• La ciudad se paralizó: era imposible circular por las calles del centro. Los disparos se escuchaban en los cuatro puntos cardinales.
Culiacán. Ovidio Guzmán López no es uno de los hijos más
conocidos de El Chapo, el líder del
cártel de Sinaloa que en julio fue condenado en Estados Unidos a cadena
perpetua por narcotráfico, pero las autoridades estadunidenses lo buscan por
cargos de distribución de cocaína, metanfetaminas y mariguana de México a ese
país desde 2008 a 2018 junto a su hermano Joaquín Guzmán López.
Las balaceras en diversos puntos de Culiacán
comenzaron tras las acciones de las fuerzas federales. En las redes sociales se
difundieron vídeos en los que se veían camionetas con civiles armados y
ametralladoras de gran calibre, vehículos quemados en algunas vías y en casetas
de peaje en las afueras, una práctica que los grupos del crimen organizado
suelen utilizar para impedir la movilidad de las autoridades.
En poco tiempo, la ciudad se paralizó: era
imposible circular por las calles del centro y en un amplio perímetro alrededor
de la Fiscalía General. Los disparos se escuchaban en los cuatro puntos
cardinales mientras la policía cerraba las vías donde se reportaban tiroteos.
Varias compañías aéreas, como Volaris y Viva Aerobus, cancelaron muchos de sus
vuelos.
“Nada funciona”, dijo a la AP por teléfono
Ricardo González, un trabajador del Congreso estatal que se encerró en su casa
después de recoger a su hijo de 15 años en la escuela. “Hay psicosis, nadie
sabe qué está pasando, pero todos tenemos miedo y ya nos han dicho que mañana
no nos presentemos en el trabajo”.
El gobernador, Quirino Ordaz, confirmó en
declaraciones a una televisora que se suspendieron las clases pero dijo que los
negocios sí funcionarían.
González, sin embargo, lo dudaba.
“No hay transporte público, no hay taxis, la
gente de fuera de la ciudad se ha quedado aquí bloqueada y mañana todo será
igual”, agregó tras asegurar que no recordaba una situación similar desde hace
casi una década, cuando el Cártel de Sinaloa vivió una guerra interna.
Con la tercera y última detención de El Chapo en 2016 se desató una lucha por el
control del grupo que fue desactivada con el encarcelamiento de Dámaso López
Núñez y su hijo, Dámaso López Serrano. El primero fue capturado por México y el
segundo se entregó voluntariamente a las autoridades estadunidenses.
Los expertos coinciden en que las riendas del
cártel, que sigue operando a pesar del encarcelamiento de su líder, están en
manos de Ismael El Mayo Zambada,
cofundador de la organización criminal hace tres décadas, y de dos de los hijos
de El Chapo, Iván
Archivaldo y Alfredo Guzmán. A este último, Estados Unidos lo acusa de tráfico
de drogas en Chicago y fue secuestrado por el Cártel Jalisco Nueva Generación
en 2016 en lo que los expertos consideraron un intento de esta organización por
entrar en Sinaloa.
El gabinete de seguridad federal se reunió en
Culiacán este viernes por la mañana para informar de la acción ocurrida.
Aún no queda aclarado cómo sucedieron las
cosas, pero al operativo de detenición de Ovidio Guzmán, implementado por el
gobierno federal, grupos de delincuencia organizada respondieron “con una
fuerza mayor” que la de los militares y sembraron el pánico en diversos puntos
de la ciudad, por lo que el gobierno federal optó por detener la acción.
José Luis González Meza, uno de los abogados
de la familia de El Chapo,
declaró a The Associated Press el jueves que familiares de Guzmán le indicaron
que “Ovidio está vivo y está libre”, aunque dijo no tener información más
detallada de lo sucedido.