• La escritora y catedrática publica El día que no fue, novela en cuya trama establece un diálogo, “con su equilibrio y desequilibrio”, entre la memoria íntima y la memoria social
CIUDAD DE MÉXICO.- La protagonista de El día que no fue (Alfaguara,
2019), nueva novela de Sandra Lorenzano, es la voz de una mujer anónima que se
desdobla para rescatar de su memoria íntima la memoria colectiva de muchas
otras mujeres y hombres, de sus abuelos, padres, todo visto con el filtro rojo
del miedo, ese sentimiento que la lanza al rincón de la habitación, pero, una
vez superado, hay que contarlo. “Primero intenté descifrar lo que sucedía.
Después, el terror me invadió. Durante meses respiré miedo. Después nació esta
historia”, dice en este capítulo inicial.
“La memoria es el asunto neurálgico de la
novela. Me interesa mucho el diálogo, con su equilibrio y desequilibrio, entre
la memoria íntima y la memoria social. El cómo lo que sucede en una comunidad o
en un país nos marca y forma parte de nuestra memoria íntima; esto lo tengo muy
presente: soy exiliada. La historia colectiva de mi familia dejó una marca en
mi historia íntima: finalmente, la historia colectiva no es más que la suma de
las historias íntimas”, reconoce la autora.
Mientras rescata el recuerdo, en El día que no fue el
miedo se convierte en otro leitmotiv de la novela. La voz narrativa, en
primera persona, da cuenta de un temor atenazado por el desamor, pero que muta,
de a poco e implacablemente, en un miedo ideologizado, es decir, una seria
preocupación sobre el entorno social, la fe, la patria, incluso el ADN.
En esta novela me proponía escribir sobre el
miedo que trae el desamor, pero que es un miedo que te hace revivir todos
tus miedos. Un temor hace presentes muchos otros. Toda esta suma de miedos, por
suerte, me ayudó a pensar en la sobrevivencia que siguieron a esos miedos,
porque entendí que soy una sobreviviente, y eso me importaba decirlo. Mi
idea era, a partir del miedo que genera el desamor, meterme en otros, en el que
pudo haber sentido mi abuela cuando en Odessa, en 1909, los cosacos del zar
entraron a destrozar las casas de los judíos, entonces mis abuelos decidieron
migrar llevándose a su hija mayor. ¿Cuánto de ese miedo quedó tatuado en la
memoria de mi abuela? Cuando escribía la novela me encontré con un artículo que
habla de que ese tipo de miedos se transmite a través de la sangre, del ADN.
Entonces, mucho de ese miedo, evidentemente, lo recibió mi madre, después yo y
seguramente lo ha recibido mi hija”, dice Lorenzano.
El día que no fue también teje temas como el exilio, las
relaciones personales, la celotipia o los feminicidios. Al cuestionar a la
autora sobre si esta obra puede considerarse feminista, lo rechaza, pero “sí
está inmersa en las circunstancias” de una autora que sí lo es.
“No se trata de hablar directamente de
feminismo en la novela, pero es cierto que yo soy una escritora feminista que
hablo, escribo y piensa sobre el tema, entonces es bastante probable que la
gente diga ‘aquí hay marcas de feminismo’, y las hay. Yo no podría
escribir una novela misógina, aunque quisiera, aunque sí puedo pensar en
personajes con este perfil. Sería un reto interesante pergeñar un personaje así
y escribir desde ese punto de vista, pues la literatura también es nuestra
capacidad de desdoblarnos, de tratar de entender a los demás, pero es cierto
que en esta novela hablo desde lo que soy.
“Finalmente, de las violencias de las que
hablo en la novela son una muestra de un cierto tipo de desamor, porque ¿qué
son los feminicidios?, la violencia de género es en gran medida el resultado de
un desamor llevado al extremo más brutal. Sabemos que gran parte de la
violencia de género es la violencia intrafamiliar. ¿De qué tipo de amor están
hablando cuando son capaces de violar a una niña de dos años, cuando puedes
asesinar a tu pareja, golpear a tu novia, ponerla en ridículo? Quiero también
dejar claro que ya no sólo es desamor, sino indiferencia frente a lo que puede
estar sintiendo la otra persona”.
·
UN
YO PLURAL
Decidir quién cuenta la historia
y a quién se la cuenta es un tema trascendental para el autor. En el caso El día que no fue es
una voz femenina, cuya historia propia es, al mismo tiempo, la historia de los
demás.
En este caso, explica Lorenzano, “me
interesaba explorar la voz de la primera persona por lo que tiene en común
conmigo, pero también por lo que no tiene en común. Me interesaba una primera
persona que fuera capaz de contar las historias de otros, de hacerse a un lado
y dejar que esas historias transcurrieran.
“En El día que no fue yo
quería esa primera persona que hablara del miedo y de la sobrevivencia, pero
que no necesariamente lo hiciera desde y sobre su historia, sino desde otras
historias que repercuten en su propio miedo y sobrevivencia. Esto es desde
dónde escribe esta narradora.
“¿Para quién? Eso no lo tengo tan claro. En
el momento en que escribí no tenía tan claro el interlocutor o la
interlocutora, pensaba, sobre todo, en gente, hombres o mujeres, que han pasado
situaciones de miedo, o que sin haberlas pasado podrían ser empáticos con estas
situaciones”, asegura la también poeta.
·
PROSA
FRAGMENTARIA CON RITMO POÉTICO
Ensayista y poeta, Sandra
Lorenzano reconoce que a sus novelas se les llama así sólo por cariño debido a
que su narrativa siempre aspira al lenguaje poético. Con palabras en duelo,
parafraseando a Paul Celan, es que está construida esta novela experimental en
su forma, obra en la que hay citas al pie de la página, links, etc.
“A mí me interesa este tipo de novela más
fragmentaria, y no soy la única que trabaja eso. Me parece que la
experimentación, que a esta altura tampoco es novedosa, es una cosa que puede
enriquecer a la novela, con lo que no quiere decir que todo mundo la tenga que
hacer o que las otras no valgan la pena, simplemente la novela te permite hacer
eso. Yo siempre digo que a mis novelas les llamamos novelas de cariño, porque
en realidad hay mucho trabajo poético también”, concluye la autora.