• “El objetivo de la película es sensibilizar de lo que está pasando en el campo mexicano y la desprotección que tienen los indígenas campesinos”, explicó su director Joshua Gil
Morelia,
Mich. En la sección de competencia de
película mexicana ficción, del 17 Festival Internacional de Cine de Morelia
(FICM), se presentó la película Sanctorum,
dirigida por Joshua Gil que narra, de manera formidable y desde una cosmovisión
indígena, el fin del mundo.
En
entrevista con La Jornada el director menciona: “El objetivo de
la película es sensibilizar de lo que está pasando en el campo mexicano y la
desprotección que tienen los indígenas campesinos. Los pueblos indígenas tienen
muchos problemas procurar cultura, su educación, su alimentación y cuidar su
territorio, pero uno de los graves problemas es trabajar con sembradíos
ilegales porque no tienen otra opción. Quisiera con la película poner foco en
este asunto para nos demos cuenta de que en verdad hay madres y sus hijos los
que están haciendo estos cultivos. Si esto está ocurriendo, sino hay un mundo
equitativo mejor que no exista el mundo”.
En
la charla Joshua Gil compartió con este diario que la película tuvo su origen
haca unos seis años cuando leyó un par de notas periodísticas que hablaban de
una generación de campesinos mexicanos, niños y madres incluidos, que estaban
trabajando completamente en los campos de cultivo de amapola y mariguana en
México. Él compartió: “A partir de estas notas comencé a desarrollar esta
película que tiene que ver con estos grupos vulnerables, que mostrara, de una
forma documental, como su vida diaria estaba afectando el escalafón de la mano
de obra del narco,
porque en esta comunidades los hombres del pueblo pasaron a ser gatilleros del
narcotráfico o ya los mataron o migraron a Estados Unidos. Ahí empieza la idea
de Sanctorum”.
Después
la historia evolucionó: “A la mitad de la investigación que estaba haciendo, no
dejaba de pensar que resultaba muy apocalíptico ver a un niño cortar una mata
de mariguana y recolectar la goma de amapola y cómo nos hemos vuelto
insensibles a ese tema. Comencé a buscar algo que, metafísicamente, fuera más
fuerte de que ver a un niño recolectar droga y eso tenía que relacionarse con
el fin del mundo... porque la realidad que muestra Sanctorum está a unas horas
de la ciudad de México. Descubrir esta realidad fue lo que me dio la energía
para poder filmarla”.
La
potente poética en parte de los diálogos, es otra de las cosas que sobresalen
en Sanctorum: “Todos los
diálogos son míos. Me gusta mucho la poesía y escribo haikús traté de encontrar
el tono porque quería ser muy preciso y concreto; y el haikú me permitía ser
muy preciso con las imágenes que quería presentar. Realmente los diálogos y
líneas, toda esa parte, nacieron de haikús”.
Otro
de los temas que muestra la película es que. Menciona Joshua Gil: “Es un espejo
donde nos vemos a nosotros mismos, es simbiótico; porque, por ejemplo el
ejército mexicano juega y ha jugado ese papel desde hace mucho, es un brazo
represor en México y nunca ha tenido reputación de defender a indígenas y
campesinos, por eso para mi era importante hablar de este indígena militar que
en una escena se hinca y toma sangre del agua, de la cual, los militares,
históricamente tiene manchadas sus manos y a quienes asesina son a sus propios
hermanos, a los campesinos indígenas. Por eso físicamente el militar y el
campesino son muy parecidos, porque si les intercambias la ropa prácticamente
son el mismo… En ese mismo se dispara hacia lo universal, o sea, hermanos de
países peleándose, ahí entra el tema del universo como gran telón de fondo de
lo que está pasando con la humanidad”.
Prosiguiendo
con su explicación Gil, agrega: “Creo que el universo está muy atento de lo que
hacemos como especie. Lo que Sanctorum plantea es la posibilidad de que el
mundo se termine muy pronto, de que este fin del mundo se planteé como una
ejecución de algo más grande que viene a nivel del universo. Porque si como
especie no somos capaces de mejorar y porque si para el indígena mexicano, para
el desprotegido y para el planeta en general, no existe un mundo más justo y
ecuánime, mejor que no haya un mundo”.
Sobre
la razón de usar la lengua mije en este trabajo, el director explica: “Porque
las culturas originarias del mundo sí saben convivir con su entorno y parece
que su oralidad, sus palabras afectan lo que pasa alrededor de su ambiente, por
eso una de las voces fuertes de la película está en lengua mije. Nos transporta
a través del cielo, el llanto de una madre se queda clavada en los árboles… es
una fuerza metafísica que tienen los pueblos indígenas con su ambiente que la
que no podemos entender los occidentales”.
En Sanctorum también
aparece un maestro de primaria enseñando, lo mismo a niños de 4 años que de 10,
sobre los hermanos Flores Magón, el director explicó que es porque “lo primero
que tienen que aprender esos niños es sobre la resistencia”.
Por
su parte Joshua Gil opina que en conjunto Sanctorum mantiene la resistencia “a la
desigualdad, hacia la persecución, la desesperanza que nos ha colocado en el
lugar donde estamos y a decir si así está de jodido el mundo el fin del mundo
es lo mejor que nos puede pasar”.
En
otro nivel de lectura Sanctorum,
menciona el director, “es para que cavilemos los que estamos en una zona de
confort, viviendo en las ciudades y que no hacemos nada. Reflexionar sobre qué
es lo que queremos hacer con este nuevo gobierno. Si vamos a esperar que hagan
todo ellos solos o participar de una forma activa o si vamos a quejarnos de que
las pinches cosas no cambian”.