terremoto, incluso más intenso que el que
golpeó a Chile aquel trágico 22 de mayo de 1960 que tuvo una magnitud de 9.5
grados en la escala Richter, considerado el más grande del mundo, percibido en
todo el cono sur de América y donde 2 millones de familias perdieron sus hogares.
En efecto, en 2016 el sismo
sacudió a Bolivia luego de que a Evo Morales se le empezó a declarar como «el nuevo
dictador de Bolivia» por no respetar los resultados de un referéndum que se
llevó a cabo en el 21 de febrero de ese año.
Y para 2019, Bolivia, por fin se
sacudió a Evo Morales.
No era para menos. Bolivia se
debatía en medio de una grave crisis política-social desde la proclamación de
Morales como presidente del país para un cuarto mandato consecutivo tras las
elecciones del 20 de octubre, y luego de que la oposición y movimientos cívicos
–aunado a la OEA-- denunciaron que hubo
fraude electoral, por lo que exigían la renuncia del mandatario.
Luego entonces, al no aguantar
las presiones, Morales confirmó su renuncia a la Presidencia después de casi 14
años en el poder.
Tras esto, en cascada se vendrían
los respaldos solidarios y llenos de sentimentalismos; los apoyos cargados de
lágrimas de aquellos que veladamente comulgan con personajes como este que
sueñan con ideas dictatoriales y juicios tiránicos; y que son considerados de
razonamientos autoritarios, de convicciones arbitrarias y doctrinas despóticas.
Un Daniel Ortega, quien mantiene
un pie en el pescuezo a los nicaragüenses con total desfachatez “denunció y condenó enérgicamente” el
supuesto golpe de Estado que sufrió el Gobierno de Evo Morales, diciendo:
“Expresamos nuestro rechazo y repudio a las prácticas fascistas que ignoran la
Constitución, leyes e institucionalidad que rigen la vida democrática de los
pueblos”.
Incluso, el máximo titular de la
dictadura de Nicaragua dijo conocer “en carne propia” las prácticas de crímenes
de odio y de violencia que vulnera los derechos humanos” en referencia a la
Rebelión de Abril que estalló el año pasado. “Imponen el racismo, terrorismo,
crueldad, humillación, tratos aberrantes y degradantes, como parte de un guion
incivilizado y destructor, que los imperios aplican contra gobiernos”. ¡Qué
desvergüenza!
El dictador nicaragüense había
felicitado a Morales luego de su “victorioso proceso electoral” en las
elecciones del 20 de octubre; “Con alegría y entusiasmo revolucionarios,
saludamos el victorioso proceso electoral que se ha desarrollado en la hermana
Bolivia, culminando con tu reelección para continuar al frente de tu pueblo y
Gobierno”, escribió Ortega a Morales.
Y para corroborar su cinismo,
Ortega respaldó la versión que el dictador de Venezuela, Nicolás Maduro,
también publicó en sus redes sociales.
En la nota de prensa publicada en
medios oficialistas, el régimen asegura que Morales fue forzado a dejar la
presidencia.
“Condenamos categóricamente el
golpe de Estado consumado contra el hermano presidente @evoespueblo. Los
movimientos sociales y políticos del mundo nos declaramos en movilización para
exigir la preservación de la vida de los pueblos originarios bolivianos
víctimas del racismo”, escribió Nicolás Maduro.
A su vez, el presidente de Cuba,
Miguel Díaz-Canel, transmitió su apoyo ia Evo Morales, y atribuyó a un
"golpe de Estado" la crisis política que vive el país andino,
agravada en las últimas horas con la sublevación de la Policía: "El pueblo
cubano está a tu lado en contra de la violencia y el golpe de Estado.
Denunciamos enérgicamente el intento golpista", expresó Díaz-Canel en un
mensaje de su cuenta de Twitter, en el que se dirigió a Morales como
"Hermano Presidente".
Por su parte, los mexicanos
emitirían sus opiniones también. Algunos para cobijar a Evo Morales:
“En Bolivia, hay una operación
militar en curso; la rechazamos. Es similar a aquellos hechos trágicos que
ensangrentaron América Latina el siglo pasado. México mantendrá su posición de
respeto a la democracia y las instituciones. Golpe, no”, tuiteó el canciller
mexicano Marcelo Ebrard.
Por su parte, Olga Sánchez
Cordero, secretaria de Gobernación, externó en sus redes sociales “mi total
solidaridad y respeto a Evo Morales por su actitud responsable y decisión de
renunciar a la presidencia de Bolivia para mantener la paz de todos los
bolivianos, y evitar un conflicto polarizado de mayores dimensiones”.
Los partidos de oposición a la
autodenominada Cuarta Transformación, en efecto, aplaudieron la renuncia de
Morales, quien fue acusado de fraude electoral en Bolivia. Algo, que debemos
hacer todos quienes amamos la democracia y la libertad.
“La renuncia de Evo Morales marca
el fin de una era de autoritarismo. Es hora de trabajo social y trabajo para
restaurar la democracia en Bolivia. Esperamos que en América Latina se
restablezcan los contrapesos democráticos, el orden y el Estado de Derecho”,
manifestó Marko Cortés, presidente del Partido Acción Nacional.
Felipe Calderón, expresidente de
México y uno de los opositores al régimen de López Obrador, retuiteó mensajes
que aplaudieron la salida de Morales de la presidencia de Bolivia.
En una postura un tanto más
neutral, Alejandro Moreno, presidente del PRI, expresó su deseo de que “Bolivia
pueda encontrar los cauces legales e institucionales para que inicie su proceso
de estabilización, siempre respetando la democracia y las instituciones”.
En síntesis, el pueblo de Bolivia
festeja, mientras los aliados denuncian “golpe”, y México le ofrece asilo al
dictador.
En fin, da aliciente saber que
las puertas de México están abiertas para recibir a nuestros pobres hermanos en
desgracia. Seguramente así lo haremos con otros tantos como el Nico Maduro, el
Dani Ortega y el Mike Díaz y otros más. ¡Viva México!
Cuestión de tiempo.