• La tradición, también conocida como “Todos Santos”, resultado del sincretismo de la cultura prehispánica con la religión católica; el Día de Muertos es una tradición fuertemente arraigada entre los mexicanos
CIUDAD DE MÉXICO
La celebración en México de Día de Muertos, fue proclamada en noviembre de
2003, dentro de la lista representativa del Patrimonio Oral e inmaterial de
la Humanidad de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la
Ciencia y la Cultura (UNESCO) y
en 2008 quedó formalmente inscrita.
“Con la fiesta del Día de los Muertos, tal como la practican las
comunidades indígenas, se celebra el retorno transitorio a la tierra de los
familiares y seres queridos fallecidos. Esas fiestas tienen lugar cada año a
finales de octubre y principios de noviembre. Este periodo marca el final del
ciclo anual del maíz, que es el cultivo predominante en el país”, se lee en el
sitio de la UNESCO.
No obstante, esta tradición, también conocida como “Todos Santos”, resultado del sincretismo de
la cultura prehispánica con la religión católica, ha tenido que luchar por
sobrevivir a la fiesta de Halloween.
Y es precisamente, el Mercado de Jamaica en la Ciudad de México, conocido por su tradicional
venta de flores, donde los comerciantes con sus artesanías y comida, impulsan la tradicional celebración de los fieles difuntos.
Es el caso de Iván Francisco
López Rodríguez, quien platicó a Excélsior que, por más de 40 años, de
generación en generación, su familia ha elaborado, los platillos tradicionales que se utilizan el 1 y 2 de noviembre.
“Desde niño, he vendido
aquí en el Mercado de Jamaica,
toda mi familia pertenece a la romería. Fueron mis abuelos, quienes nos heredaron
esta tradición de muertos, que tratamos de conservar vendiendo los platillos
que se acostumbran poner en la ofrenda… horneamos pan de muerto, tenemos talleres donde hacemos la calabaza horneada y la calabaza bruja,
que es la que calabaza pequeña que se cocina completa”, expresó.
“Hacemos el higo y los tejocotes
horneados, además vendemos toda clase de calaveritas: de
azúcar, camote, coco, chocolate, arroz y amaranto. Lo que nosotros como familia
queremos es que, a través de la comida, podamos seguir preservando esta
herencia de nuestros antepasados aztecas y que, en lugar del Halloween, festejemos a nuestros difuntos con un
altar de muertos. Es nuestra obligación enseñar a nuestros hijos”, señaló.
Ubicado entre la esquina de
avenida Congreso de la Unión y avenida
Morelos, en la colonia Jamaica de la Alcaldía
Venustiano Carranza, en el Mercado de Jamaica se puede encontrar lo que
tradicionalmente se necesita para ofrendar a los fieles difuntos.
Además de la comida, las flores de cempasúchil, traídas en su mayoría del
estado de Puebla por la cercanía con la Ciudad de México, llenan el mercado.
El incienso o copal se
respira, prácticamente en todos los sitios. El papel picado y
las catrinas de papel maché -incluso con forma de
perro o gato- son parte también del Altar a los muertos,
como lo platica, Jaime Morales, quien, por más de 40 años, se ha dedicado a
venderlas.
“Seguimos haciendo las figuras de papel maché para
honrar a nuestros difuntos y así poder conservar nuestra tradición del 1 y 2 de noviembre. Mucha gente festeja el Halloween, dejando de lado la verdadera
celebración.
“Pero, también, hay que reconocer
que la gente que sigue honrando la tradición del día de muertos, incluye, a sus
mascotas, a sus perritos o gatitos que estuvieron con ellos, por eso hacemos
por decirlo así catrinas de mascotas o del tradicional xoloitzcuintle.
“Son figuras, también de alebrijes que
se ponen para alegrar la ofrenda de muertos como
señal de amor y respeto para quienes se nos adelantaron”, señaló.
De acuerdo al Instituto Nacional Indigenista la ofrenda de muertos debe tener
elementos esenciales, entre los que destacan:
·
El agua, como fuente de la vida, se ofrece a las
ánimas para que mitiguen su sed después de su largo recorrido y para que
fortalezcan su regreso. En algunas culturas simboliza la pureza del alma.
·
La sal, el
elemento de purificación, que sirve para que el cuerpo no se corrompa, en su
viaje de ida y vuelta para el siguiente año.
·
Velas
y veladoras. La
flama que producen significa la luz, la fe y la esperanza. Es una guía para que
las ánimas puedan llegar a sus antiguos lugares y alumbrar el regreso a su
morada.
·
En
varias comunidades indígenas cada vela representa un difunto, es decir, el número de veladoras que
tendrá el altar dependerá de las almas que quiera recibir la familia. Si
se ponen cuatro veladoras en cruz, representan los cuatro puntos cardinales, de
manera que el ánima pueda orientarse hasta encontrar su camino y su casa.
·
Copal
o incienso.
Se utiliza para limpiar al lugar de los malos espíritus y así el alma pueda
entrar a su casa sin ningún peligro.
·
Las
flores. Son símbolo
de la festividad por sus colores y estelas aromáticas. En muchos lugares del
país se acostumbra poner caminos de pétalos que sirven para guiar al difunto
del campo santo a la ofrenda y viceversa.
·
La
flor amarilla del cempasúchil (Zempoalxóchitl) deshojada, es el camino del color y
olor que trazan las rutas a las ánimas.
·
El petate. Entre los múltiples usos del petate se
encuentra el de cama, mesa o mortaja. En este particular día funciona para que
las ánimas descansen, así como de mantel para colocar los alimentos de la
ofrenda.
·
El izcuintle. Es el perrito izcuintle en juguete, para que las ánimas de los
pequeños se sientan contentas al llegar al banquete. El perrito izcuintle, es el que ayuda a las almas a
cruzar el caudaloso río Chiconauhuapan,
que es el último paso para llegar al Mictlán.
·
El pan de muerto. La iglesia lo presenta como el
"Cuerpo de Cristo".
·
Fotos para recordar el ánima que nos visitará.
·
La imagen de las Animas del purgatorio que ayuda para obtener
la libertad del alma del difunto.
·
Las calaveritas en
alusión a que la muerte siempre está presente. Las calaveras chicas son
dedicadas a la Santísima Trinidad y las grande al padre eterno.